(EL ECONOMISTA)
Con mucha probabilidad, el próximo gobierno del país será encabezado por una mujer. La oportunidad requiere de la conformación de un frente común entre las posturas feministas hoy atomizadas, señala la historiadora Ana Sofía Rodríguez Everaert, co-compiladora de este libro junto con Marta Lamas.
“A mí no me gusta hacerla de profetisa pero esta es una ocasión en que se antoja fungir como tal. (Aparte de que la profecía es uno de los pocos oficios que se consideran propios para señoras histéricas como su segura servidora). Y yo les advierto que las mujeres mexicanas estamos echando vidrio de lo que hacen nuestras primas y estamos llevando un apunte para cuando sea necesario. Quizá no ahora ni mañana. Porque el ser un parásito (que es eso lo que somos, más que las víctimas) no deja de tener sus encantos. Pero cuando el desarrollo industrial del país nos obligue a emplearnos en fábricas y oficinas, y a atender la casa y los niños y la apariencia y la vida social y, etcétera, etcétera, etcétera, entonces nos llegará la lumbre a los aparejos. Cuando desaparezca la última criada, el colchoncito en que ahora reposa nuestra conformidad, aparecerá la primera rebelde furibunda”.
Es un extracto del texto “Casandra de huarache: la liberación de la mujer, aquí”, publicado por la escritora Rosario Castellanos en 1970 a manera de reacción por la gran marcha feminista sucedida en Estados Unidos el 26 de agosto de 1970 para conmemorar el 50 aniversario de la conquista de las mujeres por el reconocimiento del derecho al voto en el país vecino del norte.
“Casandra de huarache” es uno de los tres textos de Castellanos que se antologan en el libro Lo personal es político. Textos del feminismo de los setenta (Lumen, 2023), cuyas compiladoras son la antropóloga feminista Marta Lamas y la historiadora y editora Ana Sofía Rodríguez Everaert. En aquel texto, la autora chiapaneca lanzó una crítica contra la aparente apatía de la mayoría de las mujeres mexicanas en los 70 sobre el sexismo estructural en México, y cuestionaba si realmente eran suficientes las conquistas del derecho al voto, el acceso a las universidades o la oportunidad de desempeñar cargos públicos y privados, como para no permanecer inconformes y en las calles.
Así arranca esta compilación de 17 textos de autoras, y un autor, feministas de los setenta, durante la segunda ola en México. Además de Castellanos, entre estas plumas se encuentran la editora Marta Acevedo, la historiadora Lourdes Arizpe, la poeta Alaíde Foppa, la propia Marta Lamas y el cronista Carlos Monsiváis.
Necesario, un diálogo entre generaciones
“No nos gusta decir que es un grupo representativo, porque no lo es, pero es muy ilustrativo de la segunda ola del feminismo en México. Como hoy, en los setenta hubo corrientes feministas muy variadas, pero a las plumas que tratamos de reunir en esta antología fueron muy importantes, sus textos fueron muy leídos”, explica la historiadora co-compiladora Ana Sofía Rodríguez Everaert y complementa: “la motivación del libro es generar una suerte de diálogo intergeneracional entre las feministas contemporáneas y las feministas que les antecedieron, concretamente en los 70”.
El título de la compilación, Lo personal es político, explica la entrevistada, se desprende de aquella dimensión de la lucha feminista que se fortaleció durante esa segunda ola, la de la intimidad, la proximidad familiar, el hogar, y cómo desde estos fundamentos sociales también se ejercía y se ejerce la violencia de género, y debe denunciarse y revertirse.
“En los setenta se introduce una reflexión sobre lo personal, lo que ocurre en la casa, en la familia y la sexualidad, porque todo eso también es político. Pero no por ello estos textos dejan de lado reflexiones sobre cómo mejorar la vida de las trabajadoras, cómo insertarse en luchas sindicales, cómo ampliar los espacios de participación política de las mujeres. Y eso es algo que hace del feminismo mexicano muy distintivo incluso cuando se le compara con el feminismo estadounidense o con el europeo de esa misma época. Es decir, las mujeres mexicanas de los setenta estaban pensando en las campesinas, en las obreras, en cómo el subdesarrollo afecta particularmente a las mujeres. Entonces, pese a que hace parte de este gran movimiento de ‘lo personal es político’, tampoco abandonan las batallas de orden económico y en materia estructural”.
¿Observamos un distanciamiento de las luchas feministas?
“Sí, con la diversificación del feminismo ha venido mucha atomización de grupos. Nos hemos entrampado en una serie de debates muy poco fructíferos, pero que van a dar mucho al corazón de los temas. Por ejemplo, no podernos poner de acuerdo sobre cómo definir a una mujer. Estamos entrampadas en ese tipo de discusiones sin considerar aquello que sí tenemos en común, lo que sí queremos lograr. Porque diferencias en el feminismo hubo siempre, pero también ha habido esfuerzos por generar frentes comunes. Y hoy estamos ante la necesidad de generar un frente común sin que eso reste a la diversidad de posturas feministas”.
Finalmente, la historiadora reconoce a la distancia un contexto de oportunidad para generar un frente común pero tan diverso como sea necesario entre las luchas feministas contemporáneas.
“El próximo año seguramente tendremos una mujer presidenta. No sabemos quién será. En cualquier caso, es muy importante que haya dos mujeres que además están haciendo esfuerzos por dialogar sobre las demandas del feminismo. Y ésa es una oportunidad política que hay que tomar. Tengo esperanzas de que sí, que aprovechando la coyuntura política sepamos organizarnos y articular una agenda común”.
Lo personal es político. Textos del feminismo de los setenta
Compiladoras:
- Marta Lamas
- Ana Sofía Rodríguez Everaert
- Lumen
- 2023
- 326 páginas
- Formato impreso: 349 pesos
- Libro digital: 249 pesos