El modelo económico que el país necesita

RUTH MATA FERRUSQUÍA. FORBES MÉXICO

¿Cuáles han sido los puntos de inflexión que nos han llevado, como país, al momento que actualmente vivimos desde el aspecto económico y político? Y, ¿cuál debería ser ese modelo económico que necesitamos para crecer de manera sostenida en el tiempo? Nos dimos a la tarea de presentar estos cuestionamientos a tres especialistas, en el marco de nuestra primera edición del listado 

“Los economistas más influyentes de México”. Los entrevistados han coincidido en algunos temas, por ejemplo, la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), en 1992 (y que entró en vigor en 1994). Esto, en opinión de Roberto Durán, profesor investigador, y economista especialista en temas de desarrollo, planeación estratégica, infraestructura, finanzas públicas y reestructuración de operaciones, del Tecnológico de Monterrey, fue resultado de que México buscó integrarse a la economía global y liberalizar su economía. En ese momento, explica, se percibía como una estrategia que definitivamente ayudaría al país a crecer. “Habría que ver el contexto, la caída del Muro de Berlín en el año 1989, la caída de la Unión Soviética en el 92 […] El mundo estaba transitando hacia allá; veníamos de los gobiernos de Reagan [Ronald Reagan, en Estados Unidos, 1981-1989] y de Thatcher [Margaret Tatcher, como primera ministra de Reino Unido, 1979-1990], que habían promovido ese tipo de apertura, y nosotros abrazamos esa apertura para poder avanzar”. 

Durante ese periodo, explica, se buscaba apertura comercial, y también se consideraba el aspecto social (por ejemplo, con la creación del programa “Solidaridad”, durante la presidencia de Salinas de Gortari). “Nuestra apuesta de esos años era que, si nosotros abríamos la economía […], la dinámica nos iba a volver más productivos, las empresas menos eficientes iban a cerrar, y las más eficientes iban a sobrevivir, se iba a generar empleo de alto valor agregado, y a generar ingresos […] Se pensaba que ese crecimiento económico terminaría por generar una derrama para luego no necesitar esos modelos [sociales] Se pensaba que, si tú generabas crecimiento, ese desarrollo eventualmente permearía hacia abajo, y la política social era un parche, como algo que aminoraba estos problemas, en tanto esa derrama llegaba”. Con todo y que sí hubo un importante crecimiento de la riqueza, las brechas sociales también se hicieron cada vez más pronunciadas, y diversos sectores y regiones se fueron rezagando. 

Para César Salazar, investigador adscrito a la Coordinación de Análisis Macroeconómico Prospectivo, de la UNAM, la firma de este tratado integró a México de una manera muy relevante en las cadenas globales de valor: “Me parece que [el TLC] ha sido muy exitoso, fundamentalmente, en términos de la industria automotriz”. Este hecho, agrega, ha logrado que en el país exista una gran especialización en el ámbito armador: “Estamos en el último eslabón para ir a vender a Estados Unidos, y eso implica tener, en cierto sentido, condiciones precarias de trabajo, legislaciones ambientales o aplicación de leyes ambientales laxas”, dice. La estrategia, opina, ha creado un modelo exitoso exportador, pero, por otro lado, un “mediocre desempeño económico en general”. 

Además de la firma del TLC, Gabriel Casillas, economista en jefe para Latinoamérica de Barclays, identifica un segundo pilar que ha conducido al modelo económico actual: la autonomía del Banco de México (Banxico no puede ser obligado a prestarle dinero al gobierno; opera con independencia presupuestal, de gestión, y él mismo determina sus políticas e instrumentos para alcanzar sus objetivos, de acuerdo con información de Banxico). Otros pilares muy relevantes que precisó Casillas son la creación del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), que significó la creación de un sistema de contribución definida y cuentas individuales para trabajadores del sector formal privado atendidos por el IMSS, de acuerdo con datos de la Fundación de Estudios Financieros (Fundef), y después la creación de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores). 

Otros cambios fundamentales, explica, fueron las modificaciones, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, en 1994: se publicó un decreto en el que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación debían concluir sus funciones y, además, se redujo de 26 a 11 el número de ministros; también se aplicaron cambios en la manera de elegirlos, entre otras modificaciones sustanciales. “Los cambios que hizo en especial Zedillo a la Suprema Corte no suenan como económicos, pero están ligados, porque, en la medida en que los inversionistas empiezan a ver un país mucho más institucionalizado, tienen mucha más confianza en invertir”, dice. 

Otros puntos medulares que identifica: la creación de Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria de 2006, que tiene el objetivo de reglamentar la programación, presupuestación, aprobación, ejercicio, control y evaluación de los ingresos y egresos públicos federales, según datos de la Coneval; la fundación de Pensionissste, una Afore para los trabajadores del Estado; la Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativas y los Municipios (2016): “Ésta es muy importante porque, normalmente, en muchos países la deuda de Estados y municipios asciende a 20% o 25% del PIB, y en México es menos del 2.5% del PIB. Entonces, esto hace que los inversionistas lo vean bien”. Otros aspectos relevantes fueron la creación de un nuevo sistema penal acusatorio (de juicios orales) y la Reforma Financiera en 2013, la cual pretendía incrementar la competencia en el sector bancario y dar mejores servicios financieros; la reforma energética y la creación del mercado mexicano de bonos en moneda nacional, entre otros.