Las consecuencias inesperadas de la guerra de los sexos

(FÁTIMA MASSE. EXPANSIÓN)

En marzo se vuelve evidente que cada vez hay más voces a nivel nacional e internacional que pugnan, al menos desde la narrativa, por igualdad de género. Desafortunadamente, parte de esta lucha se percibe como una “guerra de los sexos” que pareciera influir en visiones divergentes entre mujeres y hombres menores de 30 años, lo cual a futuro puede ser contraproducente.

En lo que va del 2024, el periódico británico Financial Times y la revista semanal con sede en Londres The Economist han encontrado que, en países con economías avanzadas, la brecha ideológica entre mujeres y hombres de 18 a 29 años se ha abierto de forma considerable: ellas se han vuelto más liberales, mientras que ellos más conservadores.

Según artículos de ambos medios de comunicación, las mujeres jóvenes parecieran estar más despiertas gracias al movimiento feminista y, a pesar de que reconocen las conquistas en el mercado laboral y en la vida pública, su lucha continua por injusticias relacionadas con violencia, derechos reproductivos y una carga excesiva en tareas de cuidados. Por el contrario, hay un creciente porcentaje de hombres jóvenes que considera que la agenda feminista ha ido demasiado lejos y perciben al sexo opuesto como una amenaza.

Identificar las causas detrás de este fenómeno no es fácil, puesto que muchos factores influyen en la mentalidad de una persona. Sin embargo, The Economist se decanta por una explicación económica que me hace sentido.

En pocas palabras, las niñas y las jóvenes tienden a aprovechar mejor la escuela en comparación con sus pares del sexo opuesto al grado de que más de ellas se gradúan de licenciatura o posgrado en la edad esperada.Conforme las organizaciones apuestan por acciones de diversidad e inclusión, ellas alcanzan cada vez mejores empleos. Esto decepciona a los hombres, sobre todo aquellos con menor preparación, quienes observan políticas diferenciadas que los desfavorecen y culpan a las mujeres por los obstáculos económicos que enfrentan.

El fenómeno es bastante complejo y como señala Vox –un medio de comunicación norteamericano– se necesita un estudio más profundo y especializado para entenderlo. Ojalá la academia y otras instituciones adopten el tema. En lo que eso sucede, lo que se ha detectado hasta ahora me parece suficiente para reflexionar sobre la narrativa y las acciones que hemos implementado hasta ahora para alcanzar la igualdad de género.

Mentalidades polarizadas no abonan a construir una sociedad en la que todas las personas tienen oportunidades para explotar su talento. Tampoco contribuyen a establecer hogares donde las tareas de cuidado se reparten de forma equitativa entre las parejas (al menos las heterosexuales), lo cual es fundamental para cerrar brechas en el mercado laboral como lo ha dicho Claudia Goldin , premio Nobel de economía 2023. ¡Al contrario!

En ese sentido, me parece crucial aprovechar la perspectiva de género para involucrar también a los hombres jóvenes en esta lucha. No solo para que estén conscientes de las brechas de género que existen, sino también para definir nuevas masculinidades y para apoyarlos con acciones desde el sistema educativo. Por ejemplo, con más hombres dedicados a la docencia desde edades tempranas, permitir que los niños empiecen clases después de las niñas dado que maduran más tarde e implementar programas de orientación vocacional para que ellos se interesen por trabajos que tradicionalmente han estado feminizados y que podrían ser una buena fuente de ingresos.

Estoy convencida de que la igualdad de género debe ser una conversación de sociedad. Nada ganamos con una guerra de sexos en la que mentalidades opuestas pueden dinamitar los avances que se han conseguido hasta ahora.

Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse