(JOSÉ ÁVILA. EXPANSIÓN)
Jalisco, Michoacán y Guanajuato encabezan, desde hace más de una década, la lista de los estados del país que reciben más remesas, sin embargo, esta situación no necesariamente representa beneficios económicos o mejores condiciones de vida para sus habitantes.
En creación de empleo y crecimiento del producto interno bruto (PIB), las tres entidades se han quedado cortas con respecto a las metas, mientras impera la informalidad; además, en Michoacán y Guanajuato los porcentajes de la población en pobreza y pobreza laboral (cuando el ingreso laboral de un hogar no es suficiente para alimentar a todos sus miembros) superan el 30%, refieren cifras de México, ¿cómo vamos? y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
“Una condición necesaria para el crecimiento es tener ahorro que se convierte en inversión, infraestructura. Estos recursos no se utilizan para invertir, es puro gasto corriente. Esa es la razón por la que [las remesas] no tienen un trascendido en el crecimiento económico”, afirma Gabriel Pérez del Peral, académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana (UP).
La informalidad y la falta de inclusión y de cultura financiera, agrega, juegan en contra de la inversión productiva.
“En México hay pocos esfuerzos por impulsar las actividades productivas, no solo en esos estados, lo cual implica que aunque se tengan recursos líquidos no se puedan canalizar a aumentar la producción y que haya un despegue de las regiones donde se reciben”, señala Sergio Castellanos-Gamboa, líder de la región Centro-Sur del FAIR Center y académico de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
También hay dos temas recurrentes y que no están asociados con la actividad productiva, que son los sociales, relacionados con la demografía y la migración, y los de Estado de derecho, vinculados a seguridad, criminalidad y violencia, agrega el especialista.
El académico de la Panamericana estima que para retener en México al capital humano, es necesario poner como prioridad la inversión, la educación, la capacitación y la innovación, y serían necesarios alrededor de 15 años para ver los primeros resultados.
“Mientras haya una diferencia entre los salarios y el poder adquisitivo de la moneda, van a existir incentivos para que las personas se vayan para Estados Unidos”, agrega Castellanos.
El reto en materia de políticas públicas tiene que ver con entender el fl ujo de remesas para incluir este capital en el mercado formal, coinciden los especialistas consultados.
Las remesas no se utilizan para invertir, es para gasto corriente, por eso no tienen un trascendido en el crecimiento económico de las entidades a donde más llegan, explica Gabriel Pérez del Peral, académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la UP. (Foto: José Luis González/Reuters. )