El miedo justificado por las pensiones

(RODRIGO PACHECO. SUMA DE NEGOCIOS. EXCÉLSIOR)

La política pública tiene tres componentes: la estrategia, la planeación y ejecución de mediano plazo y la táctica. La estrategia es el gran objetivo que se busca lograr y está impregnada de la ideología de la administración en turno. Por ejemplo, en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, la ideología era liberalizar la economía; por lo tanto, la estrategia fue sumarse al GATT, lo que encajó perfectamente cuando surgió la oportunidad de celebrar el TLC con EU y Canadá. La planeación y ejecución de mediano plazo consistió en la privatización de las ineficientes empresas estatales y transformar instituciones como el Banco de México para que la política monetaria pudiera ir más allá de los vaivenes políticos. En la planeación y ejecución de mediano plazo, Salinas de Gortari fue fortaleciendo los perfiles liberales dentro del PRI y desplazó y negoció con los nacionalistas, así como con líderes sindicales y empresariales. Obviamente, las tácticas fallaron y se dieron la rebelión zapatista, el asesinato del candidato oficial y, después, del secretario general del partido. La ejecución de mediano plazo tampoco funcionó: la autonomía de Banxico ya no pudo evitar la crisis económica de diciembre de 1994 y la corrupción salió a flote. Sin embargo, la estructura económica del país se definió y hoy México está integrado a la región de Norteamérica.

IDEOLOGÍA E IMPROVISACIÓN

En la administración de Andrés Manuel López Obrador, la ideología es regresar a un Estado nacionalista previo al cisma del PRI, en donde la vida del país transcurre bajo el tamiz de la Presidencia, por lo que no hay lugar para órganos autónomos. Sin embargo, es tal el éxito del liberalismo y la integración a Norteamérica que se mantiene el apoyo al T-MEC y a la autonomía del Banco de México. La estrategia consiste en fortalecer a las empresas del Estado, crear nuevas, impulsar la economía a través del gasto público en obras emblemáticas y poner énfasis en los programas sociales, lo cual se encuentra alineado con la popularidad electoral del partido, por lo tanto, la continuidad política. Aunque la estrategia no es del todo coherente, es relativamente clara. Sin embargo, donde no hay claridad es en la planeación y ejecución de mediano plazo.

DISFUNCIÓN

Un ejemplo de ello es la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, una decisión errática con orientación ideológica que resultó en un costo de más de 400 mil mdp, y la construcción del AIFA. Sin embargo, posteriormente se tomaron más decisiones tácticas producto de las ocurrencias. Desde que se concibió, era obvio que el AIFA tendría sentido para vuelos internacionales y carga, pero no se arrancó en paralelo para generar los plazos necesarios y lograr que las compañías de carga se trasladaran con apoyo financiero para los centros de mantenimiento. Tampoco se planeó adecuadamente administrar el deterioro del AICM, al tiempo que se habilitaba la viabilidad del AIFA. De manera sintética: una estrategia subordinada a una ocurrencia ideológica, con nula planeación y ejecución de mediano plazo, y mucha táctica para tratar de sacar la situación adelante. El resultado es que en 2024 el AIFA está desierto, el AICM está muy deteriorado y el sistema metropolitano de aeropuertos no se asoma por ningún lado.

LA INCERTIDUMBRE

Ése es el marco de referencia que genera incertidumbre con respecto al Fondo de Pensiones del Bienestar, que surge bajo la visión ideológica de un gobierno de 1970 que controla todos los aspectos de la economía, en el que el dinero de los trabajadores lo gestionaba el gobierno y lo utilizaba para otras necesidades, más allá de dotar a los trabajadores de un retiro digno. En la parte táctica, se plantea una reforma constitucional cuatro meses antes de la elección presidencial, lo cual incentiva el voto por el partido en el poder, con la promesa de una pensión mínima garantizada de poco más de 16 mil pesos. En la táctica política, la oposición se encuentra en la disyuntiva de plantear que la reforma no es financieramente viable y es populista, lo cual le permitiría al Presidente atacarlos y sembrar la duda sobre el resto de los programas sociales. La opción que han tomado hasta ahora los líderes de la oposición es no abordar el tema. Sin embargo, considerando la orientación ideológica que suele articular la estrategia, no es fácil creer que sólo se trata de una instrumentación práctica y no el principio para tomar control del monto que administran las afores. Los legisladores pueden defender que se trata de una instrumentación práctica, pero ante la consistencia de esta administración, hay mucha incertidumbre. Además, genera desconfianza la ausencia de planeación de mediano y largo plazos, y que la gran estrategia obedezca a pulsiones e intuiciones ideológicas que no corresponden con el México del siglo XXI.