Hasta el último aliento, vida silvestre resiste muro en la frontera

(ERNESTO MÉNDEZ. EXCÉLSIOR)

NOGALES, ARIZ.- Con la ayuda de un dron podemos ver de un lado México y del otro Estados Unidos. Desde las alturas se identifica un vasto territorio serrano, conocido como Islas del Cielo, que conecta Sonora con Arizona, y en medio, una profunda cicatriz ocasionada por el muro que construyó Donald Trump.

En un recorrido realizado por Excélsior en el Bosque Nacional Coronado, pudimos constatar que continúan las obras en los corredores biológicos de especies en peligro de extinción, que sin pasaporte ni visa, hacen su vida en ambos lados de la frontera.

Maquinaria pesada sigue removiendo tierra en las Montañas Pajarito, justo donde quedó inconcluso el monstruo de acero y concreto de nueve metros de altura, que se levantó entre 2018 y 2021.

A simple vista se observa un panorama desolador, cinco meses después de que organizaciones de la sociedad civil ganaron un juicio a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), que la obligaba a resarcir parte de los daños ocasionados por el nuevo muro fronterizo.

Un poco más hacia el Este, encontramos el Río San Pedro, el único afluente de la región libre de represas, que comparten México y Estados Unidos.

Alejandro Olivera Y Laiken Jordahl, defensores del medio ambiente del Centro para la Diversidad Biológica (CDB), llegaron hasta aquí para constatar que hay un desacato judicial por parte del CBP, luego del litigio de tres años en tribunales, porque se mantienen cerradas las compuertas del río San Pedro, que además sirve como corredor biológico, por donde migran el jaguar, ocelote, oso negro y berrendo sonorense, entre otras especies de vida silvestre.

“Son unas puertas muy grandes, que tendrían que estar abiertas para permitir que corra el agua y para que los animales puedan transitar libremente, pero como podemos ver están cerradas, sin importar el fallo del juez”, lamentaron.

El veredicto del Poder Judicial en Estados Unidos, plasmado en un Acuerdo de Conciliación, emitido el 17 de julio de 2023, establece que se deben abrir en total ocho compuertas de aguas pluviales a lo largo de la frontera.

Laiken Jordahl, acusó a la Patrulla Fronteriza de poner como pretexto que existe una emergencia para mantener cerradas las compuertas.

“No hay emergencia en este lugar, no hay migrantes, no hay tráfico de drogas ni tráfico de armas, no hay nada, es más, ni siquiera hay Patrulla Fronteriza por aquí. Hemos visto que este muro sólo sirve para detener a la fauna, porque tristemente las drogas como el fentanilo siguen llegando a Estados Unidos”, señaló.

Alejandro Olivera recordó que anteriormente en esta parte de la frontera la vida silvestre no tenía ningún obstáculo, sólo habían alambres de púas o las llamadas vallas de Normandía, para evitar el paso de vehículos hacia el norte.

Primera víctima

Meses después de que se construyó el muro de Trump se pudo documentar la primera muerte de un ejemplar de venado Bura, que intentaba cruzar hacia México.

Laiken Jordahl, advirtió que los mamíferos tienen memoria y saben cómo moverse para buscar agua, sobre todo cuando la temperatura sube como este verano, que rompió todos los récords por las altas temperaturas.

“Los animales como el jaguar no pueden usar Google Maps, para buscar un espacio libre sin muro, por dónde cruzar; este verano fue muy caliente, y ellos necesitan moverse sin barreras, no pueden esperar más tiempo, porque ya están sufriendo mucho”, indicó.

Ningún avance

A pesar de la alarmante situación, el gobierno mexicano guarda silencio. No hay reclamos, notas diplomáticas o defensa para el ecosistema del que depende la vida, en una región semidesértica.