(TULIO F. VILLALOBOS-GUERRERO Y OMAR VALENCIA MÉNDEZ. NEXOS)
Los océanos, con su vastedad y riqueza, son el hogar de una diversidad de especies cuya distribución depende de las condiciones climáticas y del entorno natural. Sin embargo, la crisis climática está rompiendo este equilibrio, haciendo que los ecosistemas marinos sean cada vez más vulnerables. Entre los múltiples desafíos que enfrentan, la biocontaminación marina destaca como una amenaza creciente y poco conocida. Así como los químicos contaminan el aire, el agua o el suelo, los biocontaminantes —organismos introducidos en hábitats donde no son nativos— están alterando la calidad ambiental de zonas costeras, estuarinas y marinas. Este fenómeno no sólo pone en riesgo la biodiversidad, sino también la estabilidad de los océanos, esenciales para la vida en el planeta.
La biocontaminación, resultado de la introducción por parte del ser humano de organismos en el ambiente, genera efectos nocivos de gran alcance: altera los recursos vivos, obstaculiza las actividades marinas, reduce los servicios ecosistémicos del mar y limita su uso sostenible. Además, esta amenaza no se detiene en los ecosistemas; también puede poner en peligro la salud humana. Las bioinvasiones y la crisis climática alteran el equilibrio de las interacciones entre las especies y su hábitat, impactando la biodiversidad nativa, el comportamiento y la diversidad genética. Además, modifican el hábitat, las redes alimentarias, o incluso alteran los ciclos de nutrientes.
¿Qué es la biocontaminación?
Las Especies Exóticas Invasoras, conocidas también como bioinvasiones, se consideran uno de los principales biocontaminantes y una de las mayores causas de pérdida de biodiversidad en el planeta. En México este fenómeno ocupa alarmantemente el tercer lugar en afectación.. El ser humano ha transportado estas especies, ya sea de manera voluntaria o accidental, y al establecerse en nuevos sitios con condiciones favorables para su desarrollo —generalmente sin depredadores naturales—, proliferan hasta alcanzar niveles incontrolables. Sus impactos, generalmente irreversibles, alteran profundamente los ecosistemas, aceleran la extinción de especies nativas y generan graves consecuencias económicas y de salud pública.
En México, uno de los ejemplos más claros y mejor documentados de biocontaminación marina es la invasión del pez león originario del Indo-Pacífico. Esta especie invasora destaca por su extraordinaria capacidad reproductiva: alcanza la madurez en su primer año de vida y puede liberar entre 1800 y 41 945 huevos por puesta, realizando múltiples puestas al año. Con una esperanza de vida de hasta treinta años, sus millones de larvas son transportadas por las corrientes oceánicas del Atlántico, facilitando su rápida expansión gracias a su notable adaptación a diversos entornos. Además, el cambio climático, con el calentamiento de los océanos y el aumento del nivel del mar, podría acelerar y ampliar aún más su dispersión, exacerbando sus impactos en los ecosistemas marinos locales. Para acrecentar el impacto invasivo, su apetito voraz lo convierte en un depredador y enemigo de los arrecifes coralinos. Reduce la biodiversidad nativa, desplaza a peces y altera las redes alimenticias. Los corales ya están sujetos a una gran tensión por el blanqueamiento, la acidificación del océano, la sobrepesca y la contaminación. El estrés que aporta el pez león acelera el deterioro de los servicios ecosistémicos que ofrecen los arrecifes del Gran Caribe.
Este ejemplo evidencia cómo la crisis climática exacerba los problemas asociados con la biocontaminación marina. Sin embargo, en el caso de la mayoría de las bioinvasiones en México, persiste un conocimiento limitado sobre la magnitud de sus efectos tanto en los ecosistemas como en las actividades humanas.
El papel del tráfico marino en la biocontaminación
El tráfico marítimo es la columna vertebral del comercio internacional, transportando el 80 % del volumen producido y consumido en el mundo. Los recintos portuarios en México son puntos estratégicos para la economía y el comercio regional y mundial. En 2022 hubo intercambio con 71 países y 264 puertos, mientras que casi 30 000 arribos de buques y transbordadores fueron atendidos en las instalaciones mexicanas.
La combinación del intenso tráfico marítimo, el aumento de la temperatura en los océanos, el enorme volumen de especies transportadas entre regiones (aproximadamente 10 000 por día) y la alarmante rapidez con la que se reportan nuevas invasiones en el mundo (una cada dos meses) señala una acelerada proliferación de especies invasoras, tanto en los puertos de México como a nivel global.
Los puertos mexicanos representan la principal ruta de entrada de bioinvasiones en los mares, volviéndolos muy susceptibles a las introducciones accidentales, particularmente de invertebrados. La mayoría de estos viven suspendidos o flotando en el agua durante su edad más temprana (larvaria) que dura desde pocos días hasta varias semanas. Pasando esta fase buscan el fondo del mar o un sustrato duro para continuar su ciclo de vida.
Como las embarcaciones de gran calado requieren estabilidad por las mercancías que transportan, ésta se compensa usando agua marina como lastre. Las larvas de invertebrados son, en consecuencia, más propensas al transporte entre regiones, aunque también viajan como polizones adheridos a las estructuras externas del barco, conocidos como biota incrustante o fouling.
La biocontaminación en México
Hasta la fecha, 2780 especies marinas exóticas han sido registradas en el mundo; entre ellas, 232 especies (8.5 %) se encuentran en México. Del total nacional, 108 especies son invertebrados exóticos; de los cuales, 28 especies tienen capacidad invasora en el país, es decir, tienen efectos ambientales y socioeconómicos. No obstante, es muy probable que este número de especies exóticas e invasoras esté subestimado.
En los últimos veinte años, las investigaciones para conocer y detectar con rapidez a los invasores marinos en el país han tomado relevancia. Sin embargo, la ausencia de un sistema integral de vigilancia y alerta temprana, la complejidad logística y administrativa para realizar estudios en recintos portuarios, la escasez de esfuerzos para detectar especies, y el financiamiento intermitente, han sido factores que dificultan conocer a las especies introducidas y sus efectos sobre las nativas.
Invertebrados invasores adheridos a cabos y cascos (izquierda), alfombra abandonada (centro) y pilote de muelle (derecha) en Puerto Peñasco, Sonora
Las bioinvasiones marinas que generan mayores impactos ambientales, económicos y sociales en México son las plagas de gusanos poliquetos barrenadores de ostiones. Los poliquetos perforan las capas duras que cubren a las conchas del ostión. Estos últimos tratan de obstruir el avance del gusano produciendo sustancias proteicas que bloquean esos huecos. De este proceso se forman burbujas ricas en materia orgánica que sirven como guaridas para el gusano, pero debilitan el mecanismo de defensa del ostión por la aparición de infecciones bacterianas, vuelven la concha porosa y quebradiza, y disminuyen el crecimiento del ostión.
En México, su presencia se ha detectado en diversas especies como los ostiones japonés, americano y de manglar, así como en las almejas negra y mano de león, y el abulón rojo. Los impactos ambientales y socioeconómicos de este parásito pueden ser devastadores, como ocurrió entre 2011 y 2015 con la almeja mano de león en la península de Baja California. Durante ese periodo, la combinación de infestaciones por poliquetos, otros parásitos y agentes virales provocó una mortalidad masiva de esta especie.1 Lamentablemente, se conoce muy poco sobre los daños que los invasores marinos representan para el país.
Costos económicos de la biocontaminación marina
Las bioinvasiones y la crisis climática están entre las peores amenazas a la economía ocasionando pérdidas anuales estimadas hasta de ~10 % del capital global. Comprender y estimar estas pérdidas es crucial, ya que la proliferación de especies invasoras y sus impactos continúan intensificándose sin señales de desaceleración. Algunas predicciones indican que las bioinvasiones aumentarán en un 36 % por continente al 2050; los invertebrados serán quienes contribuirán mayormente a esta bioinvasión.
Se estima que los costos asociados con la gestión, el control y la investigación de las bioinvasiones ascienden a 46 000 millones de dólares anuales a nivel global, de los cuales 3000 millones corresponden a pérdidas causadas por organismos acuáticos.2 En México, se han estimado pérdidas económicas de 51.4 millones de dólares entre 1992 y 2019 debido a cuatro especies marinas invasoras: el pez león, el ostión japonés, un poliqueto sabélido y el gusano barrenador. Sin embargo, esta cifra está gravemente subestimada, ya que no existen estudios que evalúen los costos asociados a las más de 200 especies marinas no nativas que actualmente se encuentran en los ecosistemas marinos del país. El desconocimiento en los impactos económicos por bioinvasiones en el país resulta inmenso, incluso cuando se trata de especies sumamente dañinas, como el mejillón mediterráneo en el Pacífico mexicano, una de las cien especies invasoras más peligrosas del mundo.
Mejillón mediterráneo (Mytilus galloprovincialis) adherido a un muelle (arriba) y un casco de embarcación menor (abajo) en el puerto de Ensenada, Baja California
Recomendaciones futuras
La biocontaminación marina no sólo pone en riesgo la riqueza natural y la biodiversidad de las costas mexicanas, sino también el sustento de miles de familias que dependen de la pesca y la maricultura (cría y cultivo de organismos marinos para el consumo humano). Además, afecta negativamente el desarrollo industrial, la infraestructura, el valor turístico de las regiones costeras y, de manera preocupante, la salud pública. Sin embargo, a pesar de que casi cincuenta especies marinas representan una amenaza para los servicios ecosistémicos de México, según la lista publicada en el Diario Oficial de la Federación en 2016,3 la mayoría no ha recibido la atención académica, política y social necesaria.
Los apoyos gubernamentales para abordar las causas de las bioinvasiones marinas en el país aún son incipientes. Es crucial que se prioricen acciones para atender, vigilar e invertir en el manejo de estas especies, fomentando además el conocimiento sobre sus efectos ambientales, económicos y sociales. Asimismo, es indispensable desarrollar y ejecutar programas de gestión coordinados, rentables y a largo plazo que incluyan actividades estratégicas de monitoreo, contención, remoción y erradicación, adaptadas a contextos específicos donde han demostrado ser eficaces. La implementación sostenida de estos programas permitirá enfrentar las bioinvasiones de manera integral, mitigando sus impactos y reduciendo los costos asociados a la presencia de biocontaminantes.
Aunque la investigación sobre bioinvasiones marinas en México ha sido limitada, recientemente se han comenzado a dirigir esfuerzos significativos para detectar y comprender estas especies. Un ejemplo destacado de este avance fue el Primer Congreso Panamericano de Especies Acuáticas Invasoras y No Nativas, organizado por instituciones mexicanas. Este evento, realizado de forma remota, marcó un precedente en la región al reunir a expertos y actores clave de diversas disciplinas y países comprometidos con la salud de los ecosistemas acuáticos y el bienestar socioeconómico de las comunidades. La reunión no sólo permitió exponer el conocimiento actual sobre las invasiones marinas en el país, sino que también impulsó el inicio de colaboraciones multidisciplinarias a nivel nacional e internacional. Este tipo de iniciativas subraya la importancia de continuar fortaleciendo la investigación, promoviendo la cooperación y desarrollando estrategias efectivas para la gestión de bioinvasiones. Sólo mediante esfuerzos conjuntos será posible construir un futuro más sostenible y garantizar la conservación de nuestros ecosistemas acuáticos.
Tulio F. Villalobos-Guerrero y Omar Valencia Méndez
Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California
1 Massó-Rojas, J. A., Morales-Bojórquez, E., Arellano-Martínez, M., Ceballos-Vázquez, B. P., Talavera-Maya, J., y Ceseña-Espinoza, N., “Almeja mano de león Nodipecten subnodosus”, En Sustentabilidad y pesca responsable en México: Evaluación y manejo, Instituto Nacional de Pesca (Inapesca), 2014, pp. 17-48.
2 Zenni RD, Essl F, García-Berthou E, McDermott SM., “The economic costs of biological invasions around the world”, NeoBiota, 67, 2021, pp. 1-9.
3 Diario Oficial de la Federación, 2016. Acuerdo por el que se determina la Lista de las Especies Exóticas Invasoras para México. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.