El espacio de cocina del futuro

LILIANA MARTÍNEZ LOMELÍ. EL ECONOMISTA

¿Cómo será el espacio físico de la cocina del futuro? El lugar doméstico destinado a la preparación de alimentos ha cambiado a lo largo de la historia y a través de las culturas. Representa de hecho, uno de los mejores testimonios de la cultura material de una sociedad. Generalmente, las configuraciones de este espacio desde tiempos antiguos incluyen la fuente de calor (desde el fuego hasta la placa de inducción) alrededor de la que se transforman, preparan y a veces, hasta se consumen los alimentos.

El espacio físico de la cocina es uno de los mejores testigos silenciosos, de cómo se han ido transformando las sociedades a la par de las innovaciones tecnológicas, y también, de cómo ciertos artefactos de la cultura material han permanecido, incluso durante siglos, coexistiendo con los desarrollos tecnológicos más modernos. También, el espacio físico de la cocina es un testigo de cómo las formas de vivir han ido cambiando a la par de las ocupaciones de las personas, la forma de disponer del tiempo, de los roles de género, de las interacciones de la vida cotidiana, entre otros aspectos de suma importancia social, económica y cultural.

En este contexto, muchas personas y representantes de diversas industrias se interrogan sobre la cocina del futuro: ¿Existirá un espacio en la casa destinado a preparar los alimentos, o estamos ante una contracción no sólo del espacio, sino de la práctica de preparación que no amerita la creación de un espacio en la vida doméstica? ¿Cómo usaremos las herramientas para cocinar en un futuro? ¿Cómo se integrará la Inteligencia Artificial en nuestras vidas cotidianas, con el claro ejemplo no sólo de la preparación, sino también de la selección de alimentos y gestión de desechos? ¿Para quiénes estarán disponibles estos desarrollos tecnológicos y sobre todo, quiénes estarán dispuestos a aceptarlos y quiénes permanecerán con lo conocido? ¿Qué resistencias encontraremos a aceptar, por ejemplo, que una Inteligencia Artificial gestione la manera de comprar, almacenar y preparar alimentos?

En el marco de todas estas interrogantes, recientemente una compañía de electrodomésticos presentó un sistema de cocina del futuro en el que todos los gabinetes y aparatos están interconectados, para ofrecer, entre otras cosas, coaching nutricional en función de los alimentos que están almacenados en la despensa y refrigerador, maneras de almacenar los alimentos que según estudios conductuales, mejoran el consumo de nutrimentos – gabinetes transparentes para frutas y verduras con sistemas que las mantienen más frescas durante mayor tiempo, gabinetes especiales para el almacenamiento de cereales, cajones especiales para fermentar alimentos, entre otros-. El sistema tiene también una inteligencia artificial basada en las recomendaciones de alimentación del reporte EAT de Lancet, sobre la alimentación saludable y sostenible.

Aunque todo este sistema aún no está disponible, es evidente que su disponibilidad y configuración está centrada en una minoría privilegiada de la población que no tiene que lidiar con inseguridad alimentaria, entre otros aspectos. Además, estos desarrollos tecnológicos evidentemente orientados a un tipo de población no sólo con poder adquisitivo, sino con formas de vida doméstica que no son universales, en las que por ejemplo, el espacio físico doméstico sólo alberga a una familia nuclear, en un contexto con formas de adquisición de alimentos en un contexto urbano, con espacios culturalmente determinados a ser de dimensiones específicas. Todas estas variables que inciden en la forma en la que estas cocinas verdaderamente constituyan la “cocina del futuro”.