(PAUL KIERNAN, DANNY DOUGHERTY Y PETER SANTILLI. THE WALL STREET JOURNAL. REFORMA)
Estados Unidos está experimentando su mayor ola de inmigración en generaciones, impulsada por millones de personas de todo el mundo que buscan seguridad personal y oportunidades económicas. Los inmigrantes están aumentando la población y cambiando la composición de la fuerza laboral estadounidense de maneras que probablemente repercutirán en la economía durante décadas.
Desde fines del 2020, más de 9 millones de personas han migrado a EU, tras restar los que se han ido, llegando tanto de forma legal como ilegal, arrojan estimaciones y proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). Esa cifra es casi la misma que la de la década anterior. La inmigración ha elevado el crecimiento de la población estadounidense a casi el 1.2% anual, el más alto desde principios de la década de 1990. Sin ella, la población estadounidense crecería 0.2% anual debido a la disminución en las tasas de natalidad y comenzaría a reducirse alrededor del 2040, proyecta la OPC.
El aumento en la inmigración ha sido controvertido porque la mayoría de los inmigrantes no llegaron vía los canales legales regulares. Menos del 30%, o 2.6 millones, son lo que la OPC cuenta como “residentes permanentes legales”, incluyendo a poseedores de tarjetas verdes y otros inmigrantes que llegaron a través de canales legales, como visas familiares o de empleo. Además, la OPC estima que la población extranjera no inmigrante, que incluye a trabajadores temporales y estudiantes, ha aumentado en aproximadamente 230 mil personas desde finales del 2020.
La OPC se refiere a la mayoría de los otros 6.5 millones como “otros ciudadanos extranjeros”. La mayor parte de ese grupo cruzó la frontera sur sin autorización previa, se entregó a funcionarios fronterizos estadounidenses y solicitó asilo. Se les asignaron fechas de audiencia, a veces hasta dentro de años. Mientras los recién llegados esperan, algunos inicialmente en refugios proporcionados por el Gobierno, la mayoría trabaja.
Hay mucho que desconocemos sobre esta población. Los datos de los tribunales de inmigración están incompletos porque sólo cubren a los inmigrantes sospechosos de violar las leyes de inmigración y otras. Mientras tanto, el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes estima que al menos 2 millones han cruzado la frontera sin ser detectados desde finales del 2020.
Pero sí llegan algunos datos, a través de una encuesta mensual de la Oficina del Censo de 60 mil hogares y del Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC), una base de datos de presentaciones ante tribunales de inmigración llevada por la Universidad de Syracuse.
El Journal analizó el promedio de mayo a julio.
Los inmigrantes recientes son más jóvenes y tienen más probabilidades de estar en edad de trabajar que los estadounidenses nacidos en EU. De los extranjeros que llegaron desde el 2020, el 78% tiene entre 16 y 64 años, en comparación con el 60% de los nacidos en EU, arroja el censo mensual.
Eso ayuda a explicar por qué también tienen más probabilidades de formar parte de la fuerza laboral. De los inmigrantes recientes mayores de 16 años, el 68% -la tasa de participación- está trabajando o buscando trabajo, en comparación con el 62% de los estadounidenses nacidos en EU. En cifras brutas, eso probablemente equivale a más de 5 millones de personas, más o menos el 3% de la fuerza laboral.
Es probable que la tasa de participación de los inmigrantes recientes aumente aún más en los próximos años. Alguien que ha ingresado a EU a menudo tarda más de seis meses en recibir un permiso de trabajo. La participación en la fuerza laboral de los extranjeros que llegaron entre el 2004 y 2019 es un elevado 73%, revela el censo.
Y si bien el 5% de los estadounidenses en edad de trabajar no pueden hacerlo -a menudo por enfermedades crónicas, discapacidad, adicción a las drogas o tener que cuidar a miembros de la familia- menos del 1% de los inmigrantes posteriores al 2020 reportan no poder trabajar.
Los 12 principales países de origen de recién llegados a los que se les han asignado audiencias en tribunales de inmigración desde finales del 2020 se ubican en Latinoamérica o el Caribe, muestran los datos de TRAC, encabezados por Venezuela con 14%, México con 13% y Honduras con 8.5%.
Los datos del censo mensual pintan un panorama ligeramente diferente, sugiriendo que México es el país de origen más común, seguido por Venezuela e India.
Los recién llegados se están instalando en todo el país. En el caso de los 4.2 millones de personas a las que se les han asignado audiencias en tribunales de inmigración desde finales del 2020, los cinco principales Estados destino son Florida, Texas, California, Nueva York y Nueva Jersey.
Pero si bien los inmigrantes más recientes pueden trabajar, muchos no están preparados para trabajos altamente calificados: los datos del censo muestran que los inmigrantes que llegaron desde principios de 2020 tienen más del doble de probabilidades de carecer de estudios de preparatoria que los trabajadores nacidos en Estados Unidos.
Quizás contradictoriamente, los inmigrantes recientes también tienen una probabilidad ligeramente mayor de tener una licenciatura o un título superior que los nacidos en EU. Los datos no dejan claro por qué.
De acuerdo con datos de los tribunales de inmigración, alrededor del 80% del idioma hablado por los inmigrantes recientes es el español.
Una encuesta realizada el año pasado por KFF y Los Angeles Times encontró que alrededor de la mitad del total de inmigrantes estadounidenses dice hablar inglés “muy bien” o exclusivamente.
Los inmigrantes recientes tienden a ganar menos que los trabajadores nacidos en EU debido a su menor nivel de educación, falta de inglés y, en algunos casos, porque trabajan sin permiso. También podrían competir con trabajadores existentes con menor educación y también ejercer presión a la baja sobre sus salarios. A través de estos canales, el aumento en la inmigración podría afectar ligeramente los salarios y la productividad generales a corto plazo, afirma la OPC.
Sin embargo, esto se desvanece con el tiempo a medida que los inmigrantes adquieren experiencia y los poseedores de títulos universitarios contribuyen a la innovación, dice la OPC. Y desde el día en que empiezan a trabajar, los inmigrantes pagan impuestos federales, ayudando a reducir el déficit federal.
Una proporción enorme de los inmigrantes posteriores a 2020 trabajan en empleos mal remunerados. Las ocupaciones más comunes, arroja el censo: trabajadores de la construcción, empleadas domésticas y cocineras.
Muchos inmigrantes sí ocupan empleos calificados; la octava ocupación más común de todos los migrantes posteriores al 2020 es la de desarrollador de software.
Edición del artículo original