(MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-CALLEJO. EL PAÍS)
La Asamblea General de la ONU ha adoptado este martes por amplia mayoría una resolución de alto el fuego humanitario en Gaza, días después de que Estados Unidos vetara una propuesta de resolución del Consejo de Seguridad en el mismo sentido. Por segunda vez en más de dos meses de guerra, el bloqueo del máximo órgano de la organización ha empujado al plenario a votar una resolución de rango menor: las del Consejo son legalmente vinculantes y obligan en teoría al cumplimiento de las partes, mientras que las de la Asamblea son una declaración moral y política; el termómetro de la comunidad internacional. Pero ningún país tiene derecho de veto en la Asamblea General de 193 miembros y solo se requiere una mayoría de dos tercios para adoptarlas. La resolución ha salido adelante con 153 votos a favor (33 más que en octubre), frente a diez noes y 23 abstenciones. Entre quienes han rechazado la propuesta, están, además de Israel y EE UU, dos países europeos, Austria y Chequia, secundados por otros de América Latina y Oceanía y uno africano (Liberia).MÁS INFORMACIÓN
Al igual que la frustrada iniciativa de la semana pasada ante el Consejo, la propuesta de resolución que ha sometido a votación el pleno está impulsada por Egipto y Mauritania en nombre de los grupos de países árabes e islámicos, respectivamente, y sus términos son idénticos a los de la vetada por EE UU. El texto también exige la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes y que las partes beligerantes cumplan el derecho internacional, concretamente en lo relativo a la protección de los civiles. Esta iniciativa supone también un objetivo más ambicioso que el que perseguía la resolución adoptada por la Asamblea en octubre: “una tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida que conduzca al cese de las hostilidades”. Fue adoptada con 121 votos a favor, 14 en contra —incluido Estados Unidos, además del paradójico rechazo de Ucrania, un país también en guerra— y 44 abstenciones.
En aquella ocasión, Canadá intentó introducir una enmienda para rechazar y condenar los atentados de Hamás del 7 de octubre que desencadenaron la guerra, pero no consiguió la mayoría de dos tercios necesaria. Estados Unidos ha presentado ahora una enmienda similar, que deberá ser debatida antes de la votación, instando al “inequívoco rechazo y condena” del brutal ataque y la toma de rehenes. La enmienda ha sido rechazada por falta de apoyo.
Fuerza moral
El propio secretario general de la ONU, António Guterres, adelantó el sábado, tras el varapalo de EE UU a la resolución del Consejo, que no va a cejar en el empeño de que la organización que dirige haga todo lo posible para lograr un alto el fuego en Gaza, un concepto que horroriza a Israel y a su principal aliado, EE UU, al considerar que solo beneficiaría a Hamás. De ahí que la resolución que previsiblemente adoptará por mayoría la Asamblea tenga la fuerza moral de una amplia mayoría de la comunidad internacional, pero nada más que eso: peso político. El hecho de que se trate del octavo intento de los órganos políticos de Naciones Unidas para consensuar una resolución que ponga freno o fin a la guerra indica también la impotencia e inoperatividad de los mismos.
La sesión de emergencia se produce un día después de que 12 enviados del Consejo de Seguridad visitaran el lado egipcio del paso fronterizo de Rafah, único lugar por el que ha entrado en Gaza una limitada ayuda humanitaria y suministros de combustible. Estados Unidos no envió a ningún representante.
Los palestinos esperaban que el resultado de la votación demostrara el amplio apoyo mundial para poner fin a la guerra entre Israel y Hamás, que ya ha entrado en su tercer mes. Como dijo el lunes el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, los mensajes de la Asamblea “también son muy importantes” y reflejan la opinión mundial. En una comparecencia previa a la sesión, Riyad Mansour, embajador palestino ante Naciones Unidas, ha afirmado este martes comprender el enfado y la frustración de la comunidad palestina: “La tragedia es tan incomprensible que si están enfadados y frustrados y nos maldicen a todos -empezando por mí- lo entiendo; tienen razón y nosotros estamos equivocados. Nuestro deber es intentar salvar las vidas de los que aún están vivos haciendo que se apruebe esta resolución y obligando a Israel a cumplirla, y a los que protegen a Israel [EE UU], a obedecer el consenso mundial que pide un alto el fuego”.
Tras cuatro fracasos, el Consejo de Seguridad aprobó el 15 de noviembre su primera resolución tras el estallido de la guerra entre Israel y Hamás, en la que pedía “pausas humanitarias urgentes y prolongadas” en Gaza para poder hacer llegar suficiente ayuda a la población civil de la Franja. En esa ocasión, EE UU, igual que el Reino Unido y Rusia, se abstuvo porque el texto no condenaba el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre. La abstención británica obedeció al mismo motivo, mientras que la de Rusia se debió al hecho de considerar modesta e insuficiente la iniciativa.