La difícil relación de Trump y la extrema derecha de Europa

(KATRIN BENNHOLD. THE NEW YORK TIMES)

La estrategia de seguridad nacional estadounidense se hace eco del lenguaje de los partidos de extrema derecha. Pero los partidarios de la línea dura al otro lado del Atlántico no parecen impresionados.

La sección sobre Europa de la nueva estrategia de seguridad nacional del gobierno de Donald Trump, titulada “Promover la grandeza europea”, parece un manifiesto de los partidos de extrema derecha del continente.

El gobierno de Trump afirma que Europa podría volverse “irreconocible” debido a la migración masiva. Sus élites censuran la libertad de expresión y oprimen a la oposición política. El martes, en una entrevista, el presidente Trump dijo que Europa era débil y que sus países estaban “decayendo”.

La estrategia de seguridad —un resumen de las prioridades del presidente estadounidense en política exterior— sostiene que Estados Unidos debe “cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa” apoyando a los partidos “patrióticos” que luchan contra la migración.

El documento causó indignación en Europa. Estados Unidos está interfiriendo en los asuntos internos del continente, según dijeron muchos políticos de la corriente dominante, violando la misma soberanía que dice apoyar.

Pero los partidos de extrema derecha europeos —a los que ostensiblemente apoya— han permanecido notablemente callados. Hasta ahora, pocos se han pronunciado públicamente para apoyar el documento.

Hay una cosa que estos partidos han aprendido del segundo mandato de Trump: no siempre es fácil cuadrar el lema de “Estados Unidos primero” con “Alemania primero” o “Francia primero”.

‘Malo para los europeos’

Cuando Trump fue elegido por primera vez en 2016, los corchos de champán estallaron en las sedes de los partidos de extrema derecha de toda Europa. La victoria se consideró la prueba de que había llegado su hora.

Pero casi una década después, la realidad de su agenda ha sido más complicada.

En mayo, poco después de que Trump anunciara aranceles para muchos países, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por su sigla en inglés) preguntó a los europeos, incluidos los votantes de extrema derecha, si la elección de Trump era buena o mala para sus países.

En Alemania, solo el 20 por ciento de los votantes que apoyan a la ultraderechista AfD dijeron que Trump era bueno para su país; el 47 por ciento dijo que era malo. En Francia, entre los votantes de la Agrupación Nacional, la división fue del 18 al 43 por ciento. Los votantes británicos partidarios de Reform UK se mostraron más equilibrados: el 30 por ciento dijo que era bueno y el 31 por ciento que era mal

Mark Leonard, director del ECFR, me dijo que las agresivas y caóticas políticas arancelarias de Trump eran profundamente impopulares en Europa, sobre todo entre los votantes de clase trabajadora a los que cortejaban los partidos de extrema derecha. La marca de Trump conlleva ahora graves riesgos.

Alice Weidel, colíder de la AfD, ha calificado las políticas arancelarias de Trump como “extremadamente malas” y dijo que Alemania estaba siendo “desproporcionadamente afectada” por ellas.

Jordan Bardella, protegido de Marine Le Pen y presidente de la Agrupación Nacional, ha sido aún más contundente. Acusó a Estados Unidos de librar una “guerra económica”. A principios de año dijo que Trump “es bueno para los estadounidenses, pero malo para los europeos”.

Competencia de suma cero

“Estados Unidos primero” se ha convertido en un enigma para los partidos de extrema derecha europeos. En palabras de Leonard “no se trata de Estados Unidos primero, sino de Alemania primero, de Francia primero, del Reino Unido primero. Hay una tensión inherente”.

Estos partidos se alinean en gran medida con Trump ideológicamente: esa parte es fácil. Pero estar de acuerdo con las políticas de migración y ser anti woke solo alcanza hasta cierto punto, dijo Leonard. No puede compensar una divergencia muy real sobre intereses nacionales básicos, como el comercio y la seguridad nacional.

Las alianzas entre partidos nacionalistas tienen un límite, cuando parte de ese nacionalismo implica ver el mundo como una competición de suma cero.

Eso no era un problema cuando los partidos de extrema derecha podían presentarse conjuntamente como antisistema. Pero ahora que están alineados con el líder del país más poderoso del mundo, cuyas decisiones afectan a sus países, se les pide que expliquen lo que piensan de sus políticas, dijo Leonard. Y eso no siempre es sencillo.

Eso plantea una cuestión intrigante: si los partidos que reclaman el manto de “mi país primero” obtuvieran el poder, ¿se enfrentarían a Donald Trump?

Ha habido algunos destellos de eso: en Francia, Bardella pidió a Europa que tomara represalias contra los aranceles de Trump. Cuando, en cambio, la UE llegó a un acuerdo con Trump, Weidel lamentó la falta de voluntad de Bruselas para plantarle cara. “El ‘acuerdo’ arancelario en términos estadounidenses es una acusación condenatoria contra la UE”, dijo.

Visto desde un punto de vista, se trataba de la líder de un partido de extrema derecha quejándose de la Unión Europea, algo habitual. Desde otro punto de vista, quizá sea un atisbo de un futuro en el que los supuestos aliados de Trump en Europa podrían dificultar la aplicación de su agenda.