(RODRIGO PACHECO. SUMA DE NEGOCIOS. EXCÉLSIOR)
Pocas veces coinciden de manera unánime los 35 participantes de la Encuesta Citibanamex, que se publica quincenalmente, en sus pronósticos sobre la decisión de política monetaria de la Junta de Gobierno del Banco de México. Sin embargo, la unanimidad en la expectativa de un recorte de 25 puntos base en esta ocasión no está exenta de cierta controversia.
PERSISTENTE O TRANSITORIA
En el segundo trimestre de 2021, mientras aún atravesábamos la pandemia, se discutía si la inflación que comenzaba a manifestarse era producto de los problemas con las cadenas de suministro, las cuales estaban afectadas por la dislocación logística ocasionada por la pandemia y la política de cero covid del líder chino Xi Jinping, o si se trataba de un fenómeno más profundo y persistente. La primera manifestación en aquel entonces se observó en el precio de los vehículos usados, debido a la falta de inventario de autos nuevos en las concesionarias. Esto, a su vez, se debía a los cuellos de botella en la manufactura por el desabasto de semiconductores, derivado del súbito aumento en la producción de dispositivos electrónicos que ayudaron a facilitar el trabajo y la educación desde casa durante el confinamiento. A esto se sumó el hecho de que la industria automotriz calculó mal el resurgimiento de la demanda, una vez que lo más agudo de la pandemia había pasado.
BANXICO PROACTIVO
En junio de 2021, el Banco de México optó por considerar que la inflación era persistente y, en la decisión del 24 de junio de ese mismo año, comenzó a subir la Tasa Interbancaria a un Día de 4% a 4.25%. En aquel entonces, la inflación se encontraba al doble del objetivo, en 6%, por lo que se dio inicio a un ciclo alcista. La inflación se vio aún más agudizada debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En el caso de México, alcanzó su máximo histórico de 8.7% en agosto y septiembre de 2022, mientras que la tasa de referencia se ubicaba en 9.25%.
NIVEL MÁXIMO
La Junta de Gobierno del banco central decidió llevar la tasa de referencia a su nivel máximo de 11.25% en las decisiones de finales de marzo del año pasado. En ese entonces, la inflación general se ubicaba en 7.12%, mientras que la subyacente se encontraba en 8.15%. Dicho nivel de tasa se mantuvo durante poco más de 11 meses, hasta el jueves pasado. En esta última decisión, la Junta de Gobierno optó por bajar la tasa de referencia en 25 puntos base, aunque Irene Espinosa consideró que se debería mantener, lo cual envía una señal de que la decisión no es tan obvia.
LA PARADOJA
Bajar la tasa de referencia tiene mucha lógica si se considera que, cuando llegó a 11.25% por primera vez, la inflación estaba 272 puntos base por encima del nivel actual y, la subyacente, 351 puntos arriba. Además, a finales de marzo del año pasado, cuando se elevó la tasa en México, la diferencia con la tasa de referencia de Estados Unidos era de 625 puntos base y el tipo de cambio estaba en 18.01 pesos por dólar. Ahora, aun cuando el mercado daba por descontado que habría un recorte de 25 puntos base en México, el dólar se ha cotizado persistentemente por debajo de los 17 pesos.
La paradoja surge porque, aunque la inflación está más baja, la tendencia no es descendente, como se mostró en las perspectivas de inflación que actualizó el banco central, así como por el dato de la primera quincena de marzo, en donde tuvo un levísimo aumento. En mi opinión, se justifica la disminución, aunque sea un tanto contraintuitiva, sobre todo si consideramos el Indicador Global de la Actividad Económica de enero, que mostró que continúa la tendencia de desaceleración con una caída de 0.6% en la comparación mes con mes.