JAIME OMAR TORRES. EL UNIVERSAL
NACIÓN| 13/07/2023 |02:09 |Jaime Omar Torres |Actualizada02:09
El tema de los riesgos Ambientales, Sociales y de Gobierno corporativo (ASG) son tendencia mundial, no solo por su relevancia sino también por la profundización del concepto en diversos aspectos de la economía y la sociedad.
Al dar seguimiento específico a los riesgos ambientales, el Comité Técnico Nacional de Riesgos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), se ha enfocado en su impacto financiero de las organizaciones.
Las organizaciones mundiales han elevado la clasificación de los riesgos ambientales; ahora los colocan en los primeros lugares. Este incremento de enfoque ha requerido que los principales cuerpos responsables de emisión de normas de información financiera emitan normas de sustentabilidad. Tal es el caso del International Sustainability Standards Board (ISSB por sus siglas en inglés), que creó y emitió sus primeras normas IFRS S1 e IFRS S2 para unificar diversas iniciativas en la materia.
A la vez, cada vez son más los requerimientos de financiamiento promovidos mediante los denominados “bonos o instrumentos verdes”. A través de ellos, se busca obtener recursos de potenciales inversores promoviendo actividades de negocio con un sentido de cuidado ambiental, de inversión en negocios sostenibles o para financiar proyectos socialmente responsables con el medio ambiente.
Estas tendencias han originado un cambio al interior de las organizaciones donde el reporte financiero implicará la participación y coordinación de personal no solo con perfil financiero. Porque las áreas responsables de gestión de riesgos y las de reporte financiero deberán colaborar para informar su administración de riesgos ASG, indicando su proceso de identificación, jerarquización, mitigación y potenciales impactos y revelando aspectos significativos de naturaleza tanto financiera como cualitativa.
Sin embargo, estas tendencias han generado un nuevo riesgo, el greenwashing. Denominado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como ecoimpostura, se trata de “un lavado de imagen para hacer creer al público que las medidas de impacto medioambiental de una empresa o entidad son mayores de las que efectúa en realidad”.
Este nuevo riesgo implica un tema ético y moral, donde las organizaciones deberán vigilar la existencia de un compromiso real con los temas ambientales, toda vez que el greenwashing representa un potencial riesgo reputacional significativo. Asimismo, es de esperarse que a futuro se requiera de una validación o dictaminación de un profesional externo con relación al cumplimiento de las regulaciones de revelación respecto a riesgos ASG en donde se enfrentará el riesgo de dictaminar un cumplimiento o compromiso inexistente en organizaciones que realizan greenwashing.
El riesgo se incrementa si los gobiernos de los países, en especial los más contaminantes del mundo, no tienen un compromiso contundente hacia esas iniciativas, permeando así el riesgo en la cultura empresarial de las organizaciones.
Como ejemplos de greenwashing se tienen declaraciones o afirmaciones falsas o engañosas respecto a reciclaje, niveles de emisiones y residuos contaminantes o biodegradabilidad de empaques, también a la explotación de recursos naturales limitados o con problemas de regeneración con autorización o certificación legal para su ejecución y declaraciones de acciones en favor del medio ambiente vagas o no verificables.
El greenwashing es un nuevo riesgo que tendrá un matiz importante entre el “fondo” vs. la “forma” con lo cual el riesgo final será aparentar hacer y no hacer nada o no hacer lo suficiente para revertir una realidad ambiental catastrófica para la subsistencia humana.
Integrante del Comité Técnico Nacional de Administración Integral de Riesgos del IMEF