La Iniciativa Bridgetown

MILENIO DIARIO. VALIJA DIPLOMÁTICA

El Caribe anglófono tiene en la actualidad un relevante protagonismo regional e internacional, al que es preciso dimensionar y ponerle atención. Convendría reflexionar en ello. Este año San Vicente y las Granadinas ejerce la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac); en unos meses es previsible que Trinidad y Tobago asuma la presidencia de la Asamblea General de Naciones Unidas; en tanto que el país con la mayor tasa de crecimiento es Guyana (país asentado en Sudamérica, pero integrado al Caribe) que viene de un impresionante 58% de crecimiento del PIB en el 2022 y se prevé alcance un 37% este año, siendo la estrella económica del momento.

Por ello, es relevante destacar una propuesta emanada desde uno de los más icónicos países caribeños, que está siendo debatida y valorada en el ámbito internacional: la Iniciativa Bridgetown, que parte de un diagnóstico preocupante y certero sobre la situación mundial. La multiplicidad de crisis recientes en el mundo ha profundizado las desigualdades entre personas y entre países. La pandemia de COVID-19 trastocó el desarrollo global e impactó en varias economías, principalmente de países en desarrollo, a lo que se sumó la guerra en Ucrania que ha alterado cadenas de abasto de alimentos y generado procesos inflacionarios, particularmente en bienes de primera necesidad; parece retornar la pesadilla de deudas públicas impagables ante altas tasas de interés, con el consecuente impacto en inversión, lo que derivaría en reducción del crecimiento. Si eso no fuese suficiente, las medidas efectivas contra el cambio climático siguen estando en el terreno de lo deseable.

Una personalidad política como lo es la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, ha hecho un llamado para aplicar una estrategia que, al tiempo de hacer frente a los desafíos globales, atienda de manera prioritaria a las personas más vulnerables. La Iniciativa Bridgetown “exige una reevaluación de la arquitectura financiera global actual para impulsar los recursos financieros multilaterales y del sector privado hacia la mitigación y resiliencia climática. La puesta en marcha de la Iniciativa podría desempeñar un papel importante para abordar las necesidades de financiación climática de los países en desarrollo y, de hecho, la financiación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, ha señalado Mottley.

La Iniciativa Bridgetown consiste en a) proporcionar liquidez de emergencia para detener la crisis de la deuda, para lo cual el FMI tendría que devolver el acceso a sus facilidades de financiamiento y crédito rápido e incondicional, suspender temporalmente sus recargos por intereses, reencauzar al menos USD 100 000 millones en derechos especiales de giro no utilizados hacia quienes los necesitan, en tanto que el G20 debería acordar una ambiciosa Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda; b) ampliar los préstamos multilaterales a los gobiernos y que estos prioricen el logro de los ODS y la construcción de resiliencia climática en países vulnerables al clima; c) activar los ahorros del sector privado para la mitigación climática y financiar la reconstrucción después de un desastre climático, mediante Nuevos Mecanismos Multilaterales.

La Iniciativa es un llamado a la acción colectiva para movilizar y coordinar un amplio apoyo con una coalición de líderes que coordinen la unidad del esfuerzo necesario. Se trata de reimaginar la globalización con una estrategia de transformación que beneficie a todos, mediante una transición energética, una acción decidida contra la crisis climática y la financiación del desarrollo. Una nueva globalización en la que se desvincule el crecimiento económico de la degradación ambiental.