Frente al crecimiento poblacional, ¿cómo vamos a alimentar a la población de México y el mundo para mediados de este siglo?, cuestiona José Sarukhán, el ecólogo más importante del país, cuya respuesta posterior bosqueja un futuro ignoto: “será determinado por qué tanta biodiversidad podamos conservar o perder”.
Lo que sí es seguro es la imposibilidad de alimentar a la población mundial de manera sustentable con base en la agricultura tecnificada, perdiendo cada vez más la “cultura” en la palabra y la práctica, así como soslayando el papel vital de los productores y pequeños campesinos, agregó durante el seminario “¿Podemos alimentarnos de manera saludable y sustentable?”, llevado a cabo en El Colegio Nacional.
“La agricultura altamente tecnificada como se practica hoy en día ya no da más. No es que seamos merolicos pregonando el fin del mundo, lo ha dicho la FAO y organismos financiadores del desarrollo agrícola en el tiempo, puesto que los costos energéticos en la agricultura tecnificada son ruinosos y esa energía se paga con dinero, por lo que se vuelve un comercio”, añadió el investigador del Instituto de Ecología de la UNAM y ex coordinador de la Conabio.
Recordó que slogans políticos y populistas en la historia del país han buscado generar la idea de que México es un país agrícola, pero no lo es, sino uno forestal: que utiliza los recursos de los ecosistemas. “Por esta imagen es que pensamos que todas las poblaciones rurales tienen que vivir de la agricultura, un error muy grande y de una política errada que incluso ha llevado a la manipulación de esas poblaciones para fines políticos”. Sin embargo, los campesinos mexicanos son la base del sustento agrícola del país.
Refirió que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indicó en su reporte de 2014, que apenas 570 millones de unidades familiares de producción alimentaria proveían la mayor proporción de alimentos en el mundo, es decir, son forma dominante de agricultura debido a que ocupan entre el 70% y el 80% de la tierra agrícola y producen el 80% de alimentos.
“Esto fue un cambio de 180 grados respecto a lo que nos decían día tras día, sobre que la base del sustento agrícola era la alta tecnología con grandes extensiones y maquinaria”.
DIVERSIDAD BIOLÓGICA Y CULTURAL.
Es en los campesinos mexicanos y en su gestión de los recursos donde el país tiene una gran ventaja en el mundo, puesto que su diversidad biológica y ecológica es la más importante sólo después de China, que tiene un territorio cinco veces mayor, añadió. “La agricultura se da por el cruce de dos diversidades, la diversidad biológica y la diversidad cultural”.
Enfatizó que la comida tradicional mexicana es de las más sanas que existen, no obstante cada vez es más difícil acceder a este tipo de alimentación. Una forma de facilitarlo es en la cadena de producción para llevar el esfuerzo de los agricultores a la mesa. Eso requiere de mejores cadenas de producción y el empleo de técnicas agroecológicas.
“Podemos ayudar sumando a esa cadena mecanismos de distribución de los productos agrícolas a mercados locales y regionales; así como estimular y orientar a la industria alimentaria en México a producir alimentos de la gastronomía mexicana, de fácil preparación en la cocina moderna”.
Bajo el esquema de evolución bajo domesticación se ciñe la columna vertebral de cualquier sistema alimentario del mundo que pueda vislumbrarse como sustentable, acotó. Es este esquema el mismo que se ha utilizado a lo largo de la historia de la humanidad y la civilización, sin depender del tipo de agricultura tecnificada.Lee también
Finalmente, durante su participación en el seminario señaló que en el país existen tres elementos centrales para contar con un sistema agrícola realmente fuerte y propio:
La diversidad biológica grande de plantas cultivadas; la gente que resguarda el conocimiento de las prácticas que conservan el proceso de evolución bajo domesticación; y el tercero, es la integración del conocimiento científico moderno, haciendo a los campesinos parte de ese proceso de mejoría agrícola. “Lo que nos falta es unir las tres cosas”.
¿Por dónde comenzar?
Durante su participación en el seminario, coordinado por Julia Carabias, Julio Berdegué, académico del Departamento de Economía Agraria de la Universidad Católica, de Santiago de Chile, se refirió a las opciones para una agricultura comercial más sustentable.Para ello, el experto mencionó tres principios elementales: el primero, priorizar objetivos en la agenda pública de sustentabilidad agrícola. “Se necesita una estrategia con incentivos y no sólo con regulación”; el segundo, incluir cuatro factores en la estrategia, la gobernanza, la institucionalidad, los incentivos financieros y la innovación tecnológica; el tercero, financiamiento para que los campesinos tengan herramientas adecuadas para ser eficientes.