El extesorero de EU advierte del peligro de estirar la cuerda en la relación con China

EDWARD HAMMOND. FINANCIAL TIMES

Llego a Barrington, Illinois, una hora antes de mi almuerzo con Hank Paulson. Este es el lugar donde se crió y conserva su residencia principal quien fuera secretario del Tesoro de EU durante la crisis financiera de 2008. Nos reuniremos en el restaurante italiano de rigor, un establecimiento familiar que sirve albóndigas y que, de forma un tanto incongruente, se llama Ciao Baby.

 Aunque llegué con antelación al restaurante, tan solo entrar me dice una mujer: “El señor Paulson lo está esperando”. Paulson, de 77 años, quien conserva el paso firme que tenía cuando era luchador en la preparatoria y defensa del equipo de futbol americano de su universidad, me saluda con un fuerte apretón de manos. Como antipasto, pedimos una ensalada para compartir. 

Organizar este almuerzo requirió un poco de preparación. Me comuniqué con Paulson el mes pasado durante el desplome de Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank, un mini pánico financiero que los mercados llaman “locura de marzo”, como dando a entender que ya terminó. Hank Paulson cree que solo son buenos deseos. 

Pocos están en una mejor posición para tomar la temperatura. El mandato de Paulson fue mucho más significativo que los dos años que duró. El primer año lo dedicó a ayudar a enderezar la presidencia de Bush y eso le permitió a Bush delegar en él todas las decisiones importantes durante el segundo año, cuando el colapso financiero de 2008 envolvía al mundo occidental. 

Paulson suele rechazar las entrevistas. Hoy hizo una excepción porque hay dos temas que quiere tratar: el peligroso estado de las relaciones entre EU y China, y la fragilidad de los sistemas financieros occidentales.

Empiezo preguntándole por la ciudad donde creció. “Estamos rodeados de miles de hectáreas de reserva forestal y puedo llegar rápidamente a O’Hare (el aeropuerto más grande de Chicago) porque viajo mucho”, dice. La oficina principal del Instituto Paulson, su “think and do tank” (su grupo de expertos para reflexionar y actuar), está en el centro de Chicago y se centra principalmente en las finanzas verdes, el carbono, y en China. 

Él dice

“Si la restricción del comercio y la inversión con China va mucho más allá de lo que nuestros aliados y socios quieren, el resultado de EU será aislarle”

Aunque ha estado en China más de 100 veces, esta semana volará a Beijing por primera vez desde el inicio de la pandemia. 

Conoce bien a Xi Jinping y su predecesor Hu Jintao. “Es una China muy diferente a la de hace unos pocos años”, dice Paulson. “La relación entre EU y China está al límite. Las comunicaciones se han paralizado. Están pasando muchas cosas en el mundo que son preocupantes, pero para mí lo más preocupante es la relación entre EU y China”.

 Le pregunto de quién es la culpa. “Lo que estamos viendo en este momento es a un Biden esperando a tener una llamada muy necesaria con Xi, mientras que la estrategia de Xi, en todos sus asuntos menos la relación con Estados Unidos, es un torbellino de actividad”, dice. “Si la restricción del comercio y la inversión con China va mucho más allá de lo que nuestros aliados y socios quieren, el resultado será aislar a EU”.

“Es una situación peligrosa. Creo firmemente que a Biden le gustaría estabilizar la relación, pero tanto republicanos como demócratas marcaron una línea muy firme que complica las cosas. Me preocupa que el Congreso esté subestimando el poder relativo de China, su permanencia y la relación que tiene con otros países”.

Paulson causó revuelo a principios de año cuando escribió un ensayo en la revista Foreign Affairs con el título America’s China policy is not working (La política de Estados Unidos hacia China no funciona). Junto con un puñado de otros estadistas estadounidenses de alto nivel •en particular Henry Kissinger, que cumplirá 100 años el próximo mes, y Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, de 81 años• Paulson va a contracorriente del consenso de línea dura de Estados Unidos.

Le pregunto si hay algún precedente en la historia de dos grandes potencias que se lleven bien, pacíficamente. “Este es un periodo muy peligroso”, dice. “Las grandes potencias no quieren ir a la guerra: tropiezan con ella por algún error de cálculo, de juicio o por accidente. Es importante que bajemos el tono de la retórica sobre Taiwán. A pesar de lo que se lea, lo último que necesita Xi es una guerra”. El próximo año será trascendental, añade. Habrá elecciones presidenciales en EU en 2024, y también en Taiwán.

“Nunca defiendo las acciones que he visto emprender a China. Las aborrezco”, agrega Paulson. “Pero tenemos que ser inteligentes y duros y hacer las cosas de una manera que funcione. Nuestra ‘política de una sola China’ (según la cual EU reconoce a la República Popular China como único gobierno legal de China, y admite la postura de Beijing de que Taiwán forma parte de China) nos ha servido muy bien. Si nos atenemos a ella y tenemos un elemento disuasorio en la región, la guerra no es inevitable”.

Llegan nuestros platos principales y con ellos la hora de un cambio de tema. ¿Se terminó el pánico bancario? “No”, responde Paulson. “Hay cosas que sabemos y cosas que no. Sabemos que si diriges un banco pequeño en este momento, no vas a otorgar préstamos. Los mercados de capitales cerraron durante dos o tres semanas. Ahora se están abriendo, pero no al grado en que lo hacían. Es bastante probable que veamos una recesión”. ¿Cuándo llegará? “Tardará un tiempo en manifestarse”. 

Continúa. “Otra cosa de la que estamos casi seguros, es que el otorgamiento de créditos se desplazará fuera del sector bancario regulado. Habrá mucha atención sobre Europa, donde las instituciones financieras no son tan fuertes ni están tan bien capitalizadas como en Estados Unidos”.

Entonces, ¿la crisis se manifestará de dos formas: en recesión y en más quiebras de bancos pequeños?, pregunto. “En las últimas semanas se han retirado del sistema bancario depósitos por valor de 300,000 millones de dólares, tal vez un billón desde principios de año. Estos depósitos fueron a parar a los mercados monetarios, y también se trasladaron de los bancos regionales a los grandes. Hay mucha agitación”.

Le pregunto si está contento con el hecho de que el gobierno garantice todos los depósitos del país. ¿No es eso acercarse a un sistema bancario socialista? “Ha sido una auténtica llamada de atención. Se sacudió la confianza. Los riesgos siguen ahí afuera. Existía la teoría de que el gobierno podía liquidar una institución en quiebra y frenar el pánico sin dañar la economía. En marzo se dio la quiebra de dos bancos, que representaban 1% de los activos bancarios estadounidenses, y el gobierno de Biden dio una respuesta muy rápida para detenerla. No debería existir el mito de que se resolvió el ‘demasiado grande para quebrar’ porque no es así”.

 Empiezo con otra pregunta, pero Paulson parece preocupado y dice que teme “echar por tierra todos los mensajes que quiero transmitir” porque hemos divagado demasiado. Le aseguro que transmitiré fielmente lo que hablamos tengo la sensación de que llegó el momento de concluir.

La cuenta es tan pequeña como grandes fueron las raciones. Paulson y yo damos la vuelta a la esquina hasta un estacionamiento privado donde dejó su coche. Ya no está. “Se lo llevó la grúa”, dice con una pizca de pánico. 

Pregunto cómo puedo ayudar. “No, debes tomar tu vuelo”, insiste. Mientras me voy en mi Uber, lo miro varado y me siento en parte responsable de su inesperada desgracia.