(OLIVIA WANG, THE NEW YORK TIMES)
Legend Zhu era el ideal convencional de la belleza china. Alta y con el cabello hasta los hombros, lideraba el equipo de modelos de su universidad, cuyas integrantes a menudo eran llamadas para modelar en las pasarelas de los desfiles de moda del campus con vestidos ceñidos al cuerpo y un espectacular maquillaje de ojos.
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Recién licenciada, Zhu ha vuelto a llamar la atención por su aspecto, pero de manera muy distinta. En el verano, publicó un selfi con el cabello rapado y la cara sin maquillaje en Xiaohongshu, una plataforma china de redes sociales conocida por sus influentes de estilo de vida.
“De modelo a mujer natural”, escribió Zhu en la publicación, que también incluía imágenes de “antes”, de su época de modelo. “¡Me siento muy cómoda!”.
La imagen de Zhu recibió más de 1000 me gusta y muchos elogios. También fue aplaudida por su desafío a la presión que sufren las mujeres para ajustarse a los cánones de belleza tradicionales. “Eres muy valiente”, decía un comentario.
La valentía es necesaria porque la aprobación en internet de la nueva apariencia de Zhu solo es una parte de la historia. También hubo comentarios negativos, que ella borró.
Todo lo relacionado con el feminismo puede ser un tema delicado en China. El Partido Comunista del país lleva mucho tiempo promoviendo la igualdad de género como uno de sus principios básicos, pero desconfía de la organización popular. Las mujeres que hacen declaraciones feministas en internet a menudo se enfrentan a ofensas y, a veces, les borran sus cuentas en las redes sociales por “discriminación de género”. Las que han denunciado malos tratos sexuales por parte de hombres poderosos han perdido los procesos judiciales en los tribunales o han sido presionadas para que guarden silencio.
La conciencia sobre estos problemas está creciendo entre las mujeres jóvenes de China, sobre todo entre las que tienen estudios universitarios, afirmó Leta Hong Fincher, autora de Leftover Women: The Resurgence of Gender Inequality in China. La discriminación sexual en las admisiones universitarias y en el mercado laboral ha hecho que algunas jóvenes se resistan a los roles de género, incluyendo los relacionados con la apariencia, señaló Fincher.
Zhu, de 23 años, es una de las jóvenes inspiradas por la creciente tendencia a rechazar lo que en la jerga china de internet se conoce como “el deber de la belleza”: la costosa, y a veces dolorosa, devoción a las nociones dominantes del atractivo. La idea no es dedicar tiempo y recursos a los cánones de belleza, sino al desarrollo personal, incluida la educación y el crecimiento profesional.
“Para seguir siendo guapa, hay que invertir de manera constante tiempo, dinero y energía”, aseguró Zhu. “La mayoría de los hombres están libres de eso. Es injusto”.
Las mujeres que apoyan esa idea también se niegan a pasar hambre, huyendo de la peligrosa cultura de las dietas en la que se basan los populares retos de internet, como el que consiste en sostener verticalmente un trozo de papel tamaño carta a la altura de la sección media para intentar ocultar la cintura. Solo las más delgadas pueden quedar completamente ocultas por una hoja de papel de 21 centímetros de ancho.
Zhu cuenta que cuando estudiaba en la universidad en Pekín y se planteaba tener una carrera en la industria de la moda, una agencia de modelos le aconsejó que perdiera al menos 10 kilos para pesar 50 kilos. Con 1,70 metros de estatura, no le pareció razonable: “No podía imaginarme el daño que le haría a mi cuerpo”.
En vez de eso, decidió cursar un programa de posgrado en Planificación Urbana.
Cuando Annie Xie, una mujer de la ciudad de Qinhuangdao, al norte del país, estaba en la escuela secundaria, empezó a maquillarse y a usar lentes de contacto de colores y a hacer dieta para poder usar vestidos talla cero.
A los 15 años fue hospitalizada por anorexia nerviosa. En ese momento empezó a reflexionar y se inspiró en un clásico del feminismo, El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. Dijo que leer la famosa frase: “No se nace mujer, se llega a serlo”, se sintió “como si le cayera un rayo”.
Las teorías feministas, según Xie, la ayudaron a liberarse de la obsesión por la apariencia. Ahora, con 23 años y a punto de mudarse al extranjero, ha dejado de hacer dieta, luce ropa holgada, no se maquilla y, a menudo, evita usar sostén.
Durante décadas, las feministas han denunciado las actitudes patriarcales en los países occidentales. Pero en muchas naciones de Asia Oriental, donde las expectativas tradicionales de género persisten a pesar del rápido crecimiento económico y tecnológico, a menudo el rechazo de las definiciones estrechas de belleza se considera como una postura radical.
En Japón, las mujeres han iniciado un movimiento para luchar contra los códigos de vestimenta que les obligan a llevar tacones altos en el lugar de trabajo. Y en Corea del Sur, las mujeres han desafiado la arraigada y rígida cultura de la belleza del país con una campaña conocida como “Escapa del corsé”.
En China, el capitalismo y la prosperidad que trajo consigo han aumentado en cierto modo la presión sobre las mujeres para que tengan buen aspecto. El mercado de la cosmética y el cuidado de la piel superó los 69.000 millones de dólares el año pasado, según la consultora iResearch.
La propaganda estatal que promueve las normas tradicionales de género, instando a las mujeres a casarse jóvenes y tener hijos, también impone cánones de belleza. “Entonces el gobierno considera que las mujeres que se rebelan contra las normas tradicionales de belleza son más propensas a rebelarse también de otras formas”, explica Fincher.
Zelda Liu, una mujer de 27 años de la ciudad sudoriental de Suzhou, dice que cuando decidió cortarse el pelo al rape, tuvo que hacerlo ella misma. Los peluqueros dudaban, preocupados por si el afeitado apurado le lastimaría el cuero cabelludo, una idea que ella consideró absurda: “¿Acaso las cabezas femeninas no son cabezas?”.
Más de un año después, sigue luciendo el corte y dice que gracias a él ya no recibe la atención indeseada de los hombres ni sugerencias de que se maquille. Describe la nueva libertad como una sensación de “volar alto”. Además, ahora vive en el extranjero.
Xie, la mujer de Qinhuangdao, cuenta que un exnovio le dijo que se había “abandonado” a sí misma. “Me parece ridículo”, afirmó. “No quiero volver a ser como antes”.
No todas las reacciones negativas provienen de los hombres. Algunas mujeres han argumentado en las redes sociales que no se debe hacer sentir mal a las mujeres que se adhieren a las normas de belleza convencionales.
Las mujeres que rechazan esas normas a menudo consideran que otras mujeres que no están de acuerdo con ellas no son lo suficientemente progresistas, dijo Fiona Chen, una influente feminista de China. Pero sus críticas deberían centrarse en la verdadera razón por la que las expectativas son injustas.
“La causa no son las mujeres”, afirma. “Es el patriarcado”
Olivia Wang cubre noticias en China continental y Hong Kong para The New York Times. Se unió al Times en 2022. Tiene una maestría en Periodismo y una licenciatura en Ciencias Sociales por la Universidad de Hong Kong. Más de Olivia Wang