(JOSÉ BUENDÍA HEGEWISCH. NÚMERO CERO. EXCÉLSIOR)
La presidenta Claudia Sheinbaum llega a su primer informe bajo la sombra que proyecta Trump sobre su agenda de gobierno. Su mayor envite ha sido contener el viraje que implica la revuelta del republicano sobre la política interior del país y tratar de desactivar el revólver que empuña, como policía mundial, a cuenta de la soberanía. Su mayor órdago es no perder autonomía ante las políticas intervencionistas y la sujeción de la agenda a las exigencias de la Casa Blanca. No es casual que dedique uno de los promocionales de su informe a recordar a Trump —sin nombrarlo— que México es una nación soberana, con el mantra “colaboración, coordinación, nunca subordinación”, que repite queriendo conjurar su amenaza. Un discurso del anaquel del patriotismo que poco influye en su interlocutor.
Tampoco es de extrañar que las tensiones soberanistas desaten enconados enfrentamientos en la Cámara alta una vez que la oposición del PRI y PAN secundan la presión externa para ganar presencia. La intromisión resquebraja consensos “intocables” ante la injerencia de afuera con la peligrosa idea de que la mayor traición a la soberanía es no combatir a los cárteles; como reclama EU con su amenaza de atacarlos como terroristas o exhibir la caída de El Mayo como el colapso del mito de que los grandes capos están fuera del alcance de su justicia. La declaración de culpabilidad de El Mayo y reconocer sobornos a policías, militares y políticos durante décadas hasta su captura en 2024 abre brecha a la acusación de pactos o complicidades con los cárteles. La petición opositora de apoyo a EU para enfrentarlos expresa el mismo cambio del significado de la palabra injerencismo, como ataque al crimen y el terrorismo con que EU justifica su intromisión en la seguridad o la migración.Play Video
La intención de manipular la realidad con el cambio de significado de las palabras es la llave de Trump para expandir su dominio, junto con el castigo arancelario. Cuando Sheinbaum habla de cooperación, su contraparte ofrece enviar militares al país; cuando dice coordinación, EU entiende autorización para operaciones en la frontera; y si rechaza la subordinación, Trump acusa de estar petrificada ante el crimen. No es sólo un desencuentro por falta de significados compartidos, sino una manera de dejar atrás viejas fronteras del concepto de soberanía para extender su dominio. Por ello, la mayor apuesta del primer año de Sheinbaum ha sido resistir el choque económico del neoproteccionismo externo, tanto como resistir el injerencismo en migración y seguridad. La amenaza de cerrar la frontera para capturar la agenda migratoria o el giro en la política de seguridad ante la amenaza intervencionista orillan a su gobierno a decidir hasta dónde está dispuesto a ceder y modificar el concepto de la política interior.
¿Qué implicaciones ha tendido la revolución trumpista para la agenda del primer año de Sheinbaum? ¿Hasta dónde trastoca las prioridades de su gobierno? ¿Qué virajes ha dado en seguridad, migración o economía un gobierno que se define de continuidad respecto al anterior? ¿Cuáles cartas decidirán la partida? Una de las mayores ironías de estas interrogantes es que la oposición ni siquiera se percata de que las presiones de Trump han sido un respaldo para el viraje del plan de seguridad de Sheinbaum contra las resistencias de intereses afectados dentro de su coalición. Pero es difícil de no ver cómo Trump exalta sus logros en migración, incluso jactándose de que México y Canadá hacen lo que él quiere en la frontera, sin necesitar ninguna nueva ley. Aunque su principal objetivo es el Plan de Seguridad de Sheinbaum para reducir a los cárteles, pero sin hacerse cargo de la violencia que genera el tráfico de armas y el consumo de drogas en EU. El cambio en la agenda anticrimen es notorio en la mayor orientación hacia la investigación e inteligencia para perseguir el crimen y atacar sus finanzas con una nueva Ley Antilavado, elevar decomisos de droga y entrega de medio centenar de los mayores capos para ser juzgados en tribunales estadunidenses.
Pero errar en la lectura es una expresión patente del estado de confusión por la disputa política interna y la presión externa sobre la agenda del gobierno. Cuando el arma desenfundada del interlocutor apunta a la acción del gobierno y la oposición aviva el fuego interno, el mayor reto es mantener el rumbo y el control de la agenda, aunque llegue al primer informe con aprobación superior a 70% en las encuestas.
