(RANA FOROOHAR. THE FINANCIAL TIMES)
De todas las tendencias del mercado laboral de la era de la pandemia que ya quedaron atrás, el impacto desproporcionado que tuvo la emergencia en las carreras profesionales de las mujeres tal vez es el más significativo. Lejos de huir de la fuerza laboral en Estados Unidos, las mujeres la están impulsando actualmente.
Cuando el covid-19 golpeó por primera vez, la fuerza laboral femenina se vio muy afectada, no solo porque las mujeres estaban desproporcionadamente representadas en sectores que cerraron por los confinamientos, como el ocio, la hospitalidad y la educación, también porque asumían más responsabilidad en la educación en el hogar y el cuidado infantil en la pandemia. Muchos pensaron que esta sería una tendencia a largo plazo.
La economía está de nuevo en marcha, las trabajadoras están en una racha. El crecimiento del empleo femenino no solo superó al de los hombres después de la pandemia, sino que la tasa de participación en la fuerza laboral entre las mujeres de 25 a 54 años en EU acaba de alcanzar su tercer mes con un récord, pues 77.8 por ciento de las mujeres de ese grupo en ese rango de edad ahora están trabajando.
En cierto modo, esto es un regreso a la normalidad. Entre 2015 y 2020, la participación femenina en la fuerza laboral en edad de máxima actividad aumentó 3.5 puntos porcentuales, tres veces la tasa de crecimiento de los hombres. Los economistas atribuyen este salto al mercado laboral más restringido después de la Gran Recesión de 2007-2009, que aumentó los salarios y atrajo más mujeres al trabajo. El mismo efecto está en juego ahora, pero la inflación aumenta el impulso.
El regreso de las mujeres al mercado laboral encaja con otra predicción que no se ha cumplido. Mientras que muchos economistas pensaban que la pandemia llevaría a muchos boomers a la jubilación anticipada, ocurre justo lo contrario. Los millones de personas de más de cincuenta y sesenta años que dejaron el trabajo están volviendo, liderados por mujeres.
La inflación es una de las razones de esto, pero la falta de un ahorro adecuado para el retiro —incluso con los precios de los activos todavía relativamente altos— es otra. Solo 34.6 por ciento de los estadunidenses en edad de trabajar tienen un plan de pensiones 401k (de compensación definida) patrocinado por la empresa, que es la principal forma de ahorrar para la jubilación en Estados Unidos. (Casi otro tercio tiene algún otro tipo de cuenta para este fin).
El promedio de ahorro para la jubilación de la mitad inferior del espectro socioeconómico es un escandaloso cero. Las mujeres son las que se encuentran en peor situación. Tienen 80 por ciento más probabilidades de empobrecerse en su vejez que los hombres, según el informe de 2016 “Shortchanged in Retirement”, de Jennifer Brown y otros, gracias en parte a una vida laboral más corta.
Dicho esto, también tienen nuevas ventajas. La mayor flexibilidad laboral tras la pandemia es una bendición para muchas mujeres, sobre todo para las madres trabajadoras (las mujeres empiezan a rezagarse con los hombres en el mercado laboral después de tener hijos). Es más, la Casa Blanca de Biden hizo de la incorporación de más mujeres y personas de color al mercado laboral una prioridad estratégica, vinculando el gasto en infraestructuras y los subsidios empresariales para cosas como la energía limpia y los semiconductores a los esfuerzos por crear una mano de obra más diversa.
Esto ya provocó algunos grandes cambios de mujeres que se dirigen hacia ámbitos tradicionalmente masculinos, como la construcción y el transporte. En el primer semestre de este año, el Departamento de Edificios de Nueva York expidió el triple de tarjetas de seguridad para trabajadores de la construcción a mujeres que en 2019.
En otros lugares, los líderes de los derechos laborales ganaron una gran demanda que exige a uno de los mayores fabricantes de autobuses del país, New Flyer, que contrate a más mujeres y minorías en lugares como California y Alabama, como parte de una transición a la energía de la baterías financiada por el proyecto de ley de infraestructuras de Biden. Los sindicatos del sector de la construcción afirman que muchas más mujeres se inscriben en programas de capacitación, mientras que los empresarios de mercados laborales restringidos se esfuerzan por acomodar los horarios de trabajo y de cuidado de los hijos.
Aunque las mujeres se están incorporando a trabajos por lo regular masculinos, la tendencia no ocurre de la otra forma. Las ciencias sociales demuestran que, mientras las mujeres aceptan trabajos de fabricación por salarios más altos, los hombres, sobre todo los blancos, son menos propensos a dedicarse, por ejemplo, a la enfermería, aunque ganen más que en un trabajo manual.
Dado que tanto el sector de fabricación como el de atención de salud están en auge, será interesante ver cómo se desarrollan estas tendencias basadas en el género, sobre todo si se añade la inteligencia artificial (IA). Un estudio reciente de la Escuela de Negocios Kenan-Flagler de la Universidad de Carolina del Norte reveló que las mujeres son más vulnerables que los hombres a las disrupciones de empleo provocadas por la IA, en parte porque, en términos porcentuales, son más las que siguen ocupando puestos administrativos de oficina que las que trabajan en servicios manuales y producción.
Los investigadores constataron que 80 por ciento de las trabajadoras están muy expuestas a las disrupciones de la IA, en comparación con 58 por ciento de los hombres.
Si bien esto puede ser cierto a corto plazo, yo diría que a medida que la tecnología de vanguardia se adentre en áreas como fabricación y logística, también se producirá un desplazamiento en campos masculinos. En el futuro, es probable que quienes tengan una mayor inteligencia emocional y la capacidad de ser flexibles en las tareas y volver a capacitarse rápidamente para hacer frente a lo que venga serán los que tengan más demanda, sin importar el sexo. Eso me recuerda una conversación que tuve con una directora ejecutiva de servicios financieros, quien me dijo que le encantaba contratar a madres trabajadoras porque su esfuerzo por llegar a casa a tiempo para cenar las hacía muy productivas y eficientes. Esa es una tendencia laboral basada en el género que puedo apoyar.