El mensaje no institucional del Banxico

(ENRIQUE CAMPOS SUÁREZ. EL ECONOMISTA)

El presidencialismo mexicano, pero muy en especial este régimen, nos ha hecho normalizar que las decisiones tienen que ser de una sola persona, aunque sean terriblemente equivocadas.

En este siglo hemos pasado desde un Vicente Fox, quien recibía órdenes de su secretario de Hacienda, hasta un Andrés Manuel López Obrador, que ha llevado el autoritarismo a niveles de no escuchar ni al sentido común.

Pero hay organismos como el Banco de México que no se pueden dar el lujo de perder el perfil institucional y de decisiones colegiadas que lo ha caracterizado durante sus 30 años de autonomía.

Las minutas de la pasada reunión de política monetaria de la Junta de Gobierno del Banxico dejan ver algo que no estuvo bien en su comunicación hacia los mercados.

Si simplificamos el marcador, tras la decisión de mantener sin cambio la tasa referente en 11%, tendríamos a tres integrantes en contra de la relajación monetaria en el futuro inmediato y dos que quieren mantener la baja de las tasas durante las siguientes reuniones.

La reunión fue el 9 de mayo, cuatro días después, la gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja, dio una entrevista en la que dijo que el panorama menos adverso en la inflación permitía evaluar bajas en la tasa de interés tan pronto como la reunión siguiente del 27 de junio.

Evidentemente que el titular fue ¿Banxico en modo Paloma? No era un mensaje del Banco de México, sino personal.

Tienen todo el derecho de emitir sus opiniones personales, pero como titular de Banxico tiene una obligación institucional, porque así se tomarán sus palabras.

Efectivamente, la gobernadora Rodríguez dijo, durante la reunión del 9 de mayo, que el entorno inflacionario es tal que permite contemplar recortes en la tasa de política hacia adelante.

Sí, las minutas son anónimas, pero esa consideración de “uno” de los integrantes de la Junta de Gobierno es idéntica a las palabras de la gobernadora en entrevista.

En esa reunión del 9 de mayo, otro integrante de la Junta de Gobierno dijo que la decisión de haber bajado la tasa de interés en marzo, de 11.25 a 11%, había sido prematura y que había implicado un costo social, al tener que extender por más tiempo la restricción monetaria.

Otra vez, minuta anónima, pero ¿quién fue la única persona que se opuso a bajar la tasa en la reunión del 21 de marzo?

Entonces Irene Espinosa Cantellano, además de decir esto puso un punto muy importante sobre la mesa, refrendó su preocupación por los efectos que pudiera tener sobre la trayectoria de la inflación un comportamiento de las finanzas públicas distinto al previsto o resultante de la situación de Pemex.

Otro integrante de la Junta de Gobierno dijo que es oportuno realizar una pausa en los ajustes en la tasa de referencia para contar con más información. Y otro dijo que no más ajustes finos y que hay que mantener una postura restrictiva por un tiempo prolongado. El último sólo repitió los mismos argumentos para que bajen las tasas de interés.

Y así, con los nombres transparentados, Irene Espinosa habría dicho algo básico: “se debe buscar una comunicación con los mercados que privilegie los mensajes institucionales y evite generar volatilidad”.

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