Ecosur identifica y narra la historia de cada una de las 50 mieles mexicanas

ANTIMIO CRUZ. CRÓNICA


El estudio muestra que no existe un solo tipo de miel sino muchas y cada una tiene características diferentes, explicó el doctor Remy Vandame. Aumenta producción de miel y cuidado a las abejas

El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), en colaboración con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), elaboró un estudio amplio para ayudar a distinguir, con claridad, las características de 50 diferentes tipos de miel que se producen en los territorios de este país. El resultado de este esfuerzo se reunió en el libro “Historias de las mieles en territorios de México”, dentro del Programa de Producción para el Bienestar”. El volumen busca crear conciencia de propiedades valiosas de las diferentes mieles, que actualmente no se reconocen ni aquilatan porque la dinámica del mercado hace que la mayor parte de la miel se venda como producto genérico, sin etiquetados.

Ecosur tiene una larga historia de investigación y protección de diferentes especies de abejas, como ocurre con la abeja melipona maya que está en riesgo de desaparecer, pero en cuya miel se han identificado hasta 24 propiedades medicinales. A diferencia de la miel de consumo diario y cuya producción anual está estimada en más de 8 mil toneladas, la de melipona apenas se obtienen 600 kilos y toda se vende a Yucatán. Este es un ejemplo del por qué es importante conocer la historia detrás de cada una de las mieles que se consumen dentro del país o se exportan.

De acuerdo con Sader, México ocupa el noveno lugar mundial en producción de mieles y se ubica en el quinto lugar en exportaciones de esos productos. Desde el punto de vista de la calidad, las mieles producidas en este país son reconocidas por ser muy aromática. Desafortunadamente, este producto natural todavía se exporta a granel, en tambos, y al llegar a otros países no se sabe cómo se vende, pues se pierde totalmente el rastro de la cadena de venta.

Con ayuda de técnicos agroecológicos, y por medio de talleres llamado La flor de la miel, Ecosur elaboró las historias detrás de la producción de cada miel. En cada comunidad donde se realizaron los talleres se trató de caracterizar la miel que ellos producen y venden, considerando información que podían aportar los participantes como características climáticas o topográficas del territorio donde se realiza la actividad apícola; el tipo de abeja que interviene en la colecta de polen; las especies de flores que vistan esos polinizadores (por ejemplo, flor de mango, de café, de mamey o de especies no frutales); las características del ecosistema en el que habitan las flores y las abejas (que ayuda a distinguir si provienen de selva, cafetal de ladera, desierto o un traspatio); las características de los núcleos familiares que interactúan con las colmenas y el tipo de organización social que tienen los productores de mieles.

Esta información se complementa a los análisis de laboratorio y análisis sensoriales de los diferentes tipos de miel para identificar características importantes como el color, sabor, textura, aroma y humedad. En esta fase de estudio se incluyen análisis palinológicos, que se centran en la forma de los pólenes que están presentes en las mieles, y análisis físico-químicos de las características dúctiles del producto final.

El libro sobre las 50 mieles.
El libro sobre las 50 mieles. Ecosur

Con esta herramienta, en un par de horas de taller un grupo puede describir los elementos que participan en la historia de la miel. De esta manera, Ecosur logró tejer 50 historias diferentes de 50 mieles mexicanas.

“Lo que este estudio muestra es que no existe una sola miel sino muchas mieles y cada una tiene características diferentes; desde aspectos ambientales hasta parámetros humanos o sociales”, explicó el doctor Remy Vandame, coordinador del proyecto editorial, durante la presentación del libro en la sede central de Sader, en la Ciudad de México.

Un ejemplo de las 50 historias de mieles resultado de este trabajo fue la historia de la miel de abeja melipona beecheii, monofloral de Palo mulato o Bursera simaruba, que se produce en la localidad de Cosautlán, Veracruz. Gracias a la colecta de información que se hizo con los talleres se pudo construir una imagen muy detallada de gentes, medio ambiente, territorio rural y organizaciones campesinas y familiares singulares.

“Este esfuerzo sí tiene su lado romántico, porque trabaja mucho con las personas de las comunidades, pero está apoyado también por análisis de laboratorio que acompañan cada una de las fichas de las historias de las mieles; es decir que combina el conocimiento positivista con el romanticismo”, puntualizó Vandame.

ESTRATEGIA MEXICANA

El mismo día que se presentó el libro de Ecosur en la sede de Sader, el titular de esa secretaría, Víctor Villalobos Arámbula, encabezó el primer foro Abejas melíferas y apicultura, donde participaron especialistas de Argentina, Canadá y México.

Ahí informó que este país cuenta con la iniciativa de política pública denominada Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sustentable de los Polinizadores (ENCUSP), la cual contiene ocho ejes estratégicos con 86 acciones asociadas a la protección de las abejas.

Agregó que la dependencia se ocupa del manejo adecuado de los polinizadores, con el cambio a prácticas agrícolas sustentables en frutales y hortalizas para evitar poner en riesgo la polinización y abonar a la alimentación de la población.

Expuso que, en México, la producción de miel la realizan principalmente apicultores de pequeña escala, que con más de dos millones de colmenas han posicionado al país con dulce de calidad y alta demanda en los mercados nacional e internacionales, sobre todo el de Europa.

El coordinador general de Ganadería, Arturo Macosay Córdova, destacó que el primer foro “Abejas melíferas y apicultura” permitirá a la población identificar el trabajo que realizan las abejas y los apicultores que, además de producir y comercializar la miel y sus derivados, cuidan a estas especies.

Comentó que gracias a la actividad de estos polinizadores aumenta la calidad y rendimiento de los cultivos agrícolas, lo que contribuye a la producción de alimentos de origen vegetal, materia prima textil e insumos agropecuarios.

La directora general de Políticas, Prospección y Cambio Climático, Sol Ortiz García, señaló que tres de cada cuatro cultivos que producen frutos o semillas comestibles dependen de los polinizadores, además, respaldan la producción de 87 de los 115 principales cultivos del mundo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Entre estas acciones destacan el desarrollo de la marca amigable con la biodiversidad que incluye el buen manejo de agroquímicos, seminarios de mieles diferenciadas, impulso a los jardines y huertos de polinizadores en el ámbito urbano y las franjas florales en el rural, las convocatorias del Colegio de Postgraduados (Colpos) para la investigación, por mencionar algunas.

Devastación de zonas productoras de miel en Campeche

La Secretaría de Agricultura federal informó que las comunidades San Francisco Suc Tuc, del municipio Holpechén, y Crucero Oxá, en Campeche,, reportaron la devastación de tres mil 365 colmenas de 110 apiarios, lo que se considera una catástrofe ambiental y propició el quebranto económico de 80 familias apicultores, con una pérdida valuada en 13 millones de pesos. Consideró que la muerte de las abejas fue por exposición a plaguicidas y representó una violación multidimensional a los derechos de los pueblos mayas. El subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez Carrera, dijo que éste es un tema que atañe a los campesinos y a todos puesto que está de por medio la sobrevivencia de la especie humana y la posibilidad de garantizar la provisión agrícola para la seguridad alimentaria de pueblos y regiones.