Biombos y castas en el Palacio de Iturbide

(VEKA DUNCAN. LA RAZÓN

Entre las obras más representativas del arte novohispano existen dos que no sólo gozaron de particular popularidad entre los mecenas y coleccionistas, sino que conforman un testimonio sin igual para comprender cómo era la vida de nuestros antepasados: los biombos y los cuadros de castas. Estos dos géneros se presentan desde agosto en el Palacio de Iturbide de Fomento Cultural Citibanamex, precisamente como testimonios de la pintura de lo cotidiano en los siglos XVII y XVIII.

LA EXPOSICIÓN Biombos y castas. Pintura profana en la Nueva España reúne piezas destacadas de la propia colección Citibanamex, así como de diversos coleccionistas privados. Surgió por invitación de la Casa de México en Madrid y, posteriormente, viajó de vuelta a nuestro país para presentarse en la Casa del Conde Rul en Guanajuato, recinto que también forma parte del patrimonio inmueble del banco.

Para su presentación en la Ciudad de México se amplió esa primera muestra con el apoyo de los mismos coleccionistas, para reunir un total de 55 piezas de diez acervos distintos, entre las que resaltan nueve biombos de singular manufactura y belleza.

La decisión de volver a escenificarla en la capital, ahora en esta versión ampliada, nace a partir de experiencias previas en las que el equipo de Fomento Cultural Citibanamex ha comprobado una identificación de los visitantes con las temáticas que estas piezas exponen: “Es un tema que sabemos que le gusta mucho al público, pero que tenía muchos años de no presentarse en la Ciudad de México. Ha tenido muy buena aceptación”, explica Cándida Fernández, directora de Fomento Cultural Citibanamex, en entrevista para El Cultural. Resulta muy atinado que sea ésta la motivación central de una exposición de este tipo, pues los recintos culturales deben siempre mostrar sensibilidad hacia los intereses de sus públicos y, sobre todo, considerar temáticas accesibles a un amplio espectro de visitantes. Además, resulta interesante abordar la importancia del arte como un documento para la historia de la vida cotidiana.

Los cuadros de castas son, así, las piezas de mayor interés en la exposición, pues sirven como ventanas que nos permiten asomarnos a la cotidianidad de la Nueva España, si bien ésa no fue necesariamente su intención original. En las series exhibidas en el Palacio de Iturbide podemos observar escenas en barberías —donde también se hacían trabajos dentales—, además de tiendas y mercados, e incluso un pintor ejerciendo su oficio en su taller. Destacan también aquéllas en las que el entorno cobra menos protagonismo, pero aun permiten observar las vestimentas que usaban e incluso los frutos que se consumían. De este modo, señala Cándida Fernández, “el público puede ver una selección de la imagen que los novohispanos tenían de sí mismos”.

En cuanto a esta idea de autorrepresentación, Fernández ahonda en que “las castas es un género que fundamentalmente se desarrolló en la Nueva España, porque fue el reino más mestizo. Las castas no están hechas para segmentar y dividir, sino simplemente reflejan cómo se daban las mezclas de distintos grupos sociales y de varias etnias. Eran un juego de posibilidades y se explican dentro de una visión ilustrada”.

Los cuadros de castas sirven como ventanas que nos permiten asomarnos a la cotidianidad de la Nueva España

Esta visión se confronta con las relecturas que se han hecho de este tipo de representaciones desde corrientes de pensamiento como el postcolonialismo, el cual ha cuestionado el racismo que pareciera permear en ellas. Ante estos planteamientos, ¿cómo enfrentarnos a esta pintura? “Tratando de entender un poco el espíritu ilustrado de los gabinetes científicos”, responde Fernández, profundizando también en los mecanismos de producción y mecenazgo de las series de castas, pues en realidad “tenían un mercado y una difusión muy reducida. Realmente no era una información masiva, que estuviera en los frescos de una iglesia o un convento, los cuales sí tenían una vocación más bien de carácter didáctico”. En esas representaciones encontramos algunos de los nombres más destacados de la pintura novohispana, como Ibarra, Cabrera y Rodríguez Juárez; este último, de acuerdo con Fernández, es el que mejor encarna aquella vocación de gabinete científico.

POR OTRO LADO, donde quizá sí encontramos un mayor interés didáctico es en los biombos. Éstos llegaron a la Nueva España gracias a las rutas comerciales con Oriente a través del afamado Galeón de Manila, conocido también como Nao de China. Este intercambio comenzó hacia 1565 y concluyó hasta 1815, pero el momento en que el biombo tuvo un auge fue precisamente en las últimas décadas del siglo XVII y a lo largo del XVIII. Si bien hay también temas cotidianos en su decoración —como el que nos muestra un paseo en Chapultepec o un paisaje—, lo que encontramos en la mayoría de los que están expuestos en el Palacio de Iturbide es una fascinación por la historia. El tema de la Conquista, por ejemplo, es frecuentemente representado desde el último tercio del siglo XVII; la mayoría de las piezas muestra la secuencia completa de los acontecimientos a partir de la narración de Bernal Díaz del Castillo, desde el casi mítico encuentro de Cortés con Moctezuma, hasta la caída de Tenochtitlan. En la otra cara, los biombos solían acompañarse con vistas de la Ciudad de México.

Hay también un interés de autorrepresentación en esas escenas históricas, que los hermana con las castas. “Representan la historia porque es un instrumento que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos”, destaca Fernández al respecto, asegurando que por ello “los repasos históricos siempre tienen vigencia”. Quizá ésa sea también la mejor forma de sintetizar la relevancia de la exposición de Fomento Cultural Citibanamex, pues más allá de que podamos observar estas expresiones con una mirada crítica, nos muestran quiénes fuimos y cómo vivimos, lo cual no deriva en otra cosa sino en lo que somos hoy.

Biombos y castas. Pintura profana en la Nueva España estará en el Palacio de Iturbide hasta el 12 de noviembre. El recinto está abierto todos los días de 10 a 19 horas y la entrada es libre.