Algunas verdades incómodas sobre la desvinculación

RANA FOROOHAR. FINANCIAL TIMES

La semana pasada, el Comité Selecto sobre el Partido Comunista chino de la Cámara de Representantes notificó al gestor de activos más grande del mundo, BlackRock, así como a MSCI, que son investigados por poner dinero en compañías chinas a las que el gobierno estadunidense acusa de trabajar con el ejército chino y violar los derechos humanos.

Este es el último golpe de una tendencia sobre la que escribí por primera vez hace dos años, que es la evolución de las guerras comerciales a luchas de capital. Es totalmente previsible que ya llegamos a este punto. Los flujos de capital y los flujos comerciales están interrelacionados, y el análisis cada vez mayor de las cadenas de suministro mundiales y los flujos financieros a raíz de la “reducción de riesgos” demuestra que Estados Unidos y China están vinculados de formas más problemáticas de lo que nadie había imaginado.

Es bastante común, por ejemplo, encontrar pruebas de que compañías chinas sometidas a sanciones estadunidenses se asocian con empresas de EU, o de que empresas incluidas en la lista negra controlan múltiples filiales que no se están en ese listado, lo que significa que pueden importar de manera legal bienes y servicios para su inversionista o matriz sancionados.

En mi columna analizo hasta qué punto el trabajo en condiciones de esclavitud y la electricidad alimentada por carbón son cruciales para la tecnología china de energías limpias, que domina el mercado mundial. El gobierno estadunidense puede prohibir por ley los módulos solares fabricados en China, pero el polisilicio crudo que se extrae en Sikiang no es objeto de seguimiento, lo que significa que la Casa Blanca tal vez le pone un bonito envoltorio a un problema que no se ha solucionado. A medida que las empresas mundiales que intentan cumplir la letra de la ley en torno a la desvinculación sacan a relucir estas verdades incómodas, cada vez está más claro que tanto los países occidentales como China deben tomar algunas decisiones difíciles.

Abundan las verdades incómodas de la desvinculación. La administración Biden intenta proteger el empleo nacional frente a las prácticas comerciales desleales, pero el dinero de las jubilaciones estadunidenses se canaliza a través de compañías chinas hacia un Estado que apunta a EU. Países como Estados Unidos y Australia disponen de las materias primas necesarias para extraer minerales de tierras raras y el polisilicio de cuarzo necesario para la transición hacia energías limpias, pero hacerlo es costoso y toma tiempo, y al final del proceso, pagar salarios justos y utilizar energía baja en carbono significa que los insumos costarán el doble de lo que cuestan en Sikiang.

Todas estas verdades incómodas se aplican también a Europa. A menudo me pregunto cómo pueden esperar las compañías europeas que comercian digitalmente con China hacer cumplir las reglas de la Unión Europea sobre privacidad. Teniendo en cuenta que estas cosas van al núcleo de las diferencias en las economías políticas de todo el mundo, no sé cómo se resuelve todo esto.

Gideon, ¿alguna brillante idea al respecto? ¿Y qué verdades incómodas has observado en los últimos años de desglobalización, desvinculación o reducción del riesgo, según el término que utilices?

Gideon Rachman responde

En efecto, hay muchas “verdades incómodas” en torno a la desvinculación. Algunas de las más importantes tienen que ver con la transición verde:

1. En Occidente podemos aspirar al cero neto, pero si China no controla sus emisiones, la mayoría de nuestros esfuerzos serán en vano. Pekín es responsable de alrededor de 30 por ciento de las emisiones mundiales de carbono, en comparación con 14 por ciento en EU y menos de 9 por ciento en la Unión Europea.

2. Antes de ponernos moralistas con China, recordemos que, sobre una base per cápita, emite cerca de la mitad que EU. Y los gases de efecto invernadero son un problema de existencias, más que de flujos. Y la mayor parte del dióxido de carbono que hay en la atmósfera lo emitieron los países occidentales.

3. A China le está yendo muy bien y muy mal en la transición ecológica. Domina el mercado mundial de paneles solares y 30 por ciento de las compras chinas de coches son eléctricos o híbridos, frente a 10 por ciento en EU, pero aumenta la apertura de nuevas centrales eléctricas alimentadas por carbón: este año ya se aprobaron más que en todo 2021.

4. No veo cómo hacer nuestra transición verde sin China. Los chinos dominan la producción de los minerales cruciales para la producción de baterías. Por supuesto, Occidente está intentando liberarse de esta dependencia. Eso es la reducción de riesgos, si es que algo lo es, pero la mayoría de los expertos que conozco piensan que ese proceso tardará décadas. Y tenemos que acelerar la transición ecológica ahora.

Sus comentarios

Y ahora unas palabras de nuestros lectores. En respuesta a: “Me encuentro más del lado de Rana que del de Gideon en lo que respecta a las elecciones del próximo noviembre. El 30 por ciento que apoya a Trump seguirá haciéndolo a pesar de todo. Mientras, Dobbs no está perdiendo su potencia como factor motivador en las elecciones estadunidenses, la realineación de los votantes suburbanos moderados con educación universitaria hacia el Equipo Azul (el lado demócrata) continúa a buen ritmo, el electorado de 2024 comprenderá menos votantes de la Generación Silenciosa / Boomer y más votantes de la Generación Z que el electorado de 2020, y los chicos se inclinan hacia la izquierda. Trump está perdiendo votantes y no está nada claro dónde podría compensar ese déficit”. Steven Robinson