(JOSÉ BUWNDÍA HEGEWISCH. NÚMERO CERO. EXCÉLSIOR)
La narrativa oficial para desacreditar la manifestación de generación Z, erró el tiro, ya sea por mal cálculo o por dirigirlo a la polarización política sin atender a los jóvenes. El desdoro es una equivocación, y contraproducente, pero evidenció una sobrerreacción errática del gobierno impulsada más por la idea de resistencia que responder a sus problemáticas.
Por supuesto que la investigación de Infodemia sobre una campaña digital articulada como estrategia de desinformación internacional, grupos de poder y partidos opositores, tiene visos de ser cierta. La curva de información falsa generada en redes para aprovecharse se mueve a diario con sobreabundancia de información en la “guerra cultural”. Pero el punto no es probar la falta de autenticidad de la protesta, sino la pretensión de crear un relato de hechos para que la gente reaccione y cuidar la caída de la popularidad de la Presidenta.PauseUnmute
Incluso tomando por válida la sospecha de la operación coordinada de enemigos, quien la convirtió en un hecho político es la interpretación del gobierno contra una convocatoria que de otra forma no habría capturado tanta atención del mundo político; la activación de editoriales afines y cuentas en redes para advertir de un peligro inminente que crece con su reacción.
La Presidenta dedicando espacio en dos mañaneras a desenmascarar la manipulación de adversarios políticos, que pretenderían sembrar una narrativa de ingobernabilidad aprovechando la conmoción social por el asesinato de Carlos Manzo; reclamando develar nombres e intenciones de los convocantes. Una exhibición política armada por noticias e informaciones que construyen problemas sociales, crisis y una sucesión de amenazas y seguridades… y que son pan de cada día de la infodemia en redes.
Pero en esa construcción queda fuera de observación el lugar de los jóvenes en la interpretación oficial de los hechos o de su politización. Algunos análisis, como el de Viridiana Ríos, destacan que la generación Z expresa niveles de descontento bajos, y que, entre sus inconformidades, la principal no es la seguridad, sino oportunidades económicas y laborales, apoyada en Latinobarómetro de 2024.
Lecturas como ésa apoyan la idea de que los jóvenes no tienen suficientes motivos para manifestarse. Pero también disiparía el temor al contagio con experiencias como la de Nepal o Marruecos sin otro precursor que influencers con ideologías de derecha internacional, empresarios resentidos con la 4T o partidos oportunistas que se cuelgan de cualquier movimiento que ofrezca un poco de visibilidad.
Otras fotografías matizan la interpretación: los jóvenes son más críticos con la actuación de Sheinbaum en seguridad que otros sectores, junto con un profundo malestar por diversas causas.
Vale recordar que la convocatoria surgió de simpatizantes de la revocación de mandato que impulsa Sheinbaum, aunque luego tomó otro curso con el deslinde de grupos por la infiltración de partidos y la adhesión de adversarios políticos de la 4T como los chavorrucos Vicente Fox y Rosario Robles, en palabras de Sheinbaum; y se decantó por la seguridad tras el crimen de Manzo, como sucede con la propagación del fuego en pasto seco.
De la ruta de dispersión en redes es difícil esperar articulación de grupos genuinos, verdaderos y coherentes en sus demandas. Pero precisamente por el magma de problemas que aquejan a esta generación es que no se debe invisibilizarse la inconformidad que recorre a universitarios y jóvenes por diversos tipos de violencia, y que, por ejemplo, se puede observar en la sacudida a la UNAM con el paro de más de 20 facultades este semestre. La principal demanda: seguridad.
La inconformidad estudiantil ahí y en las prepas se centra en denunciar hechos de violencia dentro del campus, el homicidio de un estudiante en CCH Sur y un aumento en amenazas digitales y físicas de grupos radicales internos como los Incels no son hechos aislados ni exclusivos de la universidad, pero que también refleja fallas institucionales.
La más grave falla es ver a los jóvenes como amenazas o masas manipulables, como refleja el blindaje de Palacio. Ni una ni otra.

