La inversión va para abajo

(ENRIQUE QUINTANA. EL FINANCIERO)

Entiendo que la presidenta Sheinbaum, el secretario de Hacienda o el de Economía, propongan una visión diferente.

Dicen que las empresas, sobre todo las extranjeras, se han comprometido a invertir más y a apostar por las ventajas de Norteamérica.

Las declaraciones que nos pintan una realidad favorable, buenas para el ánimo, pueden ser muy positivas. Pero nunca van a poder con la realidad.

De acuerdo con las cifras del INEGI, la inversión bruta fija al mes de septiembre cayó en 2.3 por ciento respecto al mismo nivel del año pasado.

Pero también, con relación a los datos del mes de agosto, hay una caída de 0.8 por ciento.

Fueron 40 meses de crecimiento de la inversión y desde el mes de agosto hubo un cambio de tendencia y van dos meses con cifras negativas.

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Desde hace tres o cuatro meses le he comentado en este espacio que, diversos inversionistas, nacionales e internacionales, han decidido tomar un respiro, abrir un espacio de cautela y quizás en el lapso de uno a dos años, puedan intentar recuperar las cifras que muchas empresas han puesto sobre la mesa, es decir, con fuertes inversiones en la instalación de nuevas plantas, o decidan cancelar sus inversiones. Está por verse.

Pero, eso va a depender de cómo sigan las cosas en cuanto a la incertidumbre que existe.

Más aún, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, habrá diversas empresas que hayan decidido esperar señales más claras.

Era lo responsable para muchas corporaciones. Imaginar que vayan a seguir con sus planes porque la presidenta de la República dijo que vamos a tener buenas relaciones con Trump sería un completo absurdo.

No importa que, en el pasado, hace ocho años, Trump haya accedido a no cancelar el TLCAN y finalmente optó por negociar; el hecho es que hoy quiere pleito. Veremos de qué tamaño.

La historia muestra percepciones muy diferentes a los datos que aparecieron en el pasado reciente.

La inversión, lo hemos dicho hasta el cansancio en este espacio, es un fenómeno principalmente subjetivo.

Esto se entendió desde hace casi un siglo cuando Keynes empezó a escribir de economía y se refirió a los ‘espíritus animales’ que guían las inversiones.

Cuando hay la convicción de que las cosas van a ir mejor, la inversión repunta.

En el momento en que se da una percepción contraria, la inversión baja.

Los ‘espíritus animales’ se pueden convertir matemáticamente en la eficiencia marginal del capital, una medida bien conocida por los economistas.

El problema es que, como esta medición se construye como una perspectiva, nunca es ciencia exacta. Siempre se habla de probabilidades.

En la historia, el arribo de nuevos gobiernos ha galvanizado en algunas ocasiones las perspectivas de la inversión.

Quizás el ejemplo más recordado sea el inicio del sexenio de López Portillo, que con una alocución terminó con la crisis social que entonces –en 1976– amenazaba al país.

Pero también, el anuncio del hoy odiado Pacto por México, cambió el ambiente de México en el año de 2013.

Hasta ahora, lamentablemente, no se ve que el ejercicio de la palabra en la boca de Sheinbaum vaya a cambiar el impacto de lo dicho.

Así estamos. Veremos lo que sigue.