Demografía, otro México

(GABRIEL QUADRI DE LA TORRE. EL ECONOMISTA)

Caminamos hacia ser un país más urbano, más viejo, y con menores presiones demográficas. Somos otro México. La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) publicada apenas la semana anterior por el INEGI es elocuente al respecto. Veamos: La fecundidad (número promedio de hijos por mujer) ha caído espectacularmente: de 2.07 en 2018 a apenas 1.6 en 2023, lo que anticipa una reducción en la población – la tasa de reemplazo para mantener estable una población a largo plazo es de 2.1 hijos por mujer. Ha disminuido la fecundidad de mujeres adolescentes (de entre 15 y 19 años) de 70.6 nacimientos por mil mujeres en 2018 a 45.2 en 2023, lo que se relaciona con un mayor acceso a anticonceptivos y a educación, y contribuirá a reducir la pobreza. Sigue registrándose una brecha significativa en la fecundidad de mujeres rurales con respecto a mujeres urbanas: 2.13 hijos por mujer rural, frente a 1.44 hijos por mujer urbana. Las mujeres hablantes de una lengua indígena mantienen la fecundidad más alta, que pasó de 2.74 a 2.55 en el periodo considerado, mientras que la fecundidad de mujeres no hablantes de lenguas indígenas se redujo de 2.03 a 1.55. O sea, las primeras tienen en promedio un hijo más que las segundas. En 2023, Chiapas, Zacatecas, Guerrero, Michoacán y Durango tuvieron las mayores tasas de fecundidad que superaron los dos hijos por mujer. En Morelos, Baja California, Baja California Sur, Quinta Roo, México y Ciudad de México se observaron las menores tasas, que fueron inferiores a 1.60 hijos por mujer. Es interesante denotar que la tasa de fecundidad de las mujeres con escolaridad media superior o superior fue de 1.35 hijos por mujer, en contraste con la tasa de fecundidad de las mujeres sólo con algún grado de primaria, que fue de 2.36. Esto es, a mayor escolaridad, menor fecundidad. La escuela y la educación son los mejores anticonceptivos.

El número de integrantes promedio en cada hogar disminuyó apreciablemente en el período, de 4.0 a 3.3 integrantes, mientras resalta un incremento en el porcentaje de hogares unipersonales de 11.7% a 14%, entre 2018 y 2023. Por su parte, la pirámide de población muestra que, entre 2018 y 2023 el porcentaje de personas con menos de 15 años disminuyó de 25.3 a 22.7%; y el porcentaje de la población de 60 años y más aumentó de 12.3% a 14.7%. Todo ello debe corresponderse con nuevas políticas de educación pública (menos maestros y escuelas), vivienda compacta y densificación urbana, así como de salud pública (atención geriátrica), y de pensiones contributivas y no contributivas (que serán insostenibles por el aumento inevitable en el porcentaje de adultos mayores).

Algo verdaderamente trágico es el colapso en el acceso a sistemas de salud pública en los últimos cinco años. En 2018, 82.5 % del total de la población contaba con afiliación a alguna institución o programa de salud. Para 2023, este porcentaje se abatió a 62.1% como consecuencia de la destrucción del Seguro Popular. 30 millones de personas quedaron desamparadas. Esto ha llevado a una real privatización de los servicios de salud. En 2018, 58% de la población tenia acceso a algún servicio de salud público, mientras que el 18% se atendía en sistemas privados. En 2023 sólo el 43% de la población tuvo acceso a servicios de salud públicos, mientras que la población que tuvo que recurrir a sistemas privados se elevó a 25%.

La emigración hacia Estados Unidos se ha disparado. Entre 2018 y 2023 emigraron 1.2 millones de mexicanos, mientras que entre 2013 y 2018 emigraron sólo 761 mil personas. Los patrones migratorios dentro del país son igualmente reveladores. La migración se dirige a los lugares más prósperos, mientras que las entidades más pobres expulsan población. Las entidades con los mejores saldos migratorios fueron Quintana Roo, Baja California, Baja California Sur, y Nuevo León. Por su parte, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Zacatecas, Tabasco y Veracruz mostraron los peores saldos migratorios, junto con la Ciudad de México. Nuestra ciudad pierde población desde hace al menos dos décadas, lo que es indicativo de muy pocas oportunidades de empleo, malos servicios públicos, e inadecuada disponibilidad de vivienda. (La densificación de la ciudad ha sido muy deficiente). Los hijos emigran.

Por otro lado, es interesante advertir curiosidades de identidad étnica: 2.4% de la población se considera “afrodescendiente”. Pregunta: ¿Esto incluye a blancos, descendiente de Afrikaaners neerlandeses de Sudáfrica, Namibia o Zimbabue, o de árabes de Egipto, Túnez o Argelia, que son todos ellos africanos? Por otro lado, ha crecido significativamente la población que se considera a sí misma “indígena”, del 19.4% en 2020 al 30.3% en 2023. Sin embargo, el porcentaje de población hablante de alguna lengua indígena se redujo en el mismo periodo de 6.1% a 5.9%. Aquí también hay un problema de auto-identificación, tal vez relacionado con nuevas ideologías identitarias y acciones afirmativas. En fin, México es otro, y tenemos que planear y decidir para ese otro México.

@g_quadri