(MANUEL SOMOZA. MILENIO DIARIO)
Estoy absolutamente convencido de que la fortaleza del peso nos quita más de lo que nos deja. Con una moneda tan fuerte, se está lesionando la estructura exportadora del país, que es la base de nuestro crecimiento; todos los exportadores están vendiendo, en términos de dólares, 17.5% por debajo de lo que vendían en el 2022. Nuestra moneda se ha revaluado 5% el año pasado y en este, a la fecha, 12.5%; a todas luces eso es exagerado.
Es cierto que un peso fuerte sí ayuda al gobierno en algunas cosas, por ejemplo: dado que somos deficitarios en el tema energético, el tener dólares tan baratos le ha permitido al gobierno ahorrar cerca de 8,000 millones de dólares (mdd) este año, con lo cual podrá reducirse el déficit en la cuenta corriente; sin embargo, del otro lado de la moneda, el que sale perdiendo es Pemex, cuyas ventas de crudo –nada mas este año– las está realizando 12.5% más baratas.
Lo anterior es importante porque la paraestatal vive una situación financiera tremendamente precaria, al grado de que está muy cerca el momento en que el gobierno federal tenga que entrarle al quite para reducir la enorme deuda de Pemex, que sobrepasa los 110,000 mdd. Pero más allá del daño que nos hace tener una moneda tan fuerte, la combinación con la tasa de interés a 11.25% hace que el perjuicio para la economía sea mucho mayor. Banco de México (Banxico) se anticipó a incrementar las tasas de interés antes de que las fuertes inflaciones fueran noticia mundial, y creo que en su momento ese movimiento fue inteligente, aunque ya entrado el 2023, el haber seguido subiendo las tasas para llegar a 11.25% me pareció exagerado.
Hoy tenemos que vivir la siguiente situación: tasas de interés arriba de 11% con inflación que ya está por debajo de 5%, esto da como resultado que la tasa real prácticamente esté muy cerca del 7%, no hay, que yo recuerde, ninguna moneda en el mundo que ofrezca ese rendimiento en términos reales; esto es la causa principal, entre otras, de la fortaleza del peso, tasas reales tan elevadas lesionan muy fuerte a la economía. Se hace muy difícil el hacer que los negocios crezcan y se desarrollen, el financiamiento, tanto para empresas como para particulares, se vuelve prohibitivo, y los deudores de cualquier tipo, se están empobreciendo. Imagínese usted, gente que tenga hipotecas de tasa variable, en cuánto les ha subido el pago mensual, o peor aún, los miles de personas que se financian con su propia tarjeta de crédito teniendo que pagar intereses exorbitantes; de esa manera podríamos mencionar muchas otras actividades, que simplemente no se van a desarrollar con tasas reales tan altas.
A nuestro país le convendría mucho más tener un tipo de cambio razonable, por ejemplo, 19.00 pesos por dólar y tasas de interés que no estuvieran arriba de 8%. El argumento de seguir manteniendo la tasa de interés tan alta porque la inflación subyacente sigue estando arriba de 6%, honradamente no es suficiente para que la tasa no baje. Al tener tasas reales de 3%, la perspectiva económica sería mucho mejor.