(LINGLING WEI. THE WALL STREET JOURNAL)
En los años transcurridos desde la primera guerra comercial del Presidente Trump con China, Beijing ha acumulado un arsenal de herramientas para pegarle a EU donde le duele. Ahora, se prepara para desplegarlas al máximo.
El miércoles, China anunció que elevaría los aranceles a todas las importaciones estadounidenses al 84 por ciento, en respuesta a los nuevos aranceles estadounidenses del 104 por ciento a las importaciones chinas que entraron en vigor a medianoche. También agregó a seis empresas estadounidenses, incluyendo a Shield AI y Sierra Nevada, firmas de la industria aeroespacial y de defensa, a una lista negra comercial e impuso controles de exportación a una docena de empresas estadounidenses, entre ellas el fabricante American Photonics y BRINC Drones.
Mientras que Trump se ha centrado en los aranceles como su arma comercial predilecta, la estrategia de China va mucho más allá de imponer sus propios gravámenes, apoyándose en el atractivo del mercado chino para las empresas estadounidenses. Un hilo conductor central de su cálculo es cómo infligir dificultades a las empresas que se benefician de sus vínculos con la segunda economía más grande del mundo.
Entre las herramientas que Beijing ya ha utilizado, y probablemente ampliará, figuran controles de exportación de materiales críticos utilizados por empresas estadounidenses para fabricar chips y productos relacionados con la defensa, investigaciones regulatorias diseñadas para intimidar y penalizar a las empresas estadounidenses, y listas negras destinadas a impedir que empresas estadounidenses vendan a China. Además, las autoridades están preparando nuevas formas de presionar a las empresas estadounidenses para que renuncien a sus joyas de la corona, como la propiedad intelectual.
Este conjunto de herramientas subraya la capacidad del líder Xi Jinping para librar una guerra económica prolongada con EU. A medida que ambas capitales parecen avanzar hacia una desvinculación, también destaca los riesgos cada vez mayores para las empresas estadounidenses que operan o invierten en China, o simplemente comercian con el país.
“China ha creado sistemáticamente un nuevo arsenal de herramientas con el objetivo de minimizar el costo para China y maximizar el dolor para EU”, declaró Evan Medeiros, ex alto funcionario de seguridad nacional de la Administración Obama y hoy profesor en la Universidad de Georgetown. “Están preparados de una manera para tener una ventaja asimétrica en la guerra comercial”.
El Gobierno chino y los medios estatales han adoptado un tono desafiante y el Ministerio de Comercio ha declarado: “Si Estados Unidos insiste en seguir su propio camino, China luchará hasta el final”.
El arancel del 104 por ciento sobre todas las importaciones chinas que Trump ha impuesto en su segundo mandato se sumará a los aranceles anteriores ya vigentes, elevando el arancel promedio total a China a casi el 125 por ciento.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de China declaró el miércoles tras la oficialización del nuevo arancel que Beijing tomaría medidas enérgicas para defender los intereses del país, pero dejó abierta la posibilidad de negociación en condiciones de “igualdad, respeto y reciprocidad”. El Ministerio de Comercio de China señaló que EU ha disfrutado durante mucho tiempo de un superávit comercial con China en el sector de servicios, que ascendió a 26.6 mil millones de dólares en el 2023.
China exporta mucho más a EU de lo que importa. Aun así, China es el tercer mayor comprador de productos estadounidenses. Soya, aeronaves y petróleo figuran entre las principales exportaciones estadounidenses a China.
Hay algunas opciones a las que Beijing probablemente no recurrirá por ahora, ya que los costos para la propia China podrían ser elevados. Éstas incluyen devaluar drásticamente el yuan o vender agresivamente sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense. Ambas medidas podrían desestabilizar el mercado financiero chino y perjudicar su objetivo estratégico de fortalecer las relaciones comerciales con otros países.
Por ejemplo, en las últimas semanas funcionarios chinos se han puesto en contacto con algunos países del sudeste asiático, como Camboya, Laos y Tailandia, para intentar impulsar el comercio con ellos, así como para promover el uso del yuan chino en la liquidación de transacciones.
Durante esas conversaciones, los funcionarios chinos han indicado que Beijing está deseoso de mantener el yuan en gran medida estable para avanzar en su objetivo “desdolarizante” de realizar más comercio en yuanes.
Una herramienta que Beijing ha utilizado cada vez más para avanzar sus objetivos geopolíticos son sus normas antimonopolio. Por ejemplo, algunos acuerdos de fusión que podrían haber beneficiado a empresas estadounidenses, como la propuesta de adquisición de la israelí Tower Semiconductor por parte de Intel, no se concretaron después de que las autoridades chinas demoraron su aprobación.
En respuesta a las recientes medidas arancelarias de Trump, China inició la semana pasada una investigación antimonopolio sobre las operaciones en China de DuPont, 19 por ciento de cuyos ingresos el año pasado provinieron de China continental y Hong Kong, sin ofrecer muchas explicaciones.
El regulador antimonopolio chino también está revisando un trato que transferiría el control de dos puertos en Panamá de CK Hutchison, controlada por la familia del multimillonario hongkonés Li Ka-shing, a un grupo inversionista liderado por BlackRock. Aunque ninguna de las empresas ni los activos involucrados se encuentra en China continental, la investigación de Beijing amenazó con retrasar el acuerdo, que se ha convertido en un punto de conflicto entre EU y China. El trato ahora enfrenta un serio obstáculo después de que el auditor principal de Panamá declaró que CK Hutchison adeuda cuotas sin pagar y no obtuvo las autorizaciones necesarias para los puertos panameños.
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