El ciclo de las tendencias en un mundo hiper digitalizado

(KARLA AGIS. MILENIO DIARIO

Aesthetic, coquette, tumbette, son palabras que más de uno ha escuchado o leído sin realmente estar seguro de qué significan, terminologías que se han infiltrado a fondo por todos lados, y no solo los creadores de contenido y los artistas hacen uso de ellas, también figuras políticas y marcas han visto el valor a subirse a estas tendencias. Conceptos que nos proponen “nuevas” corrientes de moda, ritmos, y propuestas visuales, que comparten cualidades, entre ellas su viralidad y constante cambio a gran velocidad. Cuando pensamos que por fin entendimos qué es aesthetic, ya es tiempo de adaptarse a una nueva corriente, generando la duda, ¿por qué las tendencias se sienten tan efímeras?, la respuesta se considera multifactorial, sin embargo, hay un punto que juega un rol estelar en este acelerado ritmo, y son las nuevas generaciones.

La Gen-Z es la primera generación nativo digital, es decir, que nacieron con el internet en pleno auge y como estilo de vida cotidiano, mientras que los Alfa vienen a un mundo inmerso en la era digital. La agilidad de búsqueda provoca que tengamos mayores posibilidades y menos tiempo de consumir lo que nos gusta o, ¿por qué no?, encontrar cosas nuevas y probarlas aún más rápido. De acuerdo a un estudio publicado en 2022 por Deloitte, la Generación Z pasa en promedio 8 horas al día en internet, consecuencia de vivir en una sociedad digitalizada en donde la red es esencial para comunicarse. Por supuesto, ha tenido un impacto en el que no solo la moda se ha tenido que adaptar.

Respecto a esas tendencias, el gusto por algo se siente mucho más intenso en cuanto a cantidad de fanáticos e incluso, la potencia en el envolvimiento (ahora todos somos mucho más vocales de lo que nos apasiona), pero la disolución de su euforia es también mucho más veloz. Un ejemplo que plasma a la perfección esta afirmación es la música; actualmente, la industria apunta a éxitos más cortos pero más pasionales, tomemos de ejemplo a uno de los grandes referentes de años anteriores, Bad Bunny, quien dominó gran parte de las listas de 2022 y principios de 2023. A pesar de representar esa figura, la última vez que una de sus canciones logró colarse al top 10 de canciones más reproducidas de la plataforma en México fue en agosto de 2023, con una colaboración con Grupo Frontera en un ritmo ajeno a su área de expertise; de esta forma ni el lanzamiento de su nuevo material discográfico, “Nadie sabe lo que va a pasar mañana”, publicado en octubre del 2023, fue suficiente para lograr colarse dentro de lo más escuchado durante este periodo.

En términos de negocio, tan solo en 2023, se reprodujeron 7.1 billones de canciones en el mundo de acuerdo con Luminate, siendo México el cuarto país del top 10 entre los principales consumidores de música. Por otro lado, el Regional Mexicano estuvo a la alza con un crecimiento del 60% en Estados Unidos, razón suficiente para que Bad Bunny, y demás artistas y creadores se subieran al cambio en la industria en el momento correcto.

La creación de contenido no es la excepción, vemos como los videos populares pueden fluctuar estrepitosamente de una semana a otra. Nuestra sociedad se encuentra dentro de una conexión nunca antes vista, en donde comprendemos los memes y los adoptamos como un lenguaje en común convirtiéndose en parte de nuestro día a día orgánicamente, y al mismo tiempo, cuentan con el poder de convertir ideas y tendencias en una fuerte atracción para la conexión entre marcas y consumidores.

Por ejemplo, antes, a las subculturas hipsters Emo, logramos entenderlas porque las personas vivían inmersas en sus tribus, es decir, podíamos verlas vestirse, expresarse, escuchar y ser parte de la ola de una forma identitaria. Hoy los “vibes” o “estéticas” llegan a la máxima expresión del mainstream, sin tener una solidez detrás, convirtiéndose en una expresión más de la personalidad digital pero sin llegar a crear un impacto longevo en la mayoría de las personas. Lo anterior es consecuencia de muchos factores, entre ellos, la necesidad de saber “lo que está de moda” y estar al día con la cultura pop, que incluso marcas y hasta políticos buscan hablar en el mismo idioma para conectar con su audiencia. Es un momento en el que nuestros feeds se llenan de la creatividad y su difusión, para después dejar de ser relevante, “nuevo” e incluso llegar a ser rechazado y así pasar a la historia de internet.

Aunque pareciera que la Gen-Z es independiente a los gustos de las generaciones predecesoras, no es del todo cierto, si bien hemos visto tendencias de entretenimiento con rasgos particulares, también existe el resurgimiento de muchas. Esto puede ser atribuible a la natividad digital, ¿por qué digo esto? Más que nunca los jóvenes pueden indagar en la historia de la humanidad y descubrir qué es lo que antes creaba tendencias, las canciones, los artistas, la forma de vestir, los estilos, las corrientes, adoptando y dándole nueva vida a aquello que alguna vez estuvo de moda. Esto ha llevado a la creación de conceptos nuevos como “newstalgia”, descrito por Yvonne Richardson –experta en marketing & management– como un concepto donde “el objetivo no es idealizar el pasado (a diferencia de las formas clásicas de nostalgia), sino aprovecharlo para crear algo nuevo con un toque moderno”. No es coincidencia que las marcas inviertan cada vez más en la industria del Influencer Marketing, en donde aproximadamente cada dólar destinado a creadores de contenido o influencers usados, genera un retorno de inversión de 5.78 dólares.

Estamos observando el desarrollo de una generación que es considerada por muchos como una de las más educadas hasta el momento, quienes cuentan con las facilidades más pronunciadas en cuanto el acceso a la información se refiere. Sin duda, los años venideros nos revelarán aún más de lo que implica crecer en un entorno digital y seguramente el estilo coquette no será el único que se reinvente.