(ROLANDO RAMOS. EL ECONOMISTA)
La investigación titulada “Algunos aspectos sobre el fentanilo fabricado ilícitamente”, realizada por el Instituto Belisario Domínguez de la Cámara de Senadores, cita que mientras la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) informó del decomiso de 25,229 kilogramos del opioide en el periodo de 2020 a agosto del 2023, el gobierno mexicano reportó que entre el 2020 y el 4 de septiembre pasado decomisó 7,194 kilogramos de fentanilo ilícito.
Del total del decomiso en Estados Unidos en el periodo referido, 24,465 kilogramos fueron incautados en la frontera con México; es decir, el 97%, precisa el documento.
“A su vez, los decomisos reportados por el CBP (2023) han ido en aumento. Mientras en el 2020 reportaron poco más de 3,000 kilogramos de FFI (Fentanilo Fabricado Ilícitamente), para el 2022 se reportaron casi 9,000 kilogramos decomisados y, por lo reportado hasta agosto de 2023, se estima que esta cifra podría ser rebasada”.
Si solo se considera el 2023, en Estados Unidos se ha decomisado 348.9% más fentanilo que en México ya que el CBP informó que de enero a agosto pasado decomisó 8,296 kilogramos de fentanilo, y el gobierno de México 1,848 kilos hasta el pasado 4 de septiembre.
Las cifras de decomiso de fentanilo en México, refiere el estudio, contrastan con los decomisos reportados por autoridades de Estados Unidos.
Tipos de opioide
Según el CBP, hay dos tipos de fentanilo: el fentanilo farmacéutico y el fentanilo fabricado ilícitamente; ambos se consideran opioides sintéticos.
El fentanilo farmacéutico es recetado por los médicos para tratar el dolor intenso, especialmente después de una operación y en las etapas avanzadas del cáncer, detalla el reporte, pero que los casos más recientes de sobredosis relacionados con el fentanilo están vinculados al que se fabrica de manera ilícita, que se distribuye en mercados de drogas ilegales por su efecto similar al de la heroína.
Y que con frecuencia ese tipo de fentanilo se añade a otras drogas debido a su extrema potencia, lo que hace que esas drogas se vuelvan más baratas, más potentes, más adictivas y más peligrosas; de ahí que es el que está vinculado a los casos de sobredosis por fentanilo.
De acuerdo con los investigadores McKnight y Des Jarlais, cita el estudio, “el FFI es un tipo de opioide de acción corta que contiene fentanilo no farmacéutico y análogos de fentanilo no farmacéuticos, que tiene una potencia de 50 a 100 veces mayor que la de la morfina’’.
Además de que se ha utilizado como aditivo en diversas drogas como la heroína, cocaína, metanfetamina, ketamina y analgésicos opioides falsificados, lo que sugiere que ese tipo de fentanilo puede estar llegando a las personas que no han recibido tratamiento con opioides, aspecto que podría aumentar aún más el riesgo de sobredosis.
Joseph Pergolizzi, refiere el documento, señala que el fentanilo y análogos de fentanilo se produce ilícitamente en laboratorios clandestinos y en forma de polvo, principalmente procedente de China, y se introduce de contrabando a Estados Unidos por diversos medios y también se puede comprar en la web oscura utilizando criptomonedas.
Hong Kim, investigador también, puntualiza el reporte, asegura que “la mayor parte del fentanilo ilegal proviene de laboratorios clandestinos en China y México’’, que suelen utilizar el método Siegfried para su producción, que está fácilmente disponible en Internet.
Precursores
Según el estudio, fue en 1964 que el fentanilo se sometió por primera vez a fiscalización.
Hasta el 2022, se refiere en el informe, había 33 sustancias relacionadas con el fentanilo que eran monitoreadas a nivel internacional.
A pesar de esta fiscalización internacional (…) a medida que se ejerce presión regulatoria sobre un método de producción popular, se inventan o refinan o popularizan otros; además de que surgen más precursores químicos sin control internacional.
“Al respecto, estos investigadores agregan que en 2020 se encontraron 144 sustancias relacionadas con el fentanilo sin usos legítimos, 122 de ellas no estaban sujetas a fiscalización internacional y 43 eran probables precursores de fentanilo”, indica el reporte.