Frente a la devastación por 29 incendios diarios, menos presupuesto y equipo para Conafor

(DANIEL BLANCAS MADRIGAL. CRÓNICA)

Uniformes viejos, sin las especificaciones técnicas de protección contra incendios; equipo caduco, vehículos de campo deteriorados e inseguros, “y un sueldo miserable, que no va con los riesgos que enfrentamos a diario”, describe Sergio, combatiente de incendios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

-¿Cuánto ganan? -se le pregunta.

-¿Brutos? Nueve mil al mes. Imagínese poner en peligro la vida, es como ir a la guerra sin fusil: los pantalones, camisolas y botas que tenemos ya no sirven e incumplen la normatividad en la materia. A veces llegamos y las motosierras están descompuestas. ¿Cómo vamos a ir al campo, a pelear contra las llamas, sin un GPS? Ya han muerto compañeros de brigada por falta de material adecuado, ahí están las historias y las denuncias de sus familias.

En contraste, en los primeros meses de 2024 se ha presentado la mayor devastación del presente sexenio: según datos de la propia Conafor, durante el periodo del 1 de enero al 2 de mayo de este año -el último contabilizado por la institución- se han registrado 3 mil 517 incendios forestales en las 32 entidades del país (sobre una superficie de 180 mil hectáreas), un promedio de 29 al día, cifra muy superior a la de los años previos, en los cuales el promedio se había mantenido entre 16 y 20 incendios diarios.

Los estados más perjudicados son Jalisco, Ciudad de México, Morelos, Chiapas, Colima, Guerrero, México, Veracruz, Puebla e Hidalgo.

Y la cuenta sigue su marcha: según Conafor, en estos días hay alrededor de 145 incendios sobre la República Mexicana: 104 activos, 32 medianamente controlados y nueve reactivados. Uno de los más catastróficos se ubica en la región de Valle de Bravo, Estado de México.

DESPLOME.

Dos realidades chocan en este ámbito: por un lado, la desventura  institucional -recrudecida durante los últimos años- y el olvido a su personal operativo; por el otro, el creciente daño a los ecosistemas nacionales, la mayoría de las veces provocado por actividades humanas.

En el aspecto financiero la Conafor se ha desplomado durante la 4T: según datos de la Cuenta Pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el presupuesto otorgado a la dependencia para 2024 fue de 2 mil 672 millones de pesos, lo cual representa 40 por ciento menos de lo otorgado en 2018, último año de Enrique Peña Nieto (4 mil 442 millones de pesos), y 62 por ciento menos de lo destinado en 2012, cierre del gobierno de Felipe Calderón (7 mil 123 millones de pesos).

Aunque en relación a la nómina no se observa una gran caída, sí es visible un estancamiento con ligero descenso: según datos oficiales, en 2012 había mil 803 combatientes de incendios dentro de la Comisión; en 2018, mil 750 y, hoy, mil 709, conforme a la información arrojada en el portal Nómina Transparente del gobierno federal.

“No sólo hay que ver el número de incendios, sino las hectáreas afectadas, y ahí es donde se da uno cuenta que los brigadistas de Conafor son insuficientes. Y si todavía los mandas sin equipamiento, es peor. Por eso ha habido tantos paros en diferentes estados del país. No es lo mismo un año con 300 mil hectáreas consumidas por el fuego que uno de 600 o 700 mil hectáreas”, dice Aarón, otro combatiente.Lee también

“El personal de Conafor, por sí solo, no puede hacer nada frente al número de casos en plena temporada de incendios, por eso a nivel central la estrategia es relegar el trabajo a los estados y municipios, que tampoco tienen la capacidad y las herramientas para afrontar el problema. Ante las carencias, a todo el mundo quieren meter, a servicios ambientales, a protección civil, a voluntarios, ONG´s, asociaciones de silvicultura, propietarios de terrenos forestales y otras dependencias; hasta soldados, marinos y guardias nacionales andan en las quemazones”.

NI PARA GASOLINA

De 2019 al 2 de mayo se este año la cifra total de incendios forestales es de 38 mil 507. Cerca de 3.5 millones de hectáreas han sido dañadas. En medio de la desolación, 2023 fue un año atípico y arrasador: el número de hectáreas consumidas llegó a 1 millón 48 mil, lo cual duplicó o triplicó lo reportado en años anteriores, cuando las hectáreas extinguidas fluctuaron entre 300 mil y 700 mil.

“Hay veces que no hay ni para la gasolina de los vehículos con los que salimos a campo; muchos de estos ya pueden ser considerados chatarra, carecen de mantenimiento y tienen constantes fallas mecánicas, las llantas están todas barridas y los parabrisas inservibles”, relata Sergio, quien se dedica desde hace más de 12 años a combatir incendios.

“Tampoco se ha invertido en los campamentos ubicados en puntos estratégicos, donde se supone nos debemos alojar y estar listos para cualquier emergencia. Quedarse a dormir en alguno es como quedarse en la indigencia, porque los colchones están rotos, no hay agua ni utensilios para prepararte algo de comer, a veces tampoco luz. ¿Quieres comunicarte por radio para alertar sobre un incendio o recibir un reporte? Imposible, las pilas recargables están oxidadas”.

-¿No hay un programa periódico para renovar el equipo? -se le cuestiona.

-No, es hasta que truenen las cosas. Ya cuando el machete está tronado, o cuando las palas no tienen mango ni empuñadura.

Durante el presente sexenio se han presentado paros de labores en prácticamente todos los estados del territorio nacional, con demandas similares.

Según los combatientes, las penurias presupuestales y materiales han derivado en una nula labor de prevención.

“No hay apoyo técnico a los estados y municipios para planeación, entrenamiento y capacitación en el combate de incendios; la construcción y rehabilitación de brechas cortafuego es una tarea olvidada, y lo mismo la operación de torres de control o recorridos terrestres para detección oportuna”.

Y a la sombría realidad del abandono institucional se suma, por desgracia, la mano del hombre y de la delincuencia organizada…