Desafíos económicos ponen en duda el futuro de Reino Unido

MARTIN WOLF. FINANCIAL TIMES

La atención se centra en la crisis del costo de vida, pero existen otros cuatro retos: estancamiento de ingresos, pandemia, intercambio comercial e inflación alta

  • Es “la economía, estúpido”. James Carville acuñó esta frase en la campaña de Bill Clinton de 1992. Y tenía razón. La economía no lo es todo, pero casi.

La propia democracia moderna no habría nacido si no fuera por las oportunidades creadas por el crecimiento sostenido. La estabilidad también depende de la política de suma positiva que crea el crecimiento. Si, como ocurre ahora, en Reino Unido y otros países de altos ingresos, la economía se estanca, la política se vuelve tensa, ya que un grupo no puede tener más sin que otros tengan menos. La batalla se vuelve más encarnizada si la fuerza laboral disminuye en relación con la población y, por tanto, las transferencias financiadas con impuestos suelen aumentar en proporción con los ingresos nacionales.

En la actualidad, la atención se centra en una reciente perturbación de los ingresos reales agregados, la llamada crisis del costo de la vida, pero la realidad actual refleja cuatro retos: un periodo prolongado de estancamiento de los ingresos reales, la pandemia, el deterioro posterior al covid de la “relación de intercambio” del país (los precios relativos de sus importaciones frente a sus exportaciones), exacerbado en gran medida por el impacto en los precios de la energía a causa de la invasión de Rusia a Ucrania, y la alta inflación.

Consideremos cada elemento de esta historia.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el producto interno bruto real per cápita de Reino Unido creció 6 por ciento entre 2008 y 2022. Este fue el segundo peor resultado en el G7, por encima de Italia. Para situar esta terrible cifra en su contexto, el PIB real per cápita británico aumentó 33 por ciento en los 14 años anteriores a 2008. Un crecimiento tan débil garantizaba la austeridad, pero realizar casi todo el ajuste fiscal posterior a la crisis financiera recortando el gasto empeoró la situación.

En 2020 llegó la pandemia. Entre 2019 y 2022 el PIB real per cápita británico se contrajo 1.9 por ciento, la mayor caída en el G7. Una explicación de este gran golpe a la producción fue el deterioro de los términos de intercambio del país. Como importador neto de energía, este deterioro iba a ser grande para Reino Unido: de acuerdo con Silvana Tenreyro, miembro del Comité de Política Monetaria de la naciónla relación de intercambio del país se deterioró 9.5 por ciento entre febrero de 2020 y septiembre de 2022. El PIB real y el consumo de los hogares se mantienen muy por debajo incluso de sus pobres tendencias de 2013-2019.

Por último, el nivel general de precios también se disparó, lo que provocó grandes cambios en la distribución de los ingresos reales. Según el FMI, los precios al consumidor aumentarán 21 por ciento entre finales de 2020 y 2023. Es evidente que esto le impone un enorme recorte de los ingresos reales a las personas cuyo salario no aumenta también en términos nominales.

Así que, sí, las conmociones de los últimos años han sido grandes e inesperadas, pero lo que las hizo más difíciles de sobrellevar es el largo periodo de estancamiento y austeridad que las precedió. De hecho, todo se volvió mucho más difícil de administrar en este contexto.

La ex primera ministraLiz Truss tenía razón en qie el crecimiento económico importa, pero ni ella ni su canciller, Kwasi Kwarteng, tenían una visión comprensible de cómo lograr un crecimiento más rápido. Los incentivos son importantes, pero también unas finanzas públicas sólidas, tasas de interés bajas, economía abierta y reputación de buena administración. Mucho de esto se convirtió en un sacrificio para la política totémica del brexit. Y esto ni siquiera ha terminado: pensemos en el sinsentido del “retained EU law bill” (también conocido como Revocación y Reforma), que es un plan para “revisar o revocar” gran parte del derecho derivado de la Unión Europea que constituye la base de gran parte de la vida nacional actual.

Esto no es más que bailar sobre la cubierta del Titanic. Es difícil creer que Reino Unido prospere, quizá incluso sobreviva, como una sociedad democrática pacífica y ordenada sin un crecimiento más rápido. Para lograrlo tendrá que elevar sus bajas tasas de ahorro e inversión, construir más viviendas y reformar su sistema de pensiones, crear nuevas empresas dinámicas, descubrir una ruta hacia mejores oportunidades para el comercio, ofrecer empleos y financiar educación y capacitación. Solo si se hace todo esto podrá permitirse los servicios públicos que necesita y que sus ciudadanos seguirán exigiendo.

Reino Unido no es el único país que económicamente tuvo dificultades y dejó de avanzar; sin embargo, su situación es terrible. ¿Por qué sus políticos no son capaces de responder? 

Edificios del distrito financiero denominado City, en Londres. EFE