REGINA REYES-HEROLES C. MILENIO DIARIO
¿Qué pasaría si la más reciente ola de calor se convirtiera en la norma?
¿Cómo podría afectar a las personas más vulnerables?
¿Qué tanto se ampliarían las brechas y desigualdades existentes?
Imaginar el futuro es complejo, más cuando sumamos los retos climáticos y sociales.
“Para que el país pueda alcanzar un desarrollo económico justo y ambientalmente sostenible, necesitamos una estrategia integral, con justicia y equidad ambiental y que incluya a todos”, dijo el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, en el Festival de Financiamiento Sostenible.
Hacia allá debe ir el sistema financiero del país y las claves son: sostenible, con justicia, equidad e inclusión.
Para eso, México necesita cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y movilizar entre 7 y 8 por ciento del producto interno bruto (PIB) cada año hasta 2030.
Hasta que no esté ese dinero ‘movilizado’ no estamos haciendo lo suficiente. Se dice en inglés que hay que “poner el dinero dónde está la boca” (put your money where your mouth is).
Según el Centro de Investigación económica y Presupuestaria (CIEP) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de 2017 a 2020 el gasto en inversión pública y Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) estuvo por debajo del cuatro por ciento del PIB, el mínimo necesario para impulsar el desarrollo sostenible, en 2021 incrementó a 4.4 por ciento. En 2022 y 2023 bajó a 3.4 y 3.8 por ciento.
Algo se ha logrado: la emisión de bonos sostenibles por 11 mil millones de dólares (mdd) por parte del gobierno federal y otros 22 mil mdd a través de la banca de desarrollo y el sector privado.
Lo más innovador en estos bonos es la palabra ‘sostenibles’ que va junto, me dijo Itzel Alcérreca, asesora en temas de financiamiento de GIZ México y coordinadora del Festival de Financiamiento Sostenible 2023. Son instrumentos de deuda que buscan financiar proyectos que combaten el cambio climático y contemplan soluciones sociales. Otro proyecto con ese mismo foco innovador es la taxonomía sostenible anunciada en marzo. Esta herramienta clasifica y evalúa proyectos y actividades sostenibles. En el mundo, me dijo Itzel, existen taxonomías verdes en la Unión Europea y en Colombia, pero la mexicana incluye lo ambiental y lo social desde su concepción.
La mezcla ganadora y bajo la cual se debe transformar al sistema financiero es la que considera lo ambiental, lo social y los aspectos de gobernanza antes de hacer cualquier inversión. Para adaptarnos y llegar al futuro no solo debemos ser innovadores en el financiamiento, debemos ejecutar y poner el dinero donde está el discurso.