Menopausia en el trabajo: Un tabú de gran impacto para las mujeres y su desarrollo

BLANCA JUÁREZ. EL ECONOMISTA

Hablar de menopausia todavía es inusual en las empresas, pero afecta el desempeño de millones de mujeres a través de síntomas como fatiga, ansiedad, depresión y bochornos. Mujeres de México y otros países de América Latina narran cómo están viviendo esta etapa.

La menopausia es una etapa natural. Pero en el ámbito del trabajo lo que se ha naturalizado es que las mujeres y personas menstruantes laboren con dolores intensos, bochornos desesperantes, depresión, hemorragias al inicio de esta fase y muchos otros síntomas.

En México hay más de 6.2 millones de mujeres entre 45 y 55 años de edad, según el Censo 2020, años en los que aparece y termina la menopausia. De ellas, 5.2 millones están ocupadas en una actividad remunerada, es decir, el 83%, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Una investigación de la organización Sin Reglas señala que en México una de cada tres mujeres tuvo o ha tenido problemas laborales durante la menopausia, y sólo el 12% se siente cómoda hablando de esta situación con sus jefes o jefas.

En Reino Unido, “una de cada 10 mujeres pierde su empleo en esta etapa de la vida”, dice en entrevista Gabriela Rojas Jiménez, CEO de Sin Reglas. Al año, en ese territorio, se pierden 14 millones de días laborales por los síntomas de la menopausia, agrega.

Según el Instituto Colegiado de Personal y Desarrollo (CIPD, por sus siglas en inglés), “casi 900,000 mujeres en el Reino Unido dejaron sus trabajos durante un período indefinido. de tiempo debido a los síntomas de la menopausia”.

Los testimonios que recabamos desde El Economista para este reportaje ilustran todo lo anterior. Mujeres de México y otros países de América Latina nos contaron cómo viven la menopausia y el impacto en sus tareas cotidianas.

Alejadas por miles de kilómetros, están unidas por la experiencia de la exclusión, obstaculización y discriminación laboral. La menopausia, o la forma como la concebimos en nuestras sociedades, les ha causado también discriminación por sexo, edad y discapacidad.

Los síntomas de la menopausia

“Todo iba bien”, comienza a narrar Daniela Hernández, de 48 años de edad. Después de 22 años de trabajo en Recursos Humanos de una institución pública en Tamaulipas, logró un ascenso, fue nombrada jefa de unidad. La promoción vino con un mayor salario y con la perimenopausia, es decir, el inicio de la menopausia.

“Mi carácter siempre había sido fuerte, de defender lo que pienso. Pero conforme me desenvolví en el nuevo puesto noté que se me cerraban las ideas, no me podía concentrar, sentía ganas de llorar y no podía gestionar nada”, cuenta.

“Mi jefa es una mujer muy dura y cuando me reclamaba algo, en lugar de defenderme, me daban muchas ganas de llorar”. Y lo hacía, pero a escondidas. No es verdad que sea bien visto que una mujer llore, no al menos en el trabajo y menos teniendo una jefatura.

“Existen 34 síntomas de la menopausia”, explica Gabriela Rojas. “Los que más afectan laboralmente son la fatiga, ansiedad, depresión, baja concentración, niebla mental, bochornos. Todo esto afecta la confianza que las mujeres tienen en sí mismas”, comenta.

“Los bochornos vienen cada 5 minutos, me dejan sin respiración. Me duelen mucho la articulaciones y los huesos, se me cae el pelo. Lloro, estoy muy depresiva, demasiado. Me han dado ganas de golpearme porque los síntomas ya no los soporto. No tomo ningún medicamento porque tuve cáncer uterino”, Pamela Roma, 50 años, desempleada (Santiago de Chile, Chile).

Mujeres de más de 40 años, con experiencia acumulada, deberían estar o están en el clímax de su carrera. Pero llega la menopausia y la cultura laboral “les impide alcanzar las posiciones de liderazgo o inclusive pierden su empleo”, dice la abogada Gabriela Rojas.

Los síntomas de la menopausia, o más bien, la mala gestión que en su centro de trabajo le dan a este proceso, derribaron a Daniela Hernández de la jefatura. Un año después del nombramiento, le dijeron que el trabajo era demasiado para ella, así que la regresaron a su puesto anterior, donde gana menos.

El rol de las empresas en esta etapa

Como consultora y especialista en cultura y bienestar organizacional, Ivonne Borden ha notado que muy pocas empresas cuentan con políticas que visibilicen la menopausia y muchas menos las que tienen prácticas que acompañen a las empleadas en este tiempo. Sólo aquellas certificadas con la Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación, señala.

Dicha norma es de adopción voluntaria. Los centros laborales que deseen implementarla tienen la guía y acompañamiento del gobierno federal para que en sus procesos de reclutamiento, selección, movilidad y capacitación no haya discriminación.

Los cambios que se requieren son estructurales a nivel país. El Estado debe generar datos sobre la situación que guardan las mujeres en la menopausia, crear políticas pública, reformas legales y etiquetar recursos a este tema en el presupuesto, dice Gabriela Rojas.

Y en las empresas pueden hacer otras adecuaciones de diferentes niveles, comenta Ivonne Borden. El código de vestimenta, por ejemplo. No es un cambio menor, permitirles usar zapatos sin tacones alto y ropa que les venga cómoda es de gran ayuda, dice. Baños suficientes e higiénicos son fundamentales, pero también que les permitan usarlos. En algunos empleos, como la docencia o la enfermería, las mujeres son la mayoría pero ni así hay políticas adecuadas.

“Desde hace 10 años tengo hemorragias tremendas y con la perimenopausia se agravaron. Siempre estoy con miedo que, en el medio de la clase, me manche. Alguna vez me pasó, pero por suerte no se notó tanto. Los módulos de clase son de tres horas, no puedo ir al baño, porque no puedo dejar solos a los alumnos, están a mi cargo, son adolescentes. Y en la escuela no quieren que los profesores estemos deambulando, aunque sea para ir al baño”, Mariela Otero, 41 años, profesora de secundaria (Buenos Aires, Argentina).

Otras adaptaciones físicas en las organizaciones “pueden hacer una gran diferencia, como ventiladores en sus lugares de trabajo”, detalla Ivonne Borden. Pero principalmente, agrega, lo que se requiere es la transformación cultural para tener la apertura de hablar del tema.

Por ejemplo, la empresa británica Diageo creó una guía para apoyar a sus trabajadoras durante la menopausia. Algunas de las acciones concretas que implementó son:

  • Mayor flexibilidad laboral
  • Acceso a prestaciones por enfermedad para tratar los síntomas de la menopausia
  • Asesorías especiales sobre el tema
  • Un marco común que permite hablar del tema de manera informada y abierta entre los diversos equipos de trabajo y colegas.

La Norma Oficial Mexicana 035 sobre factores de riesgo psicosocial es otra herramienta. “El 47% del ausentismo laboral en México se debe a temas de salud mental”, dice María del Carmen Díaz, cofundadora y directora de Operaciones de Sin Reglas. “Mucho de ello se origina por la menopausia, por eso la menopausia debe entrar en la NOM-035 como un riesgo psicosocial, para que las empresas lo tomen en cuenta”.

Las licencias laborales por menopausia son otra política concreta. En México, esos permisos se comienzan a discutir pero para la etapa de la menstruación.

Existen algunos casos aislados de este tipo de licencias. Desde 2017, por ejemplo, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Gobierno del Estado de México concede a su personal un día de descanso al mes por complicaciones de tipo fisiológico, como la menopausia o la andropausia.

Hay pocos ejemplos así a nivel internacional. Apenas desde octubre de 2022, el Banco de Irlanda le concede 10 días de permiso con goce de sueldo al año “para colegas que experimenten enfermedades relacionadas con la menopausia”.

En enero pasado, el gobierno del Reino Unido rechazó la recomendación de la Comisión de Mujer e Igualdad de la Cámara de los Comunes de crear una licencia por menopausia en el lugar de trabajo.

“Apoyar a las mujeres en la menopausia tiene enormes beneficios para la empresa: mayor diversidad, equidad e inclusión, retención de talento, reducción en costos de reclutamiento, menor ausentismo laboral y mayor productividad”, dice Gabriela Rojas.

“Cuando me llega a bajar, el sangrado es demasiado, no puedo salir así. Me da pena decirle a mi jefa, pero he tenido que faltar. Ella lo ha entendido, porque está pasando por lo mismo, el mes pasado tuvo un ‘accidente’… Nos ayudaría que en los centros de trabajo nos llevaran pláticas. Que a partir de los 39 nos ayudaran a practicarnos exámenes, yo, por ejemplo, no sabía que estaba en la premenopausia”, Daniela Hernández, 48 años, auxiliar de Recursos Humanos (Tamaulipas, México).

“Sólo asisto tres días al trabajo, pero esto es motivado a la situación en mi país. Cuando comencé con la menopausia fue terrible mantenerme sentada en mi puesto. Gracias a Dios, mi jefe ha sido muy comprensible y no me presiona”, Evangelys del Valle, 52 años, analista de datos (Nuevo Esparta, Venezuela).

Para emprender cambios, primero hay que comprender la magnitud del problema, porque quizá no lo hemos hecho. El tabú y el menosprecio por la menopausia evita que contemos con información oportuna y certera al respecto. De esa manera, se impide el acceso al derecho a la salud de las mujeres y personas menstruantes.

También provoca esterotipos y burlas al respecto. Como otras etapas reproductivas de las mujeres, la menopausia es utilizada para descalificar nuestras capacidades, señala Ivonne Border. “La frase ‘está menopáusica’ se ha utilizado como un insulto y se escucha en los centros laborales”. Esto puede obstaculizar el derecho al trabajo digno.

“En mi trabajo, en el sector de la construcción, la mayoría es hombre y muchas veces hacen comentarios que te hacen sentir incómoda, porque, o sea, la sangre huele. Ellos han llegado a decir que unas mujeres apestan”, Elizabeth Lazo, 52 años, licenciada en Informática (Ciudad de México, México).

La menopausia también se lee como envejecimiento. Y aquí entran dos factores: edadismo y sexismo. “Social, política y económicamente no es lo mismo envejecer como hombre que como mujer”, dice Ivonne Border.

“En nuestra sociedad, mucho del valor de la mujer tiene que ver con la capacidad de reproducción”, apunta Gabriela Rojas. Pero eso en el ámbito laboral se traduce en capacidad productividad.

La menopausia es vivida “con vergüenza porque es un tabú, porque no se habla. Lo que queremos hacer es visibilizar el tema y que nos contemos una historia distinta de lo que implica la menopausia”, subraya.