(GIBRAN DEL CASTILLO Y EDUARDO VERGARA. EXCÉLSIOR)
Una verdadera tragedia romántica ocurre cuando se sueñan grandes proyectos, pero el momento no es el adecuado. Así es como ha sido, parece ser que hasta hace no mucho, la historia de la energía nuclear.Play Video
Sin embargo, después de más de 60 años, el Banco Mundial intenta despertar el romance de su letargo para mejorar la calidad de vida de las personas, lograr tener eficiencia energética, luchar contra el cambio climático y, ¿por qué no? convertirlo en una herramienta para contener la inflación derivada de las constantes alzas del precio de energía con fuentes de combustión.
El acceso a la energía es un derecho humano fundamental: sin electricidad no hay hospitales ni sistemas de educación, agua potable, agricultura ni seguridad social; sin energéticos no hay industria ni crecimiento sostenible.
No obstante, la industria energética enfrenta el reto de sustituir los combustibles fósiles, fortalecer un suministro constante, potente y que sea una fuente de energía limpia, cosa para lo cual los reactores nucleares reúnen todas estas características.
En 1959, el Banco Mundial emitió el primer y último préstamo para desarrollar una planta de energía nuclear en el sur de Italia.
Pero durante los años siguientes, el banco determinó que no tenía las habilidades suficientes para evaluar los riesgos asociados con la energía nuclear ni las preocupaciones pertinentes con respecto a la proliferación de armas nucleares.
Este fue el inicio de una gran pausa reforzada por los eventos desafortunados de los accidentes en Chernóbil (1986) y el de Fukushima (2011), que materializaron los temores más profundos respecto al uso civil de la energía nuclear.
Sin embargo, un evento que abre nuevamente la posibilidad del uso de la energía nuclear de manera segura para el mundo ocurrió este año, pues el Banco Mundial y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) firmaron un acuerdo para colaborar en el impulso del uso seguro y responsable de la energía nuclear en los países en desarrollo, con la meta de proveer infraestructura, asesoramiento técnico para su desarrollo y mantenimiento para fortalecer el vínculo entre prosperidad y suficiencia energética, porque no se puede tener una sin la otra.
En el caso de México, nuestro país cuenta con la planta de Laguna Verde ubicada en el estado de Veracruz, inaugurada en 1990.
Operada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Laguna Verde es la única planta de energía nuclear en América Latina de propiedad estatal que se encuentra en operación, lo que demuestra que nuestro país apostó en algún momento por el potencial de la energía nuclear como parte de una estrategia de soberanía energética y diversificación de fuentes.
No obstante, la planta también representa las limitaciones estructurales y políticas que han frenado el desarrollo de esta fuente de energía en el país, pues durante décadas, Laguna Verde ha operado con recursos limitados, desafíos técnicos, falta de inversión en modernización y capacitación del personal (lo que se puede resolver con el alto al veto de los proyectos de energía nuclear del Banco Mundial).
El reto está en acompañar a Laguna Verde con inversión, transparencia y cooperación internacional, ya que la energía nuclear podría desempeñar un papel central en el futuro de México.
La reactivación del interés del Banco Mundial y el trabajo conjunto con la OIEA abren una puerta para que las plantas nucleares no sólo sobrevivan, sino que se conviertan en referentes regionales de sostenibilidad energética y pueda apoyar también a disminuir la inflación por costo de gastos energéticos en el país.
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El debate de la utilización de la energía nuclear ya no debe ser sobre armas o guerras frías, sino sobre usar la tecnología en pro de la humanidad para reducir la pobreza energética, garantizar un futuro sostenible y apoyar las energías renovables con una base firme.
La respuesta no es producir menos energía, es producirla mejor.
Soñamos con un futuro energizado por reactores nucleares, turbinas eólicas y paneles solares, soñamos con un futuro donde la prosperidad y el crecimiento no nos cueste nuestro planeta.
