La desaprovechada riqueza geotérmica de México

(ROSA MARÍA PROL-LEDESMA. NEXOS)

México es un país privilegiado con abundantes recursos energéticos tales como hidrocarburos, energía solar, eólica, maremotriz y especialmente geotérmica. Sin embargo, la explotación sustentable de esos recursos ha sido deficiente y no se ha traducido en un beneficio para el país. Los estudios realizados por instituciones de investigación indican que México cuenta con más de 2000 zonas con actividad geotérmica en el país, de las cuales solamente se han estudiado menos del 1 %. Con el conocimiento actual, se estima que el potencial de los recursos geotérmicos de México es de aproximadamente 10 000 MW eléctrico. Para saber lo que significa esto habría que decir que 1 MW eléctrico puede proveer suficiente energía para entre 1000 y 2000 casas. Si se explotara, sería una contribución significativa para el total de la capacidad instalada de generación de electricidad en México, que es de un poco más de 80 000 MW. Una ventaja adicional de la geotermia es que tiene un factor de planta en promedio del 90 %, esto quiere decir el porcentaje de tiempo que la planta está trabajando a su capacidad instalada. Esto la coloca en una posición ventajosa comparable únicamente con la energía nuclear, que la hace significativamente superior a todas las otras fuentes de energía: gas (30-35 %), carbón (60-70 %), hidráulica (30-35 %), solar (25-35 %) y viento (25-40 %). Aquí es importante enfatizar que uno de los argumentos empleados para descalificar algunas fuentes de energía como la solar y la eólica es que son “intermitentes”, con lo que quieren decir que no producen todo el tiempo; sin embargo, su factor de planta es similar al de las plantas hidroeléctricas o las de gas.

México fue el pionero en el continente americano en la explotación de recursos geotérmicos para la generación comercial de electricidad ya que la primera planta geotérmica en producir energía fue la planta de Pathé, que se inauguró en 1959 y se cerró en 1973.1 Después de setenta años de estudios geotérmicos que comenzaron en 1951, la exploración y la explotación de los recursos geotérmicos deberían estar consolidadas; sin embargo, el desarrollo geotérmico en el país ha sufrido una marcada desaceleración. Esto se ha debido en parte a que se cancelaron los permisos de exploración a los desarrolladores privados y la CFE obtuvo todos los permisos y concesiones que se han otorgado en los últimos cinco años. Sin embargo, la CFE ha preferido otras tecnologías, particularmente las plantas de ciclo combinado a base de gas natural y las de combustóleo.

En un contexto en el cual no se toman en cuenta los costos derivados del daño al medioambiente resultante de las emisiones de gases de efecto invernadero, se subestima el valor de la geotermia. A pesar de su menor costo operativo, mayor factor de planta y ser más amigable con el medio ambiente, la geotermia es considerada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como una opción menos atractiva desde un punto de vista marcado por las preferencias gubernamentales hacia los hidrocarburos. Como resultado, casi el 90 % de la electricidad en México proviene de fuentes contaminantes.

Este desdén hacia el desarrollo de los recursos geotérmicos ha provocado la caída de México como productor de energía geotermoeléctrica del tercer lugar en 2005 hasta el séptimo lugar a finales de 2023. Los países que han superado a México son Nueva Zelanda, Turquía y Kenia, estos dos últimos tenían una producción mínima al inicio de la década pasada, pero sus gobiernos han apostado por el desarrollo de sus recursos geotérmicos con un éxito significativo en poco más de una década.

Toda la generación de electricidad con fuentes geotérmicas había sido tradicionalmente una actividad realizada sólo por la CFE, hasta que la reforma energética de 2013 permitió que inversionistas privados desarrollaran campos geotérmicos. En la actualidad ya existe un campo geotérmico gestionado por una compañía privada —Domo San Pedro en el estado de Nayarit— que empezó a producir electricidad con geotermia en 2015. Sin embargo, con el cambio de facto en la aplicación de la Reforma Energética se cancelaron los más de diez permisos de exploración que se habían asignado a compañías privadas, quedando la CFE como el único permisionario para la exploración y explotación de los recursos geotérmicos.

México cuenta actualmente con cuatro campos gestionados por la CFE y un campo operado por Grupo Dragón. Los campos que CFE ha puesto en producción desde los inicios de la exploración en 1951 son: Cerro Prieto en Baja California (570 MW), Los Azufres en Michoacán (275 MW), Los Humeros en Puebla (120 MW) y Las Tres Vírgenes en Baja California Sur (10 MW). El campo gestionado por Grupo Dragón es Domo San Pedro, que produce 26 MW. Existe otro campo que fue explorado por la CFE, Cerritos Colorados-La Primavera, el cual desde hace más de veinte años está listo para producir hasta 75 MW con los pozos ya perforados, pero que ha sido detenido por protestas sociales durante décadas. Estas protestas no han recibido una respuesta que aclare los principales cuestionamientos ambientales. Se ha demostrado ampliamente a nivel internacional que, al iniciar un proyecto de explotación de recursos energéticos o mineros, es esencial proporcionar una explicación clara de los detalles del proyecto y los beneficios que este traería a la comunidad. En algunos casos, las compañías involucradas incluso han invitado a la comunidad a ser parte del proyecto a través de la transferencia de acciones, con lo cual se ha logrado llevar a cabo proyectos que habían sido detenidos por la población local. Este proyecto se encuentra entre las concesiones de uso que se asignaron a la CFE en 2015 para producir energía geotermoeléctrica y la Comisión se comprometió a producir 25 MW, pero para lograrlo debería negociar con la población.

Al aprobarse la reforma energética y hasta 2018 se otorgaron veinticuatro permisos de exploración y seis concesiones de explotación; de éstas, fueron cinco a CFE para los cuatro campos que ya estaban en explotación, para el campo de Cerritos Colorados-La Primavera y una a Grupo Dragón para el campo Domo San Pedro que está en producción.

Hasta la fecha, ninguno de los prospectos que se exploraron con los veinticuatro permisos de exploración que se otorgaron en 2015 a empresas privadas y a la CFE ha derivado en la construcción de plantas para la producción de electricidad a pesar de que el tiempo promedio entre el inicio de la exploración y la producción es de aproximadamente seis años. En el caso de las empresas privadas,esto se explica porque los permisos no fueron prorrogados y, en el caso de los asignados a la CFE, simplemente no cumplieron con los avances comprometidos que incluían la perforación de pozos exploratorios en cuatro prospectos geotérmicos. En caso de que se hubiera permitido que los proyectos que habían recibido permisos avanzaran, ya estarían en la etapa de construcción de las plantas y, con esto, es probable que la producción de electricidad geotérmica hubiera aumentado significativamente.

El aumento en la producción de energía geotérmica también es importante para la reducción del precio de la electricidad, ya que los costos de producción de electricidad reportados por la CFE son muy altos. Toda la electricidad producida por CFE con diferentes tecnologías se encuentra por arriba de 1000 pesos por kWh (kilowatt-hora), y en el caso de la energía solar llega a superar los 2000 pesos. Este es un costo inadmisible, sobre todo cuando el precio de la electricidad que la CFE adquirió de las empresas privadas a través de las subastas, antes de que las cancelaran, se encuentra por debajo de los 400 pesos y llega a bajar hasta casi 200 pesos si se incluyen los CELs (Certificados de Energía Limpia).2

Otro aspecto altamente positivo de la geotermia es que, además de transformar la energía geotérmica en electricidad, se puede utilizar en procesos industriales, agrícolas y urbanos. Por ejemplo, en muchos países se utiliza el agua termal para secado de textiles, madera y concreto, también para mantener la temperatura adecuada en invernaderos o pozas de acuacultura, para deshidratación de frutas y verduras, calefacción de casas y edificios y en balneología.

En México, el uso que se da a la energía geotérmica es principalmente la producción de electricidad y la balneología, y se han desdeñado los usos directos, a pesar de que la amplia distribución de manifestaciones hidrotermales en el país hacen factible su aplicación en usos agroindustriales y urbanos. Actualmente, sólo existe una planta de deshidratación de frutas asociada al campo geotérmico Domo San Pedro de Grupo Dragón. Este proyecto surgió a partir de los prototipos desarrollados en la UNAM.

La explotación ideal de la energía geotérmica implica lo que se ha llamado el uso “en cascada”, lo que significa que el agua de desecho de un proceso de extracción de energía se utilice en otro proceso que demande una temperatura menor que el anterior. La producción de electricidad es económicamente factible para sistemas geotérmicos con temperatura desde 75ºC hasta más de 300ºC, pero el agua de desecho de esas plantas se puede utilizar en diferentes procesos dependiendo de su temperatura. A temperaturas de 140ºC se puede utilizar para producir etanol o para refrigeración y producción de hielo; a 120ºC, para secado de madera o cemento; a 60ºC se puede usar en procesado de alimentos y deshidratación de frutas y verduras, y a temperaturas más bajas se puede utilizar en invernaderos, producción de biogás y en acuacultura.

A pesar de los retos actuales, la geotermia debería jugar un papel muy importante en la canasta de fuentes de energía primaria en nuestro país. Sus principales fortalezas, además de su carácter renovable, consiste en que es una fuente capaz de proveer un suministro de energía limpia continuo y confiable. Ésta, y su relativa competitividad económica, son las razones por las cuales las plantas geotermoeléctricas son gestionadas como generación base en todo el mundo. Además de la producción de energía eléctrica, su versatilidad para aplicaciones industriales directas aumenta la eficiencia de su explotación y debe ser tomada en cuenta para su evaluación como recurso energético.

Rosa María Prol-Ledesma
Instituto de Geofísica, UNAM