(BERTHA BECERRA. EL SOL DE MÉXICO)
El incremento del salario mínimo entre 2018 y 2022, logró sacar de la pobreza a 4.1 millones de personas. Por cada 10 por ciento de aumento de las percepciones salariales, la pobreza se redujo en 3.6 por ciento. Y esto se explica porque el salario mínimo no tuvo ningún impacto en el empleo pero sí aumentó el ingreso laboral de los hogares de manera significativa.
Y la pensión de las personas adultas mayores tiene un impacto muy significativo en la reducción de la pobreza. Por cada incremento de 10 por ciento en el monto, la pobreza se reduce en 13 por ciento; pero dado que el aumento del salario mínimo ha sido mayor, el impacto de este último es más alto.
Los efectos positivos del salario mínimo son: reducción de la pobreza, aumento del ingreso y el consumo en el mercado interno; “pero no se puede seguir incrementando de manera indefinida”, según el análisis de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).
Refiere además, que aunque aún hay espacio para su crecimiento, tiene que alcanzar un punto óptimo donde no se pierdan empleos y las personas trabajadoras tengan un salario digno.
En el caso de la pensión para adultos mayores, la limitación es fiscal. No se puede incrementar indefinidamente su monto, sobre todo porque esta población crece también cada año, sin medidas de política orientadas a su financiamiento.
El estudio de la Conasami: “El impacto del salario mínimo en la pobreza”, destaca que la elasticidad del salario mínimo sobre la pobreza es de -0.36. Esto implica que entre 2019 y 2022 el número de personas en pobreza se redujo en 23.7 por ciento debido a este salario.
Esto significa que de las 5.1 millones de personas que salieron de la pobreza entre 2018 y 2022, 4.1 millones se pueden atribuir exclusivamente a los incrementos del salario mínimo.
Y también, un 10 por ciento de incremento en el ingreso por becas educación básica contribuye a una reducción de 3.5 por ciento en la pobreza por ingresos.
Se precisa en el Estudio de la Conasami que “México fue el primer país en contar con una medición multidimensional de la pobreza que, además de los umbrales de ingreso considera el acceso a la educación, servicios de salud, seguridad social, alimentación, vivienda de calidad, servicios básicos, cohesión social, como dimensiones que blindan a las personas contra la pobreza.
Respecto al salario mínimo, detalla que durante las décadas de los 80 y 90 perdió más del 75 por ciento del poder adquisitivo al otorgar incrementos por debajo de la inflación.
Frenarlo pretendía minimizar las espirales de incremento de precios y detonar el crecimiento de la producción a través de inversiones alentadas por bajos costos laborales.
Bajo esta lógica, el salario mínimo se mantuvo cerca de este valor, los siguientes 15 años.
En 2016 se presentaron cambios legislativos necesarios para permitir la recuperación del salario. Y en 2017, por vez primera en décadas, el salario creció por arriba de la inflación, con incrementos moderados.
Fue a partir de 2019 que se dio un cambio en la política salarial. Se buscó elevar el valor del salario mínimo al menos por encima de la línea de la pobreza por ingresos.
Además, se creó la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) donde se duplicó el salario mínimo como estrategia regional de desarrollo y freno a la migración.
Con estas medidas, entre 2018 y 2022, la pobreza multidimensional se redujo de 41.9 por ciento de la población total del país a 36.3 por ciento. Una diferencia de 5.6 puntos porcentuales, que permitió que 5.1 millones de personas salieran de la pobreza, respecto de 2018.
En el mismo período, el salario mínimo se incrementó en 65.2 por ciento en términos reales.
Salario Mínimo. Foto: Mario Jasso | Cuartoscuro