(GREG IP. THE WALL STREET JOURNAL)
Virginia, Estados Unidos.- Una mañana soleada y fría de sábado a principios de este mes, una multitud se reunió en la enorme entrada de unas instalaciones de 36 metros de altura en Newport News para ver a un pionero de la era de los derechos civiles bautizar el submarino nuclear USS Arkansas, rompiendo una botella de vino cerca de su proa.
Debajo del enorme submarino negro se arremolinaban trabajadores que construyen y restauran buques de guerra, como Joshua Powell, un operador de maquinaria de 18 años. Powell había abandonado la universidad cuando concluyó que un trabajo de escritorio no era lo suyo y se incorporó al astillero donde trabajan su padre y su hermano.
“Quería ser parte de algo grandioso e importante”, expresó. “Es práctico. Lo puedo sentir físicamente, en vez de mentalmente”. Powell espera capacitarse y aprender otros oficios y, con el tiempo, convertirse en capataz o superintendente.
El problema: no hay suficientes Joshua Powells. La Armada de Estados Unidos quiere más barcos, pero los astilleros se enfrentan a una grave escasez de mano de obra en medio de sueldos cada vez más altos en campos menos exigentes.
Powell ha instado a su mejor amigo de la preparatoria a que lo acompañe. “Pero no es algo que él se vea haciendo”, explicó Powell. “Es un trabajo duro. Es difícil imaginar que un día trabajarás en submarinos que serán usados en la guerra. Todo lo que haces debe ser perfecto”.
Jennifer Boykin, presidenta de Newport News Shipbuilding, dijo que, cada año, la operación ahí pierde al 20% de sus trabajadores de salario por hora (jubilaciones, renuncias o despidos), comparado con 10% antes de la pandemia.
Newport News Shipbuilding, una unidad de Huntington Ingalls Industries, y la unidad Electric Boat de General Dynamics, con sede en Groton, Connecticut, construyen en conjunto submarinos de ataque (usados principalmente contra otros barcos) y submarinos de misiles balísticos (parte de la disuasión nuclear).
La escasez laboral es ahora un problema de seguridad nacional. Es una razón clave por la que un gran número de programas de la Armada están retrasados y rebasan el presupuesto. La Armada había presupuestado originalmente 15 mil millones de dólares para tres submarinos de ataque clase Virginia en los años fiscales 2024 y 2025.
La Administración Biden acaba de solicitar al Congreso 3.4 mil millones de dólares adicionales, más 1.6 mil millones de dólares para un submarino de misiles balísticos. Se anticipa que el USS Arkansas, un submarino clase Virginia, se una a la flota en el 2026, una demora de tres años.
El dinero adicional está incluido en un proyecto de ley dado a conocer por el Congreso esta semana destinado a evitar que el Gobierno se quede sin recursos la noche de hoy.
Por otra parte, la Armada, HII y General Dynamics han desarrollado una iniciativa de “Responsabilidad de Astilleros y Apoyo a la Fuerza Laboral” bajo la cual los fondos ya asignados se destinarían desde un principio a subir de inmediato el sueldo de trabajadores. El destino de la iniciativa no está claro.
Los problemas del programa de construcción naval son endémicos de la base industrial de EU. A medida que la manufactura era trasladada al extranjero y el capital y la mano de obra migraban a campos más lucrativos, la mano de obra y los conocimientos técnicos-gerenciales asociados se han atrofiado. Ahora, esto parece ser una amenaza para la seguridad económica y militar de EU, a medida que la destreza industrial y la amenaza estratégica de China han crecido.
En los últimos tres años, China ha construido un 47% de todos los barcos del mundo, y EU sólo el 0.1%, arrojan datos de las Naciones Unidas. Los astilleros chinos construyen buques comerciales y militares, una importante ventaja estratégica.
Estados Unidos ahora está tratando de desarrollar capacidad en sectores que van desde semiconductores hasta energía renovable, en parte al enviar una “señal de demanda” a inversionistas y trabajadores. Los subsidios a las plantas de semiconductores, por ejemplo, indican a los estudiantes que hay carreras en la producción de chips.
La señal de demanda de buques de guerra se desvaneció luego de que terminó la Guerra Fría. La producción de submarinos se desplomó de 3.8 submarinos al año en la década de los 80 a 0.7 submarinos en los 90, apuntó Eric Labs, un analista de la Armada en la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Recobró vida en la década del 2000, en medio de la creciente amenaza de China y la necesidad de reemplazar buques viejos. El tonelaje de buques de guerra en construcción pasó de 68 mil en el 2014 a 123 mil este año, estima Labs.
Bajo el más reciente plan de la Armada, esa cifra llegaría a 167 mil en el 2034. Pero los astilleros tendrán dificultades para alcanzar esa meta. Desde el 2019, la Armada ha planeado tres submarinos (dos de ataque y uno balístico) al año, pero la producción real ha sido sólo la mitad, indica Labs.
El número de proveedores se ha reducido drásticamente, generando cuellos de botella adicionales. Una de las causas de los retrasos en los submarinos eran problemas con un único proveedor de piezas fundidas grandes, como timones. Desde entonces, HII ha añadido dos proveedores en Reino Unido.
Chris Kastner, director ejecutivo de HII, está entusiasmado con el potencial de la manufactura aditiva (o “impresión 3D”) para producir componentes a la medida a una fracción del tiempo y del costo de fabricación tradicional, pero el estricto proceso de aprobación de la Armada retrasa la implementación.
No obstante, la mano de obra es el principal cuello de botella. HII opera sus propias escuelas de aprendices, pero no cubren todas sus necesidades. Los trabajadores contratados de la calle no duran tanto.
Hace 30 años, el soldador promedio aquí tenía 20 años de experiencia, señaló Boykin. Hoy, la mitad tiene menos de cuatro años de experiencia. La inexperiencia reduce la productividad y agrega demoras. Newport News reportó recientemente que alrededor de 20 soldadores se habían saltado un paso crucial, resultando en soldaduras deficientes en portaaviones y submarinos.
Bajo contratos negociados antes de la inflación pandémica, los sueldos ahí van desde los 17 dólares por hora, superan los 20 dólares en el lapso de un año y rebasan los 30 dólares para trabajadores más experimentados.
Eso alguna vez representó una suma considerablemente más alta que trabajos no calificados en la región. Ya no es así. Los restaurantes de comida rápida locales pagan hasta 16 dólares por hora, y Target está anunciando empleos de almacén de hasta 24 dólares.
La deserción anual entre soldadores es del 30%. Entre la generación más joven, “hay más cambio de empleo, en busca de mejores sueldos y mejores prestaciones”, dijo Kenny Blizzard, un soldador veterano de 37 años y subdelegado sindical para United Steelworkers.