(PEDRO LÓPEZ SELA. EXPANSIÓN)
Está cobrando impulso una tendencia por la que la generación de bienes y servicios innovadores se realiza en mercados emergentes antes de expandirse en grandes países.
Las innovaciones de vanguardia generalmente son diseñadas en y para países de renta alta, lo cual ha significado limitaciones en la economía global: cuando las organizaciones pretenden llegar al mayor número de mercados posible, a menudo acaban enfrentándose al reto de que los rangos de precios de esos productos no son viables en la mayoría de los países en desarrollo.
Ante este panorama, está cobrando impulso una tendencia conocida como “Innovación Inversa” por la que la generación de bienes y servicios innovadores se realiza en mercados emergentes antes de expandirse en grandes países; es una estrategia diseñada por Vijay Govindarajan y Chris Trimble, profesores de la Escuela de Negocios Tuck, que ha demostrado ser relevante, especialmente para la India, en donde existen numerosos centros de I+D en muchos sectores y de muchas industrias internacionales.
Trasladar las instalaciones de investigación y desarrollo a estos países ha permitido a las empresas conocer mejor los hábitos y preferencias del consumidor local y generar diseños mejores y más rentables, además de incrementar el número de líneas de investigación, tanto para tecnologías novedosas y autónomas como para tecnologías existentes, fomentando la cooperación internacional.
Como resultado, se han producido mejoras incrementales con un acceso más barato a tecnologías clave a través de licencias cruzadas: a cambio de compartir las mejoras con el primer innovador, los investigadores posteriores acceden a la tecnología de base a un costo mucho menor facilitando la comercialización en países de renta baja. Así sucedió con las soluciones de IoT de gama alta, que se desarrollaron a través de colaboraciones multicontinentales.
Algunas de las mayores empresas del mundo están adoptando la innovación inversa como estrategia para muchas ramas de la investigación, así como para mantenerse y triunfar frente a la competencia y entrar al mercado mundial aprovechando los mercados emergentes, los cuales les sirven para evaluar la respuesta del mercado al producto que más tarde introducirán al mercado occidental. Adicionalmente se benefician de las economías de escala, así como de los mayores márgenes de beneficio que obtienen gracias a una producción de bajo costo en los países en desarrollo y a la venta de productos a precios más elevados en el mercado occidental.
Ejemplos de diseños a partir de la Innovación Inversa hay muchos, entre ellos: un aparato de Electrocardiograma desarrollado en Bangalore; un refrigerador de bajo costo que funciona con pilas y utiliza chips de refrigeración, diseñado para satisfacer las necesidades de los consumidores de los países en desarrollo; un purificador de agua que no necesita de electricidad, hecho de ceniza de cáscara de arroz, que utiliza nanotecnología de plata y que puede suministrar agua limpia para una familia de cinco miembros durante un año.
Pero seguramente el más significativo es una centrifugadora médica llamada “paperfuge”, un dispositivo manual de 20 céntimos que puede girar a 125,000 rpm y ejercer hasta 30,000 Gs de fuerza centrífuga, diseñada para funcionar sin electricidad, a partir de un juguete manual conocido como “zumbador”, consistente en un botón enhebrado con un cordel que, al estirarse rítmicamente para enrollarlo y desenrollarlo, lo hace girar rápidamente. Un instrumento disruptivo económico y muy eficiente.
Aunque la Innovación Inversa ha dado lugar a más innovaciones o ha ayudado a las empresas a desarrollar productos radicalmente nuevos, este enfoque no tiene por qué significar o ir de la mano de la innovación disruptiva. Podría significar cualquier innovación de producto (ya sea disruptiva, incremental, radical o Kaizen) que se incorpore, se ejerza o se ponga en práctica en el país en desarrollo para crear productos que más tarde se introducirían en los mercados occidentales como soluciones rentables.
Entre las principales ventajas de esta innovación está el beneficio a los consumidores de tener una amplia gama de alternativas a precios competitivos, en tanto los productores logran flexibilidad al fabricar sus productos y, conforme aumente la demanda de tecnología, habrá más inversión que favorecerá la industrialización, al tiempo que exploran y generan medios para resistir las condiciones del mercado. Con el tiempo se espera que la innovación inversa revolucione definitivamente las normas de la industria, los imperativos del mercado y las perspectivas de expansión global.
Cuando una multinacional aprende a desarrollar ideas eficaces en los países en desarrollo y luego las exporta al mundo desarrollado, se abren nuevas posibilidades de negocio, las limitaciones establecidas de la empresa se desvanecen, y ésta puede reconsiderar todos sus productos y entrar en nuevos mercados en busca de crecimiento. Como mencionó Carl Horton, Consejero Jefe de Propiedad Intelectual de una conocida empresa internacional: “innovar en los países en desarrollo ayudó a la empresa a diseñar productos mejor adaptados a las necesidades locales específicas y dio lugar a una demanda superior a la prevista inicialmente.”
La Innovación Inversa dará un nuevo impulso a la globalización y a la viabilidad de la producción y comercialización transfronterizas haciendo más realista el lema “un mundo, un mercado”. Los países en desarrollo son ahora un mercado objetivo muy lucrativo y potente en el que muchas empresas internacionales pueden aventurarse, capitalizar o afianzar su posición.