El récord de la inversión extranjera y sus razones

(ENRIQUE QUINTANA. COORDENADAS. EL FINANCIERO)

Tal vez algunos se hayan sorprendido al conocer que la inversión extranjera directa, en cifras preliminares al segundo trimestre de este año, alcanzó un máximo histórico de 34 mil 265 millones de dólares.

Este monto representa un incremento de 10.2 por ciento respecto al nivel del año pasado, que ya había marcado un registro sin precedente.

Aún más revelador es que se ubica 107 por ciento por encima del promedio observado entre 2016 y 2019, es decir, antes de que se materializara lo que hoy denominamos “efecto nearshoring”.

Un dato particularmente notable es el repunte de las llamadas “nuevas inversiones”, que crecieron 246 por ciento frente al mismo periodo del año anterior. La cifra coincide con las observaciones que se realizan a nivel micro en diversas regiones y sectores productivos del país.

Lo que todavía no aparece con claridad es la inversión proveniente de China.

En la lista de los principales socios de inversión de México ese país no figura formalmente.

Sin embargo, es evidente que existen mecanismos legales y estructuras financieras que dificultan rastrear su verdadero origen. Aunque los datos oficiales no lo registren, múltiples evidencias —aunque sean circunstanciales— sugieren que la presencia de capital chino es más amplia de lo que parece.

De cualquier forma, aún falta dimensionar con precisión cuánta inversión de ese origen llega a México y bajo qué formatos. Y aunque algunos proyectos han quedado en pausa en espera de un entorno más definido, otros han continuado su marcha y mantienen la inercia de ejecución.

Un elemento que, paradójicamente, ha fortalecido la competitividad mexicana son los aranceles que Estados Unidos aplica. Aunque hoy México enfrenta tarifas que antes no existían, la comparación con otros países sigue siendo favorable. De acuerdo con el más reciente corte de The Budget Lab, de la Universidad de Yale, al 7 de agosto, la tarifa promedio global aplicada por EU asciende a 16.2 por ciento —aunque otras estimaciones la ubican cerca del 18 por ciento.

Para México, el cálculo es de 10.6 por ciento. Esto significa que los exportadores mexicanos pagan 35 por ciento menos que el promedio global. La ventaja se amplía si la comparación se hace con China, el principal competidor de México en el mercado estadounidense: en ese caso, el diferencial es de 62 por ciento.

El estudio de Yale además simula el efecto de esta brecha arancelaria en la participación de mercado. Hoy México tiene alrededor de 15 por ciento de las importaciones de Estados Unidos. Con el diferencial, esa cuota podría crecer hasta 19 por ciento. China, que hoy ostenta 14 por ciento, caería a 8. Dicho de otro modo: los cuatro puntos adicionales para México equivaldrían a unos 130 mil millones de dólares extra en exportaciones.

Cuando se observan esas cifras se entiende por qué la inversión extranjera sigue fluyendo hacia el país.

No han faltado analistas que anticipaban que la reforma judicial frenaría estos flujos. Hasta ahora, no ha ocurrido. Una explicación es la manera en que las empresas multinacionales ponderan los riesgos y oportunidades.

Por supuesto, si México contara con un sistema judicial plenamente independiente, autónomo e imparcial, los capitales serían aún mayores, tanto del extranjero como nacionales.

La realidad es que muchas compañías están, en palabras coloquiales, “pagando por ver”.

Reconocen que el nuevo sistema genera dudas, pero prefieren esperar y evaluar en la práctica su funcionamiento antes de tomar decisiones definitivas.

Nadie podría decir que el sistema judicial chino ofrezca garantías a los inversionistas. Sin embargo, su economía cuenta con atributos que compensaban esas debilidades.

En México ocurre algo semejante: la suma de ventajas estructurales —ubicación geográfica, integración productiva, diferencial arancelario— todavía supera a las incertidumbres.

Por eso, en el balance de factores que moldean la visión internacional sobre nuestro país, los elementos positivos siguen predominando. La gran tarea nacional es ampliar cada vez más esa diferencia.