(ALEJANDRO WERNER. REFORMA)
La reducción de la pobreza y la mejora en la distribución del ingreso son logros fundamentales del nuevo modelo económico que se ha ido consolidando en el país desde el gobierno anterior.
También resulta útil analizar qué ha ocurrido con el gasto de las familias. Es difícil que los segmentos más pobres puedan mantener periodos prolongados de mayor gasto sin que sus ingresos hayan aumentado. Los datos del gasto son muy claros y son consistentes con la información de los ingresos: las familias más pobres del país fueron las que más incrementaron su consumo en los últimos seis años. Por ejemplo, los hogares del decil más pobre del país incrementaron su consumo en un 24 por ciento entre 2018 y 2024, siendo el decil con mayor crecimiento en ese período. Los dos deciles siguientes también registraron incrementos del 20 por ciento. Sorprendentemente, el decil de mayores ingresos no mostró cambios en su consumo familiar durante ese tiempo.
Otra tendencia que refuerza esta evidencia es la información de INEGI sobre el porcentaje de la producción nacional que es capturada por los trabajadores y qué proporción representa pagos al capital. Los datos recientes revelan que, de 2018 a 2024, la proporción del PIB que capturan los trabajadores aumentó de casi el 25 por ciento al 30 por ciento y la del capital se redujo de 48 por ciento a 41 por ciento. Es importante destacar que los rendimientos del capital se concentran mayormente en los segmentos más ricos de la sociedad. Por lo tanto, este cambio refuerza la medición de la disminución de la pobreza y mejora en la distribución presente en la ENIGH, ya que los dueños del capital se llevaron una menor proporción del producto.
Por otro lado, durante ese mismo período, el producto per cápita de nuestra economía no creció, y según la encuesta de expectativas de Banxico, tampoco lo hará en 2025. Esto significa que, en los últimos siete años, el crecimiento del ingreso per cápita en el país será uno de los más bajos de América Latina y de los países del G20.
Simplificando el análisis, los resultados de la estrategia económica vigente pueden caracterizarse por una combinación de estabilidad, redistribución y estancamiento económico. Esto plantea la siguiente pregunta: ¿fue la estrategia basada en el incremento del salario mínimo, reformas laborales y mayores pensiones y programas sociales la causa del bajo crecimiento? La encuesta mensual del Banxico a un amplio grupo de expertos indica que, en los últimos siete años, los costos laborales no han sido un factor relevante. Según estos expertos, los principales obstáculos al crecimiento se concentran en temas de Estado de derecho, inseguridad y corrupción. Con este resultado podríamos pensar que si la estrategia redistributiva ha sido tan exitosa social y políticamente y no ha sido la causa del bajo crecimiento, lo más probable es que continúe en los próximos años.
Esta estrategia de distribuir sin crecer tiene límites. El espacio para la redistribución mediante aumentos en los salarios eventualmente limita la inversión y el crecimiento. Por su parte, el aumento de pensiones y programas sociales podría generar riesgos fiscales, especialmente en un contexto en el que las metas para 2026 incluyen continuar con la reducción del elevado déficit heredado por la presente administración y seguir apoyando financieramente a Pemex durante su proceso de reestructuración.
¿Cuánto tiempo puede sostenerse esta estrategia “insostenible”? En mi opinión, esta situación puede mantenerse por varios años debido a la fortaleza financiera de nuestro país y a lo que podríamos llamar una política redistributiva que hasta la fecha ha sido cuidadosa en evitar problemas fiscales, aun a costa del deterioro en la provisión de servicios públicos como la salud. México cuenta con amplias reservas internacionales, niveles crecientes pero manejables de deuda pública, un sistema financiero sólido y abundantes recursos en el sistema de ahorro para el retiro que pueden usarse de manera aún más intensiva para financiar el modelo. Aunado a esta fortaleza financiera, las restricciones políticas como el referéndum revocatorio y las elecciones legislativas del 2027, hacen poco probable que se den cambios importantes en el modelo económico. Lo peligroso es que siempre habrá una elección en puerta o un problema político urgente que nos lleve a posponer la recalibración del modelo debilitando gradualmente nuestra solidez financiera hasta el punto en que eventualmente lo insostenible se haga realidad.
El autor es director fundador de Georgetown Americas Institute.
