Mar de Cortés: pelearse con la geografía

(AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET. MILENIO DIARIO)

El presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó que el Golfo de California se llame… Golfo de California.

La nomenclatura de los nombres geográficos está a cargo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), organismo público autónomo, que ejerce sus funciones de vital importancia para la economía nacional, basadas en criterios científicos, sin interferencias políticas.

Por ello, el Inegi goza de prestigio y reconocimiento dentro y fuera del país al levantar censos de población o medir el Índice Nacional de Precios al Consumidor, de probada confiabilidad.

Oficialmente el Golfo de California se llama Golfo de California, así que resulta absurdo publicar un decreto presidencial en este sentido, sobre todo cuando hay tareas más urgentes que resolver como la inseguridad que padecemos en México.

En la carta topográfica número G12D41 correspondiente a la localidad llamada… (¡qué horror!) Ensenada de Cortés, municipio de La Paz, entidad federativa de Baja California Sur, vemos que el Golfo de California está identificado oficialmente así con este nombre oficial, y entre paréntesis, con letra más chica, Mar de Cortés, o sea, se trata de un sinónimo de dominio público, reconocido popularmente.

El nombre de California proviene de la mítica isla imaginada por Garci Ordóñez de Montalvo en su obra de caballería Las sergas de Esplandián.

El nombre otorgado a California se puede atribuir a Hernán Cortés, así que el primer mandatario, sin proponérselo, reivindica la nomenclatura original del conquistador a la vasta región —que en un principio se creyó era una isla—, compartida entre México y Estados Unidos, rodeada en parte por el Mar de Cortés.

El 15 de octubre de 1524 el conquistador informó al emperador Carlos V que en aquel remoto lugar en la Mar del Sur decían algunos que había una isla muy rica de perlas y oro, poblada solo de mujeres, sin varones, pero en ocasiones iban hombres desde tierra firme a tener relaciones y las madres que alumbraran niñas las guardaban y si niños los alejaban.

O sea, la reina Calafia de California y sus amazonas eran una especie de precursoras medievales del feminismo y de la liberación sexual.

Como explorador, a Cortés se le quiere regatear por motivos políticos un hecho indiscutible: fue el primero en navegar en las aguas del mar que llevan su nombre, justamente reconocido por antiguos cartógrafos europeos y mexicanos que lo identifican también junto con los nombres de Golfo de California, Mar Rojo o Mar de Cortés.

Fue el 3 de mayo de 1535 que Cortés fundó el puerto de Santa Cruz, hoy La Paz, capital de Baja California Sur.

Distinguidos misioneros y estudiosos han publicado libros sobre la región, como el jesuita Francisco Javier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California; hasta el doctor Miguel León Portilla, con Cartografía y crónica de la Antigua California.

Si viviera don Miguel sería grato escuchar su opinión ilustrada. Nos daría una cátedra sobre cómo con la llegada de los jesuitas a California la península dejó de ser escenario de mitos medievales y se convirtió en un mundo racional, apoyado en mapas e historias verídicas.

El actual revisionismo cartográfico significa un retroceso de un gobernante que no solo se pelea con la historia sino también con la geografía, como si fuera posible borrarlas por decreto.