(WENDY FERNÁNDEZ. EXCÉLSIOR)
En medio del crecimiento acelerado de la inteligencia artificial y del aumento en sus emisiones de carbono, Google anunció un acuerdo para adquirir energía de la primera planta de fusión nuclear de Commonwealth Fusion Systems, que es una empresa que surgió tras una escisión del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).Play Video
El acuerdo representa 200 megavatios de electricidad provenientes de una tecnología que, hasta ahora, sigue siendo una promesa científica. Sin embargo, se espera que esté cubriendo las necesidades de Google a partir del 2030.
Por otro lado, se dio a conocer que Google también participará en una nueva ronda de financiamiento para impulsar el desarrollo de Commonwealth Fusion Systems, que actualmente construye un reactor de demostración a las afueras de Boston, con fecha prevista de operación en 2026.
Aunque no se reveló el monto exacto de esta inversión, el CEO de CFS, Bob Mumgaard, indicó que será similar a la ronda anterior, que ascendió a 1,800 millones de dólares.
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Foto: Pixabay
¿En qué contexto se presenta esta adquisición?
La decisión de Google llega en un momento en el que las emisiones de gases de efecto invernadero de la compañía crecieron 11% en un año, alcanzando 11.5 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, a pesar de los compromisos previos por operar con energía limpia.
Además de que, el crecimiento de la inteligencia artificial ha llevado a las grandes tecnológicas a buscar nuevas fuentes de electricidad.
Tan solo en 2023, Microsoft firmó un acuerdo similar con Helion Energy, una startup que también desarrolla tecnología de fusión nuclear, con un reactor previsto para 2028.
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Foto: Reuters
¿Una apuesta arriesgada?
La inversión de Google es vista como un respaldo importante a la viabilidad futura de la fusión nuclear. Sin embargo, expertos advierten que el camino es incierto, ya que, aún no se ha probado que esta energía pueda producirse a escala, con eficiencia y de forma comercialmente viable.
Aun así, en un contexto donde las grandes tecnológicas enfrentan presiones ambientales, regulatorias y energéticas, la apuesta por tecnologías de próxima generación podría marcar la diferencia entre rezagarse o liderar el futuro energético de la Inteligencia Artificial.
