(DULCE SOTO. EXPANSIÓN)
El brillante color turquesa del Mar de Cortés esconde, aparentemente, los daños ambientales que ha sufrido en las últimas tres décadas. En la profundidad de sus aguas mueren arrecifes, rodeados y desgastados por la basura que los alcanza mientras la temperatura de la superficie marina ya rebasa los 30 grados centígrados.
“No es el futuro”, afirma Octavio Aburto, profesor del Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de California. Se refiere al cambio climático, cuyos efectos negativos ya se notan y hace tiempo dejaron de ser predicciones. Incluso, estima el científico, 80% del Mar de Cortés ya tiene daños.
La pesca excesiva es otro problema. En esta zona del océano Pacífico mexicano, conocida también como Golfo de California y ubicada entre los estados de Baja California, Sonora, Sinaloa, Nayarit y Baja California Sur, está amenazada la existencia de algunas especies marinas, como la vaquita y la totoaba.
Al menos 244 islas, islotes y zonas costeras de la región han sido declaradas áreas protegidas y en 2005 la Unesco las clasificó como Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad por su inmensa belleza y por representar un “laboratorio” de conocimiento oceánico. Pero estas declaratorias no han puesto al Mar de Cortés a salvo del cambio climático.
“La mayoría de nuestras áreas protegidas, créanme, no están protegidas. Se hace de todo, menos protegerlas”, asegura Aburto, quien hace 21 años estudia el Golfo de California.
Frente a esta realidad, que expuso con imágenes y datos en el Summit del Foro Mar de Cortés 2023, el académico exhorta a la comunidad científica a hacer más para rescatar la zona y evitar mayores devastaciones.
Para el científico mexicano, fundador de DataMares –una plataforma con información de los ecosistemas y la biodiversidad del país–, la ciencia debe ir más allá de describir los problemas o calcular con tecnología de punta en cuánto tiempo podría desaparecer un manglar.
“Pero, ¿por qué no hacemos ciencia para que no se acabe el manglar?”, cuestiona.
Esperanza frente al cambio climático
Aburto pregona con el ejemplo. En el Golfo de California investiga, recaba datos, pero también impulsa estrategias de reparación de ecosistemas.
Un ejemplo es Cabo Pulmo, un parque del municipio de Los Cabos, en Baja California Sur, que ha logrado conservar arrecifes, dunas y bahías, al tiempo que promueve un turismo responsable. Aquí viven varios peces que hace una década estuvieron al borde de la extinción.
“El ser humano puede destruir, pero también puede regresar todo a como estaba”, subraya.
Pero como los estragos del cambio climático son amplios, Aburto prepara una nueva “cruzada”. Hace más de una década, aproximadamente, conoció al oceanógrafo Walter Munk, apodado “El Einstein de la oceanografía” y lo invitó a conocer Cabo Pulmo.
Según Aburto, le impresionó tanto la comunidad que prometió un fondo de inversión para la conservación del Golfo de California si la Universidad de California, de San Diego, Estados Unidos, vendía una casa que le donó.
“Le dijo a la universidad: ‘Si la vendes, un tercio de ese dinero se va a ir al fondo que yo quiero para el Golfo de California’”, narra Aburto en el Summit del Foro Mar de Cortés.
Munk falleció en 2019 y esa casa se vendió el año pasado, afirma. Así que ahora, con esa inversión inicial, que busca hacerla crecer, Aburto pretende recorrer las comunidades costeras del Golfo de California “que se han quedado atrás”. La meta es 2023, concretar ese año, un proyecto comunitario de conservación en conjunto con esas poblaciones.
Mar de Cortés
Esta región del noroeste de México es la tercera más competitiva del país en cuanto a calidad de vida, gestión gubernamental, infraestructura, seguridad y desarrollo sostenible, explica Valeria Moy, directora general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Sin embargo, Mar de Cortés puede mejorar si implementa estrategias para fortalecer la promoción económica regional, incrementar la información pública sobre las expectativas de empleabilidad, rentabilidad, formalidad y salarios de ocupaciones y carreras universitarias.
Con el objetivo de fortalecer la región, hace tres años que la asociación civil Foro Mar de Cortés, organiza el foro del mismo nombre.
Se trata de una cumbre sobre desarrollo sostenible, ambiental y económico para el Golfo de California, que expone, además, estrategias exitosas que se pueden implementar en México. Una de ellas es la conservación de arrecifes que han hecho en Japón.
Proteger arrecifes
Hace muchos años que científicos de Japón encontraron en las conchas de bivalvos las aliadas naturales para restaurar la prosperidad de la vida marina, experiencia que han compartido con la región Mar de Cortés, donde la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) impulsa el proyecto de instalación de arrecifes artificiales.
En la zona ha sido un éxito este método de restauración marina, que se está aplicando actualmente en la bahía de La Paz.
Koichiro Ishimori, CEO y fundador de Value Frontier, dijo que al hacer su propia investigación sobre el sector pesquero en el Golfo de California encontró, entre otras cosas, que la población de peces ha disminuido y que aproximadamente el 10% de ellas está en peligro, por lo que una solución son los arrecifes artificiales.
“Tienen un muy buen historial de mejora o aumento de la población de peces en todo Japón y debido a que esta estructura la construyen los pescadores artesanales, podríamos darles la oportunidad de obtener un ingreso adicional”, expresa.
Masaki Katayama habla desde su experiencia personal vivida con su padre, quien durante mucho tiempo fue pescador y se dio cuenta, después de muchos años de pruebas y errores, que las ostras son útiles para proteger y alimentar e incluir a los peces.
Aprendiendo de la experiencia de Japón
Alejandro Robles explica que en la postguerra, en plena época de crecimiento, Japón tuvo muchos problemas de contaminación y deterioro de sus ecosistemas, con el colapso de muchas pesquerías, por lo que desde hace muchos años iniciaron esfuerzos de restauración.
El investigador subraya que en mayo pasado inició el proyecto de los arrecifes artificiales en una pequeña área de la Bahía de La Paz, espacio que estará protegido durante dos años como refugio pesquero para que nadie pesque y pueda darse la recuperación del ecosistema.
Una solución para comunidades pesqueras
Robles González apunta que tres meses después de instalar los arrecifes artificiales encontraron una mayor densidad de peces de diferentes especies, incluso superior a la de la zona protegida de la Isla Espíritu Santo.
“Lo más importante es que con esta información preliminar el Gobierno de Baja California Sur se motivó mucho y decidió poner el financiamiento para tirar otros 200 arrecifes más en la misma zona, para tratar de recuperar las especies comerciales, con base a la información que ya tenemos”, destacó.
La idea es replicar la estrategia en otros sitios del Mar de Cortés para ayudar a las comunidades pesqueras a recuperar sus especies sobreexplotadas y a contar con más opciones pata mejorar la economía de las comunidades.