(FRAN RUIZ Y ALAN RODRÍGUEZ. CRÓNICA)
Panamá alcanzó este miércoles el umbral de los 400 mil inmigrantes en lo que va de 2023 y pulverizó los dos anteriores récords históricos —248 mil en 2022 y 133 mil en 2021—, confirmándose la tendencia a agravarse la situación, mientras los gobiernos por donde transcurre esta gigantesca caravana se muestran impotentes para frenar el avance de cientos de miles de personas, muchas de ellas en manos de organizaciones mafiosas que se lucran al calor de la crisis migratoria.
De mantenerse este ritmo, las autoridades de Panamá estiman que el año podría cerrarse con más de medio millón de inmigrantes, muchas de ellas familias enteras, vagando por peligrosas sendas selváticas y pasando todo tipo de penurias, sólo para acabar en la frontera de México, sin la menor garantía de que puedan empezar una vida nueva en Estados Unidos.
Solo en el mes de agosto, 82,000 personas procedentes en su mayoría de Venezuela, Colombia, Ecuador y Haití cruzaron la peligrosa ruta, la cifra mensual más alta jamás registrada.
“Biden le dijo a todo el mundo que viniera”
Precisamente, este miércoles se celebró el segundo debate televisado entre los aspirantes a la candidatura republicana (de nuevo sin la presencia de Donald Trump), donde compitieron por ver quién criminalizaba más a los inmigrantes o quien enviaba más tropas a México para destruir a los carteles que trafican fentanilo.
“(El presidente Joe) Biden ondeó la bandera verde. Le dijo a todo el mundo que viniera. Hemos visto a seis millones de personas cruzar (ilegalmente) la frontera, dijo la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU Nikki Haley.
“Como comandante en jefe, voy a usar el Ejército para que vaya detrás de los cárteles mexicanos de droga. Están matando a nuestra gente”, sostuvo por su parte Ron DeSantis. Lee también
Mientras que para Vivek Ramaswamy, construir el muro “no es suficiente”: “Debemos usar a nuestros militares para sellar el queso suizo que es la frontera sur”.
En el extremo contrario a la agresividad republicana, la Organización de la ONU para las Migraciones Internacionales (OIM), se mostró “profundamente alarmada” por el dato conocido de Panamá y subrayó el hecho de que un solo país cope más de la mitad de los desplazados este años y el drama de que muchos de ellos sean niños.
Éxodo venezolano
De esos 400 mil inmigrantes que cruzaron la selva de Darién, que separa Colombia de Panamá, el 25% lo constituyen menores de edad, de acuerdo con el Servicio Nacional de Inmigración panameño, que en reiteradas ocasiones ha denunciado la pasividad de Bogotá para impedir las sucesivas caravanas y el negocio que hacen de ella el crimen organizado, como los grupos que cobran por atravesar el llamado Tapón de Darién.
La gran mayoría de los viajeros son sudamericanos, más de 324.000, siendo los venezolanos los que constituyen una abrumadora mayoría (252 mil) y pone de relieve el fracaso del régimen de Nicolás Maduro para dar una vida digna a sus compatriotas en el rico país petrolero.Lee también
Le siguen de lejos en la lista los ecuatorianos (47,724) y colombianos (13,404), que superan en número este año a haitianos y cubanos (un total de 39,200), que tratan de evitar la selva de Darién volando a la capital panameña u otras capitales centroamericanas.
Precisamente, fueron los cubanos los que abrieron a la inmigración masiva el paso por el Tapón de Darién en 2017, año en el que el presidente Barack Obama acabó con la ley “pies secos, pies mojados”, que permitió durante décadas que los cubanos que cruzaran el estrecho de Florida y tocaran tierra adquiriesen automáticamente derecho de asilo, pero si eran interceptados en su balsas en el mar, eran devueltos a la isla.
Crisis migratoria pandémica
Síntoma de que la inmigración (huyendo de la pobreza, la falta de oportunidades o la violencia) se ha convertido en crisis global, en una pandemia que afecta no sólo a Latinoamérica, sino a África, Asia y, en menor medida, Europa del Este.
Unos 27,878 inmigrantes de diferentes países de Oriente ;edio, Pakistán y Afganistán atravesaron Panamá, camino de México y EU, así como 7,389 africanos.
No obstante, el grueso de la migración de estas latitudes se dirige a Europa occidental, intentado atravesar el Mediterráneo, convertido en un gigantesco cementerio a cielo abierto (igual que lo es el Río Bravo, el desierto de Arizona, las selvas centroamericanas o las carreteras mexicanas).
Viaje a la muerte
Según datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 37 inmigrantes fallecieron en la selva del Darién en lo que va de 2023, aunque el subregistro es enorme, por lo que la cifra debe ser mucho mayor, como ha admitido el organismo.
De hecho, la ruta terrestre más letal del mundo es el cruce de México a EU, con casi 700 muertos en 2022, aunque luy lejos de los más de 22 mil muertos que se ahogaron el año pasado en el Mediterráneo.
A las muertes se suman los robos, asaltos y violaciones que sufren estos viajeros, pese a que Panamá es el único país de América que toma los datos biométricos a los migrantes en unas estaciones situadas en sus fronteras del Darién, y de Chiriquí, en el norte y fronteriza con Costa Rica, en las que además ofrece asistencia sanitaria y de alimentación, un operativo en el que ha invertido más de 70 millones de dólares según las cifras oficiales.
Deportaciones para atajar una situación “límite”
Las autoridades de Panamá claman por más cooperación internacional para administrar el creciente flujo migratorio, que ha llevado al límite las capacidades del Estado y de los organismos mundiales que asisten en el Darién a los viajeros en tránsito.
La estrategia de flujo controlado que aplica Panamá ha impedido que migrantes mueran asfixiados en furgones o sean víctimas de explotación sexual o de trata de personas en territorio panameño como sí ocurre en otros países, alertó el pasado fin de semana el ministro de Seguridad Pública, Juan Pino.
En medio de esta crisis, las autoridades de Panamá anunciaron el pasado 8 de septiembre la intensificación de las “deportaciones y las expulsiones de los ciudadanos irregulares que tengan antecedentes penales”, una medida que desde abril pasado se aplicó a 452 personas.
Esta misma estrategia, pero a mucha más escala, pretenden implementar México y Estados Unidos ante la crisis en su frontera, donde decenas de miles de personas esperan y se desesperan por cruzar, mientras crece la presión para que la Casa Blanca actúe con más contundencia.
“Despresurizar” la frontera México-EU
El pasado viernes, funcionarios mexicanos se reunieron en Ciudad Juárez con funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), luego de que aumento descontrolado de cruces obligara a las autoridades estadounidenses a cerrar un puente internacional que conecta con El Paso, Texas.
“México acordó “despresurizar” Tijuana, Ciudad Juárez y Matamoros, que limitan respectivamente con San Diego (California), El Paso, y Eagle Pass (Texas), mediante deportaciones masivas de inmigrantes en vuelos a sus países de origen.
El Instituto Nacional de Migración (INM) mexicano anunció su compromiso de “realizar las gestiones con los gobiernos de Venezuela, Brasil, Nicaragua, Colombia y Cuba para que reciban a sus connacionales” y “continuar con el operativo espejo en la frontera de México y Estados Unidos”.
Como parte del acuerdo, también implementarán más de una docena de acciones para evitar que los migrantes arriesguen sus vidas al utilizar el sistema ferroviario para llegar a la frontera entre Estados Unidos y México, según el INM.
Pero, de momento, la medida no ha logrado desincentivar a los inmigrantes.
Crisis humanitaria en San Diego
En paralelo a la alerta de Panamá por alcanzar el hito de los 400 mil inmigrantes, el gobierno del condado de San Diego emitió una declaración de “crisis humanitaria”, en respuesta a la liberación el martes de más de 7 mil 800 solicitantes de asilo en sus calles por parte de las autoridades fronterizas.
Para aliviar la sobrepoblación de sus instalaciones, la Patrulla Fronteriza decidió trasladar a grupos de migrantes desde la frontera hasta ciudades como San Diego, Oceanside y El Cajón, lo que llevó a la Junta de Supervisores del condado de San Diego, en una votación unánime, a declarar la emergencia y pedir al Gobierno federal que asuma la responsabilidad de atender a estos solicitantes de asilo.
Niños arrastrados por sus familias a una peligrosa travesía, cruzan el río Turquesa en la selva de Darién EFE