En los primeros nueve meses del año, México acumula un crecimiento de apenas 0.5% en comparación anual. En el primer trimestre del año, el crecimiento fue de 0.6%, lo que era consistente con la anemia que ya se expresaba desde los últimos tres meses de 2024, cuando se hicieron realidad las reformas constitucionales ante la mayoría absoluta de Morena en las dos cámaras. A ello se sumó el triunfo de Donald Trump, que provocó que muchas inversiones, sobre todo en el sector de la manufactura, se detuvieran aún más. El segundo trimestre tuvo un mejor desempeño de lo anticipado, con un crecimiento de 1.2%, en el que las actividades primarias dieron un empujón junto con el soporte de los servicios y el consumo, que mantuvieron cierto vigor y ayudaron a compensar la caída de la actividad industrial.Play Video
Se acaba el combustible
Los datos del desempeño económico del tercer trimestre, que registraron una caída de 0.3% en comparación anual y también trimestre a trimestre, reflejan que se agota el combustible económico del consumo y los servicios que ayudaron a compensar la debacle de la construcción, la caída del petróleo y la debilidad de uno de los motores más importantes de la economía: la manufactura automotriz, que ha sido impactada por el arancel de 25% que debe pagar de facto. El sector del consumo y los servicios sí creció, pero fue más débil, con un avance de 0.9%, que es el más débil desde el primer trimestre de 2021, cuando todavía había un impacto significativo por la pandemia. El sector primario es el único que se mantiene con relativa buena salud, con un crecimiento de 3%.
Aunque el desempeño del tercer trimestre es negativo, no es previsible que vayamos a una recesión este año, que tiene que ver con una caída amplia, profunda y duradera de la economía. No obstante, no hay nada que permita pensar que en el cuarto trimestre habrá un desempeño económico extraordinario, por lo que nos movemos en un rango de avance en 2025 de entre 0.4% y 0.7%. El primer trimestre del próximo año tampoco contiene elementos que permitan pensar que habrá un mayor dinamismo de la economía, dado que seguiremos en el proceso de renegociación del T-MEC y, en un buen escenario, la manufactura no automotriz se mantendrá constante con una leve tendencia decreciente, las nuevas inversiones permanecerán paralizadas y el sector industrial continuará caído. El consumo se mantendrá débil con los efectos negativos del aumento de impuestos y, previsiblemente, una erosión leve de la confianza.
Fragilidad por EU
El segundo trimestre del próximo año en México dependerá de las señales que surjan de la renegociación del T-MEC, siempre y cuando todo se mantenga constante en la economía de Estados Unidos, y ello no está muy claro. Hasta ahora, los aranceles de Trump no han generado la inflación que se esperaba, el consumo no ha caído pero está débil, y hay mucho nerviosismo por las valuaciones en el mundo de la tecnología, que están apalancadas por la expectativa de un crecimiento acelerado de la productividad por la inteligencia artificial. Sin las inversiones en la infraestructura para la inteligencia artificial, la economía estadunidense estaría más ralentizada. Aunque considero que la inteligencia artificial es un fenómeno de profunda transformación económica, de darse un ajuste en los precios de algunas empresas tecnológicas sistémicas, puede causar un escenario de pánico, lo cual tendría un impacto económico significativo allá y muy negativo en México.
Pragmatismo necesario
También hay un escenario en el que avanza la renegociación del T-MEC, el mercado reconoce que México tiene una posición relativa fuerte y la economía tiene más vigor. Ello puede materializarse siempre y cuando el gobierno de Claudia Sheinbaum logre remontar el escepticismo e incertidumbre que han generado la reforma al Poder Judicial y las modificaciones al juicio de amparo. Este último escenario no se ve tan probable. Materializarlo requeriría mucho mayor pragmatismo económico y, a ratos, la Presidenta parece retraerse en el legado más negativo, en que se sacrificó el progreso económico por miopía ideológica.


