(DANIELE GRASSO. EL PAÍS)
A 150 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas, en la costa norte de Brasil, Petrobras pretende abrir un nuevo agujero de casi tres kilómetros de profundidad para extraer petróleo. La operación, pendiente de pocos detalles burocráticos, es la “nueva frontera petrolífera” de la empresa: gastará al menos 3.000 millones de dólares para descubrir nuevos yacimientos en la zona, conocida comomargen ecuatorial, según su plan financiero.
Petrobras es una de las 20 empresas que más gases de efecto invernadero ha emitido a la atmósfera en los últimos 50 años. Cuando necesita capital para operaciones como la del río Amazonas, recurre a los mercados financieros, donde pone a la venta partes de su deuda en forma de instrumentos llamados bonos. Aquí, bancos y asesores se encargan de que la empresa encuentre el dinero que necesita: en los últimos años, Petrobras ha contado con la ayuda de entidades como JP Morgan, Deutsche Bank, ofiliales de los españoles BBVA y Santanderpara conseguir 38.000 millones de euros.
La venta de bonos es la vía por la que entidades financieras, asesores y despachos de abogados han puesto en el mercado más de un billón de euros (casi el equivalente al PIB de España) para financiar nuevos proyectos de empresas de gas, carbón y petróleo desde que entró en vigor el Acuerdo de París en 2016, el pacto global para limitar el calentamiento terrestre por debajo de los 2 grados reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
Así lo revelan los datos analizados en exclusiva por EL PAÍS, Le Monde, The Guardian y otros ocho medios internacionales en el marco de la investigación The Great Green Investment Investigation: Fossil Finance, coordinada por Investico y Follow The Money. Más de 400 bancos y entidades financieras han participado en 1.666 operaciones de emisiones de bonos dedicados a expandir las actividades de explotación de gas, petróleo y carbón de 122 empresas, incluidas las más contaminantes del mundo, y sus filiales. Es un cálculo conservador, porque solo incluye las empresas que están abiertamente ampliando sus operaciones con los combustibles fósiles (más detalles en la metodología al final del artículo).
“El papel que juegan los bancos les hace cómplices de las emisiones de bonos de las empresas de gas y petróleo”, resume Andreas Rasche, experto en Finanzas Sostenibles de la Escuela de Negocios de Copenhangue. “Les ayudan a recaudar dinero y saben para qué se utilizará, por lo tanto, están involucrados en esas actividades”.
Las entidades que más dinero han conseguido en nombre de empresas contaminantes desde 2016, con más de 100.000 millones cada una, incluyen varios bancos europeos: Deutsche Bank, HSBC, Crédit Agricole, Barclays y BNP Paribas son los que han participado en más operaciones. Hay dos grandes bancos españoles y sus filiales:BBVA (195.000 millones) y Banco Santander (173.000 millones). También juegan un papel clave para captar inversiones despachos de abogados internacionales como Cleary Gottlieb Steen & Hamilton o Latham Watkins.
Los bonos ‘sucios’
Los agentes del sector financiero consultados coinciden en que el mercado está lejos de estar cerrado para las empresas de combustibles fósiles. Según los últimos estudios al respecto, las emisiones de bonos representan a día de hoy cerca del 52% de toda la financiación que consiguen estas compañías, cuando hace 10 años eran alrededor de la cuarta parte de sus ingresos. Y al ritmo actual, en 2024 emitirán más instrumentos financieros de este tipo que este año.
“Podemos decir que el de los bonos es un mercado menos transparente que el de los préstamos directos”, explica Laura Cavallier, experta en Finanzas Sostenibles de Reclaim Finance. “Hay muy pocos inversores que tengan planes a largo plazo o líneas rojas muy definidas sobre hasta cuándo financiar los combustibles fósiles”, añade.
Los bonos representan a día de hoy cerca del 52% de toda la financiación que consiguen estas compañías. Hace diez años eran solo la cuarta parte de sus ingresos.
Existen bonos verdesque evitan financiar actividades dañinas para el medio ambiente, pero representan solo el 2% de todos los que emiten a nivel global las empresas más contaminantes: se estima que un 98% son bonos corrientes, un desequilibrio que, según muchos expertos, evidencia que no se utiliza esta vía para financiar una transición energética.
Pero, ¿a quién ayudan a encontrar dinero? La empresa que más emisiones de bonos ha realizado desde 2016 es la mexicana Pemex, seguida por la brasileña Petrobras. El listado incluye 16 de las compañías que más gases de efecto invernadero han enviado a la atmósfera desde 1965: solo estas han captado en los mercados 365.000 millones desde 2016, una cifra comparable con el Producto Interior Bruto que genera España en un trimestre.
Entre los facilitadores, como se conoce a los bancos y asesores que ayudan a las empresas a encontrar su financiación, destacan dos entidades españolas, BBVA y Banco Santander. El primero ha participado, de forma directa o a través de sus filiales, en 210 operaciones de emisión de bonos, ayudando a recaudar 195.000 millones de euros desde 2016. Ha trabajado sobre todo en operaciones de Occidental Petroleum Corp, multinacional con sede en Estados Unidos dedicada a la explotación de petróleo. Pero también en procesos para financiar emisiones de la petrolera mexicana estatal (Pemex) o de la brasileña, la citada Petrobras: una de las vías de financiación de esta empresa en la que participa el banco español tiene como caducidad el año 2049 (se emitió en 2019). Contactado por este periódico, el banco no ha comentado los datos. En 2022, según sus cifras, emitió más de 4.700 millones en bonos relacionados con proyectos de energías renovables y movilidad sostenible y ha hecho públicos los avances en la descarbonización de sus clientes en seis sectores clave.
El Banco Santander y sus subsidiarias están involucrados en 153 operaciones para captar 173.000 millones de euros desde la entrada en vigor del Acuerdo de París y su cliente más común ha sido Petrobras. Pero no solo: a través de su filial en Estados Unidos, el banco ha contribuido este mismo año en una operación de emisión de bonos de 2.000 millones de euros de la mexicana Pemex que no madurará hasta 2033. En Europa, ha ayudado a British Petroleum (400 millones) y a la italiana ENI (2.000 millones) en la emisión de tres bonos distintos, dos de los cuales vencen después de 2030. Desde la entidad recuerdan que su presidenta, Ana Botín, ha destacado públicamente la necesidad de una transición hacia las renovables “asequible y confiable” y subrayan que de aquí a 2030 pretenden movilizar 220.000 millones de euros en energías renovables.
Atracción por los combustibles fósiles
Los bonos emitidos en los últimos ocho años pueden seguir en el mercado durante décadas: más de 200 de los analizados para este reportaje vencerán —es decir, seguirán disponibles en los mercados— más allá de 2030, fecha en la que la UE ha impuesto el objetivo de reducir en un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero. 94 llegan a superar 2050, cuando los Veintisiete pretenden alcanzar el objetivo de cero emisiones netas (emitir solo lo que son capaces de absorber).
¿Por qué, a pesar de los objetivos de la UE para reducir las emisiones, se siguen financiando a largo plazo proyectos que claramente irán a aumentarlas? Como resume Irene Peña de AFI, “no podemos concluir que se haya cerrado el mercado para estos emisores ni que haya evidencia empírica clara de una prima en precios que penalice a estos sectores”.
Los inversores deberían conocer por la documentación asociada al bono y con la que este sale al mercado si el dinero se utilizará para ampliar las operaciones en gas, petróleo y carbón. Pero casi nunca se realiza un seguimiento detallado de cómo la compañía acaba utilizando esa liquidez: la Science Based Initiative, promovida por las Naciones Unidas para mejorar los objetivos de reducción de emisiones de las empresas privadas, recomienda ir más allá y ver para qué se utiliza el dinero que recaudan, vía bonos, en los mercados: “es fundamental fijarse en todos los flujos financieros de las compañías que están expandiendo su producción o su capacidad para intervenir en los sectores más contaminantes”.
Varias fuentes del sector destacan que se financia hoy a las compañías de carbón o petróleo porque se confía en que cambiarán con el tiempo. Es decir, los bonos a largo plazo indicarían que los inversores confían en que esas empresas seguirán existiendo y lo harán como lo que han definido y proyectado en sus planes estratégicos y de transición energética.
Como retoma Peña, de AFI, “existe una presión, especialmente en bancos y también por parte de los inversores, a provocar un cambio en estos modelos de negocio, y ese cambio puede venir propiciado sin ninguna duda a través de la financiación. Se trataría de financiar el cambio”.
Los planes con los que una empresa justifica que se está moviendo hacia ese cambio no están todavía implementados por todas las compañías contaminantes. Algunas de las más importantes a nivel global, como son Shell, British Petroleum o Total Energies no cuentan con uno: el que presentó esta última, de hecho, ha sido criticado y definido como “una trampa para inversores”. Es algo que puede tener consecuencias económicas, explica Kevin Leung, responsable de finanzas sostenibles de Institute for Energy Economics & Financial Analysis (IEEFA): “Las debilidades en los planes de transición de las empresas pueden generar un mayor riesgo por muchas vías: riesgo comercial, riesgo reputacional, riesgo de mercado, riesgo regulatorio y riesgo de litigio”. Sin embargo, todavía estos peligros a menudo se subestiman: “Algunos inversores adoptan un pensamiento a corto plazo, pensando únicamente en las ganancias en tiempos breves y ni siquiera planean mantener los bonos hasta su vencimiento”, concluye este experto.
Metodología: ¿quién ayuda a las empresas más contaminantes del mundo a expandirse?
Para responder a esta pregunta, Investico y Follow the Money han creado una base de datos de todos los bonos emitidos por empresas de combustibles fósiles desde la firma del Acuerdo de París en diciembre de 2015.
A partir de los datos de Bloomberg, la base de datos financiera más completa del mundo, buscamos todos los bonos activos emitidos por empresas de carbón, petróleo, gas, exploración y producción. Encontramos 4.550. Dado que el Acuerdo de París se firmó en diciembre de 2015, tenemos en cuenta todos los bonos emitidos desde enero de 2016 hasta el 8 de junio de 2023.
Algunos de estos bonos fueron emitidos por empresas de combustibles fósiles que ya no están expandiendo sus operaciones fósiles, en línea con la ciencia climática. Para excluirlo, hemos utilizado los datos de Urgewald, organización alemana sin ánimo de lucro que lleva años analizando la industria de los combustibles fósiles y resume toda la información que figura en la documentación de las empresas en dos conjuntos de datos. Uno para la industria del carbón, la Global Coal Exit List (GCEL) y el otro para la industria del petróleo y el gas, la Global Oil and Gas Exit List (GOGEL). Ambos incluyen información sobre si las empresas siguen expandiéndose, por ejemplo, desarrollando nuevas minas de carbón, plantas de carbón o infraestructuras de carbón. En el caso del sector del petróleo y el gas, se considera que las empresas están “en expansión” cuando añaden más de 20 millones de barriles de petróleo y gas a su cartera de producción, o desarrollan más de 100 kilómetros de oleoductos
Al cruzar nuestra base de datos de bonos con las ‘Exit List’ de Urgewald, pudimos identificar todos los bonos emitidos por empresas de combustibles fósiles en expansión. En caso de que el bono fuera emitido por una filial, examinamos si la empresa en su conjunto estaba ampliando sus operaciones.
Como último paso, excluimos los bonos verdes emitidos por empresas de combustibles fósiles: no queríamos incluir ningún bono que recaudara dinero específicamente para actividades ecológicas, como la construcción de parques eólicos. Para excluir estos bonos, recurrimos a la experiencia de la Iniciativa de Bonos Climáticos (CBI, por sus siglas en inglés), una empresa internacional de investigación financiera con sede en Londres. CBI identifica todos los bonos que se etiquetan a sí mismos como “verdes” y analiza si está justificado. Si un bono verde de una empresa “gris” ha pasado la votación del CBI, se ha excluido de nuestra base de datos. Puede encontrar información sobre la metodología del CBI aquí.
Terminamos con una selección final de 1.666 bonos, por un total de 1011.000 millones de euros, o algo más de un billón de euros. Para todos estos bonos recopilamos información de Bloomberg sobre las partes implicadas en el proceso de emisión, como bancos y bufetes de abogados. Esto incluía sus respectivas funciones, como “suscriptor”, “bookrunner”, “agente pagador” y “asesor jurídico”. Eso nos permitió analizar qué bancos y abogados han ayudado a conseguir financiación para empresas de combustibles fósiles en expansión.