‘Lomelí no cejará en un diálogo con el Gobierno’

(FRANCISCO ORTÍZ. REFORMA)

En uno de los momentos más críticos de la historia reciente de la UNAM, la huelga estudiantil de 1999-2000, Leonardo Lomelí tuvo el detalle de reunir por primera vez a sus grandes referentes académicos: el economista Rolando Cordera y el historiador Álvaro Matute.

Fue un desayuno en el que también participaron las académicas Elena Sandoval y Evelia Trejo, parejas de Cordera y Matute, respectivamente. Era un momento azaroso para la Universidad, pero adecuado, en la visión de Lomelí, para reunir a sus mentores.

Y es que el Rector designado para dirigir la UNAM de 2023 a 2027, Leonardo Lomelí, economista y doctor en Historia, ha admitido que en sus aprendizajes de ambas disciplinas ha encontrado las herramientas necesarias para entender la Universidad y distinguir los retos que enfrenta.

Rolando Cordera habla en entrevista con REFORMA de por qué Lomelí es la persona adecuada para encabezar la institución en un momento convulso por los cuestionamientos que recibe la Máxima Casa de Estudios por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

A decir de CorderaLomelí es un hombre con una destacada capacidad de aprendizaje, que apuesta por la negociación y los consensos, además de que cultiva el buen humor.

“Tiene conocimiento, destreza y sensibilidad para afrontar los grandes desafíos que se le plantearán a la Universidad hoy, mañana y pasado”, considera Cordera.

¿Es el mejor hombre para dirigir el destino de la UNAM?

Creo que la UNAM, como el País todo, tiene siempre varios mejores hombres y no me gustaría incurrir en ninguna discriminación, pero soy de los que piensan que Leonardo es la mejor opción para la UNAM en estos momentos de polarización artificial y artificiosa, de intemperancias, de falta de respeto y de entendimiento de lo que es una institución tan compleja como la Universidad.

Lomelí es un hombre con una increíble capacidad de aprendizaje. Y en estos ocho años que estuvo junto con el Rector Enrique Graue, encabezando la UNAM, y los otros en los que fue director de nuestra Facultad de Economía, bueno, pues Lomelí obtuvo varios posgrados en esta materia y yo estoy convencido de que está en condiciones de desplegar esos conocimientos de la UNAM en una buena conducción.

Él ha sostenido que buscaría una especie de transformación tranquila con mucho respeto por las diferencias y las disonancias y disidencias, es decir, respeto a la diversidad, que eso es la Universidad, si no, no puede serlo.

Es un hombre muy brillante, impresionante como tal; como estudiante ya lo era, tanto en nuestra comunidad, la de Economía, como en la otra comunidad a la que él se inscribió con gran entusiasmo y compromiso que fue la comunidad de las Ciencias Históricas, ahí destacó como estudiante y luego ha destacado como investigador en terrenos como los de la Revolución Mexicana, sus orígenes y evoluciones, el llamado Partido de la Revolución, etcétera.

Él fue un gran alumno del doctor Álvaro Matute, que fue uno de los grandes líderes y figuras de la historia mexicana y, en particular, de la historia mexicana universitaria. Yo tuve la oportunidad de conocer a Álvaro, de tratarlo y luego de volvernos amigos, en buena medida gracias a Leonardo.

Tiene muchas cualidades para desempeñar una gestión importante, significativa y sobre todo positiva para la Universidad y para los estudiantes.

¿Tendrá las capacidades de articulación política y de vinculación con sectores de la administración federal?

Eso siempre está por demostrarse, eso siempre está prueba. Pero podemos decir que tiene conocimiento, destreza y sensibilidad para afrontar los grandes desafíos que se le plantearán a la Universidad hoy, mañana y pasado.

Es un agente muy amante y practicante del consenso y de la conciliación. Y, en términos de la economía y la política económica, es, junto con varios de nosotros, un partidario de la reforma del capitalismo, no de su destrucción; y de una reforma racional, organizada y que mira a largo plazo. Eso nosotros pensamos que es la ruta y la hemos llamado un poco pretenciosamente, quizás la ruta para construir un nuevo curso de desarrollo para nuestra nación. El problema es que ya llevamos varios años sin dar pasos en esa dirección, pero vamos a ver.

¿Cómo se da su vínculo con el doctor Lomelí y por qué se dice que usted es su mentor?

Bueno, no diría mentor, yo siempre tengo como punto de orgullo el haber enseñado o producido a las ciencias económicas a alumnos muy brillantes y muy comprometidos con el estudio y con la reflexión. Uno de ellos lo fue Leonardo, primero como estudiante, y luego ya como digamos socios en diferentes proyectos de investigación dentro de la UNAM y fuera de la UNAM.

Yo conocí a Leonardo como estudiante especial, ya súper distinguido, como estudiante preferido de un gran amigo querido y desgraciadamente muerto muy joven, que era el maestro y doctor José Ayala, el profesor y guía de muchas generaciones, innovador en algunas materias de la enseñanza y la práctica económica, como el institucionalismo.

Ayala fue también mi alumno en los primeros años después del 68 y luego nos convertimos en vecinos, hicimos pues una muy buena e inolvidable amistad. Así conocí yo a Leonardo, como estudiante preferido de su maestro José Ayala. Y luego fue mi alumno y pudimos trabajar juntos en diversas encomiendas, proyectos y tareas.

El Presidente López Obrador sostiene que el Rector designado forma parte de un grupo en el que están Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, ¿usted identifica ese grupo dentro de la Universidad?

Yo no sé si existen esos grupos, lo que hay son muchas afinidades que se han ido descubriendo o produciendo al curso de los años. Al principio de la reforma política de México, muchos pensamos ilusionados en que tendríamos un sistema político pluralista y de partidos, articulado por partidos organizados, con capacidad de enseñanza y de aprendizaje, pero no ha ocurrido así y vivimos un momento de mucha incertidumbre, al parecer sin rumbo.

Yo creo que Leonardo ha sido, desde luego, un atento y profundo observador de la coyuntura política, pero no ha sido un actor político destacado en el mundo, digamos, formal de la política, que es la de los partidos. Él se concentró en la Universidad, concluyó sus estudios y empezó a enseñar y a hacer investigación y luego, pues, a participar activamente en la administración de nuestra Facultad y de la propia UNAM.

Pero sí, estas personas se conocieron en el curso de los años y de las movilizaciones universitarias, etcétera. Ciro no es coetáneo de Leonardo, pero es un año anterior o posterior a él, y también ha estado en los trabajos del grupo Nuevo Curso de Desarrollo y ahí se dan y se descubren afinidades, pero también diferencias. Pero yo no podría hablar de que hay un grupo político que esté encabezado o articulado por Ciro Murayama o por el propio Lorenzo.

Leonardo tiene muchos y muy buenos amigos tanto de su generación de Economía, como de su generación de Historia. En el caso de los historiadores, aparte de Álvaro, está la propia esposa de Álvaro, Evelia Trejo, también historiadora, que quiere y aprecia mucho a Leonardo; y, en otro plano, está el gran historiador y administrador académico que es Javier García Diego, a quien conoce muy bien y viceversa.

A usted en lo personal, ¿qué opinión le merece este recibimiento que le da el Presidente?

De entrada, la calificaría de irrespetuosa, esa falta de respeto no sólo es para Leonardo sino hacia la UNAM. El Presidente no se ha medido, pues no sólo embiste contra Leonardo sino contra la Universidad. Yo creo que eso se está alimentado por prejuicios y un gran desconocimiento de las personas y de estas instituciones, él habla a priori con base en no sé qué sabiduría convencional, pero me parece que sería muy arriesgado llamarla sabiduría.

A mí me ha decepcionado enormemente esta actitud adoptada por el Presidente que no tiene ningún sentido, para mí no se puede ubicar en ninguna trayectoria personal histórica del Presidente pues es una reacción paranoide que debería de estar bajo control.

Pese a ello, la primera postura del Rector Lomelí fue decir que hay espacio para dialogar con el Gobierno federal.

Esa postura ante el Gobierno federal me parece muy buena y es parte de su tarea. La Universidad no puede estar enfrentada al Estado mexicano, forma parte de él y depende del subsidio gubernamental y de la protección por parte de ese Gobierno, de las instituciones y la estabilidad de la Universidad.

Ahí me parece que es lo que hay que hacer y estoy seguro que es lo que va a hacer Leonardo en esta materia. No va a cejar en su idea y planteamiento de que hay espacio y temas de fondo e inmediatos para un diálogo constructivo entre el Gobierno federal y la UNAM y eso lo aplaudo y lo apoyo.

¿Qué retos advierte en la Universidad, que deban ser en la nueva Rectoría?

Mire, el reto que tenemos todos es ser mejores cada vez más en la reflexión estratégica sobre México y la UNAM. No podemos como universitarios, como académicos, como cultivadores de disciplinas científicas o históricas, renunciar a los grandes temas del mundo y de su historia. Y para eso es indispensable organizarnos mejor, crear verdaderos espacios de confluencia, de reflexión y de debate, fortalecer lo que tenemos, los centros, programas de estudios, institutos.

E ir creando un espíritu en los estudiantes, siempre vinculado e interesado en la investigación, como fuente primaria e insustituible de una buena formación en la educación superior. Ese es uno de los grandes retos que tenemos, porque es un reto organizativo que no es fácil de superar porque tenemos una organización vieja: estamos divididos en escuelas, facultades, institutos, centros, programas. Tenemos que encontrar formas de articulación de todos esos esfuerzos que sean formas permanentes, más permanentes, sin atentar contra la autonomía que se concreta en las capacidades de decisión de escuelas, facultades, instituto y demás, pero hay que hacer un gran esfuerzo de articulación.

Y hay que hacer un gran esfuerzo pedagógico para salir al paso de cualquier tendencia disruptiva del ambiente universitario; salir al paso de una impostación, digamos, de esta polarización, de ellos o nosotros, de buenos y malos, de conservadores y pueblo, que no les sirve al País. No sé si en efecto le ha servido al Presidente, pero no le va a servir mucho tiempo y, desde luego, no le sirve a una democracia todavía muy incompleta, como es la nuestra.