El dilema de las tres comidas al día

LILIANA MARTÍNEZ LOMELÍ. EL ECONOMISTA

Desayuno, comida y cena… ¿de dónde vienen los tiempos de comida? ¿quién inventó que “teníamos” que hacer tres comidas al día? ¿Cuál es su significado social?

Generalmente y a través de varias culturas e idiomas, cada tiempo de comida que realizamos en el día tiene un nombre determinado según la hora del día en la que se hace y siempre y cuando reúna ciertos convencionalismos que se dictan culturalmente – desde la hora, hasta el tipo de alimento que corresponde por ejemplo a un desayuno y no a una cena, pasando por la cantidad de alimento que se ingiere en cada tiempo de comida-. La historia de los tiempos de comida es fascinante, pues nos habla de usos y costumbres de otras épocas que fueron transmitiéndose como convencionalismos sociales a través de los siglos, y que posteriormente encontraron en la ciencia médica cierta justificación o rechazo a comer de manera estandarizada tres tiempos de comida.

Algunos historiadores sitúan los tres tiempos de comida, desde la Edad Media en Europa, notando que por ejemplo el desayuno, era una costumbre de clases dominantes. Algunos monarcas europeos, como los Tudor en Inglaterra fueron quiénes tuvieron una importante influencia para que la gente adoptara la costumbre de desayunar como una norma social. La norma social fue reforzada por las largas jornadas de trabajo de las clases populares, que necesitaban de consumos más calóricos para aguantar el trabajo físico. Algunos historiadores norteamericanos, explican que fueron los conquistadores europeos los que trajeron en general a América, el hábito de comer tres veces por día, y en muchas ocasiones esto se volvió un símbolo de estatus o incluso “civilizatorio”. En efecto, se creía que el ser “civilizado” correspondía que las comidas se realizaban de acuerdo a la norma social. El hecho de “picar” comida durante el día sin estructura de tres tiempos, era comparado con la forma de consumir de los animales, quienes comen poco a poco según sus necesidades fisiológicas. Para algunos entonces, estas lecturas se convirtieron en cuestión de clasismo.

Esta norma trascendió al aspecto social y repercutió en la ciencia médica, donde se realizaban investigaciones que justificaran la importancia a nivel metabólico de realizar tres tiempos de comida como lo dicta la norma social. Al respecto, todavía se realizan investigaciones para desmitificar o apoyar el hecho de necesitar tres o hasta cinco comidas cada cierto tiempo, estudiando los consumos calóricos y sus efectos en el metabolismo.

Mientras que algunos especialistas señalan que no existe justificación biológica para realizar tres comidas al día bajo una lectura netamente médica, algunos otros insisten en que justamente la norma social es la que ayuda a enmarcar de manera más disciplinada los tiempos de comida para repercutir por consiguiente en los consumos calóricos.

Existen hipótesis que afirman que las culturas que ejercen más control social sobre los tiempos de comida son aquellas que presentan menores problemas de peso (aunque esta hipótesis no está comprobada puesto que resulta muy difícil testearla en un estudio donde se puedan controlar muchas variables).

En cualquier caso, el origen de los tiempos de comida es un perfecto ejemplo de cómo lo social y lo cultural pueden influir en lo biológico, y cómo resulta imprescindible comprender los actos que realizamos “porque así se ha hecho toda la vida” como un ejercicio de pensamiento crítico en el que complejizar en vez de simplificar nos acerque más a entender los beneficios.