(VIRGINIA BAUTISTA. EXCÉLSIOR)
Una reinterpretación del escudo nacional mexicano. El artista visual Josué Mejía (1994) recrea el mural transportable Bombardero y tanque, de José Clemente Orozco (1883-1949), y propone un antiescudo en el que aparece la imagen de un avión (águila) y una serpiente; pero, en lugar de que el ave devore al reptil, la víbora derriba al aeroplano.
Tras permanecer 80 años en las bodegas del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, donde se presentó por primera vez el 14 de mayo de 1940, dentro de la exposición Veinte siglos de arte mexicano, y se ha vuelto a exhibir desde abril pasado, este conjunto mural de Orozco fascinó al joven creador, que lo reinterpreta desde la caricatura y el performance a partir de los bocetos preparatorios que el museo conserva.
La propuesta de Mejía se exhibirá con el título de Cuerpos cargados de turbosina, bajo la curaduría de Edgar Hernández, en el Local 1, ubicado en la colonia Roma, del 21 de septiembre al 22 de diciembre próximo.
Bombardero y tanque, obra de 2.75 metros de alto por 5.50 metros de ancho, dividida en seis tableros móviles, fue pintada por Orozco dentro del museo durante diez días, a la vista del público; esto evoca en Mejía una especie de acción performática.
Me gusta esta pieza porque, al final, es la visión de José Clemente Orozco sobre la tecnología y, en particular, sobre la guerra”, afirma en entrevista con Excélsior.
Sabía que él había hecho un mural para esa exposición y que eran seis paneles que se podían intercambiar. Revisando el archivo digital del MoMA, encontré los bocetos y me parecieron bastante particulares, porque distan mucho de la obra final”, confiesa.
En los primeros apuntes encuentras bien definido el aeroplano y la serpiente. Es decir, sí existen y son visibles esas formas. Pero, conforme va avanzando la serie, el avión se vuelve más abstracto y la serpiente, curiosamente, mantiene su forma ondulada, pero en los últimos dos bocetos empieza a ser menos visible, sólo queda su cola. En uno de los dibujos, la serpiente se multiplica y parece llamas de fuego. Pero, ya en la pintura, aparece como un garfio, se pierde la noción.
Se que la primera idea no será la última, pero es importante ver qué clase de objetos vas omitiendo. Creo que, al final, el mural se vuelve ambiguo. La serpiente cae con el bombardero. Es interesante pensar cuál era la relación entre México y Estados Unidos en ese momento, pues Orozco quitó elementos que al principio eran importantes”, destaca.
Desde hace un lustro, Mejía ha revisado los mecanismos y las estructuras que han definido el consumo del arte mexicano en el extranjero, concretamente en Estados Unidos. Y ahora presenta “un cuerpo de trabajo que nos desvela cómo la performatividad se vuelve un eficaz vehículo para revisitar piezas icónicas del arte mexicano”.
Explica que busca las imágenes que se produjeron en torno a la industria y a la tecnología, como parte del arte mexicano del siglo XX. “Al revisarlas, trato de entender los acuerdos políticos y económicos en los que estaba metido el arte mexicano.
Esta obra de Orozco fue una negociación entre Rockefeller y Lázaro Cárdenas, mediados por la Expropiación Petrolera. Originalmente estaba pensada para hacerse en Francia, pero estalló la guerra”, añade el creador.
Indica que se apoyó en las seis lecturas que el muralista propone. “Mi práctica parte desde la caricatura y la narrativa gráfica. Me parece que los módulos tienen que ver con el lenguaje de la viñeta. El dibujo es una herramienta para aprender y entender. Hice seis caricaturas de un avión más explícito, siendo derribado por una serpiente. Es más influenciado por las caricaturas de Disney”, señala.
Dice que se desconoce por qué cambió tanto la idea original de Orozco. “Tal vez tiene que ver con la autocensura, hay mil posibilidades; pero yo quise recrear esa primera idea”.
Las imágenes de Mejía serán proyectadas en la galería-bar y se abrirá una interacción directa con el público, ya que se pondrán a disposición de los visitantes una serie de camisolas militares, decoradas con parches que reproducen los mismos aviones derribados por serpientes.